IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
FINAL CÓSMICA
La justa más importante del balompié se definió en penales. Nadie puede decirse decepcionado porque la final de la Copa Mundial de Fútbol en Qatar fue señera. Los titulares de prensa -incluida radio, televisión y medios digitales – en todo el orbe coincidían ayer por la tarde en adjetivos para el partido último y decisorio de la victoria: cardíaco, boxístico, apoteósico, sufrido, de antología, irracional, con la zozobra a morir y algunos hasta lo definieron como la final del siglo y la final más sensacional de todos los tiempos.
Tal vez la mejor definición la dieron los redactores de Le Parisien, el periódico que circula en la Ciudad Luz, que lo catalogó como una final cósmica. Exacto, por la magia célica que se produjo sobre el pasto catarí, por los astros que brillaron en la cancha y que se enfrentaron portando cromos celestiales: azul claro del nuevo campeón del mundo, Argentina, y azul oscuro de Francia. Azules contra azules.
Y como agregaría un aficionado en los muros de opinión del diario L’Équipe: en la tierra se jugó y en el cielo los dioses del fútbol decidieron. Les Bleus galos y los albicelestes gauchos igualaron fuerzas pues en el juego quedaron empatados 3-3 y solo por penalti se eligió a quién darle la Copa. Ojo, que no al mejor porque en la cancha del Luisail ambos hicieron lo mismo: un juego de ganador.
Así, Argentina se coronó y Francia quedó en segundo sitio pues no pudo hacer realidad de ser campeón por segundo mundial consecutivo. La resolución fue casi al azar, se podría decir, porque en términos llanos no implicó cuál equipo fue el mejor sino cuál se llevó el trofeo, así de simple.
“Nos serán necesarios al menos cuatro años para secar las lágrimas, pero sin duda necesitaremos una vida entera, la que nos resta, pera digerir lo que pasó”, escribió el periodista Dominique Sévérac en Le Parisien. Pero no todo es pérdida para la afición francesa porque uno de los astros azules de su selección se convirtió en el Mejor Jugador del Mundial con ocho goles anotados: Kylian Mbappé, la revelación de la justa que tiene 23 años y fue su segundo mundial.
De hecho, los tres goles de la final que empataron el marcador los anotó este jugador, haciendo lo que en esos ámbitos se define como magia con los pies. Tras Mbappé está Lionel Messi, a quien le atribuyen el triunfo completo de su selección, con 7 goles y en tercero figura otro francés, Olivier Giroud, con seis anotaciones.
Y por supuesto que fue una final mundialista reivindicatoria y con puntual lectura geopolítica y memorística. Tres continentes están involucrados: Europa, la rica, América, la subdesarrollada y África, la pobre. Los astros de la pelota los representan muy bien: Messi con ancestros migrantes de Italia, pero nacido en Rosario, Argentina, en una Latinoamérica en el subdesarrollo y especialmente en un país que siendo rico tiene a su gente empobrecida por la corrupción de sus gobernantes.
Mbappé nació en Bondy, una ciudad-suburbio al norte de París, y es hijo de un inmigrante de Camerún y de una magrebí, o sea una mujer con orígenes musulmanes en Argelia. Sus raíces son africanas aunque su realidad es europea. Este jugador representa, sin duda alguna, la reivindicación de todos quienes viven en un país de primer mundo pero que descienden de migrantes de uno de tercero. Su éxito es el de todos ellos.
Lo mismo con el argentino Messi que arrastra ánimos y esperanzas de todos los chiquillos y jóvenes de la castigada América Latina como en su momento lo hicieron Maradona y Pelé. Hoy por hoy, Messi y Mbappé representan en sí mismos esa muy usada expresión que a veces llega a parecer una utopía: ¡Sí se puede! Y ayer ambos regalaron al mundo un espectáculo cósmico al mover y patear la pelota con su personalísimo estilo. Así terminó Qatar 2022.
Ahora comienza la cuenta regresiva para la Copa CaMeUsa o sea la Copa Mundial 2026 que se jugará por primera vez en tres países de forma simultanea: Canadá, México y Estados Unidos (United States of America, como es su nombre en inglés). Será un mundial con un toque real de globalización, el primero en la historia pues las fronteras nacionales dejarán de ser -en teoría – barreras para la afición. Al menos es lo que se proyecta.
De los tres anfitriones para el 2026, México es el más comprometido ya que su selección nacional – tanto jugadores como directivos- le deben a la afición nacional un papel decoroso y reivindicatorio ante el desastre que hicieron en Qatar. Ya se verá, mientras tanto hay cuatro años para prepararse y sobre todo para soñar con el esférico rodando sobre el pasto.
NO LOS QUIEREN
Es un tema que resuena desde principios de mes cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que la zacatecana Rocío Nahle no viene a Veracruz porque está ocupada en la construcción de la refinería de Dos Bocas, lo que fue interpretado como un descarte para la candidatura al gobierno estatal en el 2024.
Las especulaciones sobre esta expresión se reforzaron el lunes de la semana pasada cuando se anunció que la candidatura de Morena para disputar la gubernatura en Coahuila será para el senador Armando Guadiana y no para Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario federal de Seguridad Pública.
Hay similitudes que deben leerse: Mejía es miembro del gabinete presidencial, López Obrador lo apapachó y lo ‘placeaba’ tanto en sus conferencias mañaneras como en actos en Coahuila, el aparato mediático oficial estaba volcado a su favor y se difundieron encuestas previas en las que el funcionario aparentemente arrasaba en las preferencias ciudadanas.
De allí que todos aseguraban que la candidatura ya estaba definida y que Coahuila “ya tenía dueño”. Y ¡zas!, todo se derrumbó pues en los sondeos demoscópicos levantados por el propio partido, el consentido Mejía quedó en tercer lugar. La realidad es que los coahuilenses no lo quieren aunque lo consienta el presidente. Así la zacatecana Nahle.