TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

LA VARIANTE PEJIANA

Es un ‘déjà vu’ pandémico. “Hay quien dice que por lo de Coronavirus no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse, no pasa nada”, dijo el 12 de marzo del 2020. Y sí pasó: ya van 295 mil muertos en las cifras oficiales y casi 600 mil en las extraoficiales. Ahora, una nueva arenga parecida a la del año pasado, llenar el zócalo de la Ciudad de México para mañana 1 de diciembre a fin de conmemorar el inicio de su sexenio.

“Les invito a que nos acompañen. Va a ser una fiesta cívica, y además combativa…tenemos muchas ganas de vernos, ya ha pasado mucho tiempo y tenemos que congregarnos en el zócalo democrático. No es lo mismo estar en las oficinas, hace falta estar en el zócalo.  A pesar del dolor de la pandemia tenemos que salir adelante y echarle ganas”, expresó para que todos acudan a la capital del país.

Las convocatorias del presidente Andrés Manuel López Obrador dan miedo. No son inocuas sino muy peligrosas. Primero fue pedir que todos se abrazaran  cuando iniciaba la llamaradas vírica y la comunidad científica recomendaba evitar el contacto físico que facilita el contagio. Ahora exhorta a hacer montón pese a la nueva variante sudafricana del Covid-19 que  tiene en vilo al planeta.

¿A qué se referirá el tabasqueño cuando pide ‘echarle ganas’? , ¿para cuidarse o para contagiarse? Por el sentido del llamado parece que es la segunda opción. Lo que sucederá mañana en la plancha capitalina lo editorializó perfectamente el caricaturista Antonio Garci en un cartel publicado ayer con el título “La cuarta transformación….del Covid”.

En la viñeta aparece el tabasqueño pegando carteles de su convocatoria y éstos  que llevan un dibujo de él mismo portando en la mano izquierda un  pequeño Coronavirus color verde y con la leyenda: “1 de diciembre todos al zócalo. Vamos a crear la Variante AMLO del Covid”. Muy atinada la caricatura pues resume lo que sucederá: el contagio masivo y, por ende, la posibilidad de que de allí  surja otra mutación del virus gripal.

Durante casi dos años de pandemia hemos aprendido que mientras más gente haya contagiada con el SARS-CoV-2, y éste circule libremente en la población, más mutará y se fortalecerá para contagiar con mayor intensidad y resistir a los fármacos tanto para tratarlo -ya como enfermedad – o prevenirlo -las vacunas –. Entonces, llenar el zócalo con miles de personas es un caldo perfecto para facilitarle al Coronavirus una mutación más.  ¿Cómo llamarla?, ¿la Variante Pejiana, la Variante AMLO -como sugiere el monero Garci- o la ChairoVariante?

FALSOS ‘SOLOVINOS’

Por cierto, en un texto anterior se citó que la nueva mutación del virus surgida en Sudáfrica tenía el nombre de Nu o Nv, si se observa estrictamente la nomenclatura  griega pues era la letra consecutiva tras ocupar las anteriores en las otras mutaciones y en Europa así se manejó por deducción, sin embargo la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió nombrarla oficialmente Ómicron, saltándose dos letras del alfabeto griego.

Los motivos, para no variar, fueron más políticos que científicos o lingüísticos. No se utilizó la letra Nu porque se iban a confundir con “Nuevo” y  se saltó la letra Xi para “evitar ofender” al presidente chino Xi Jinping. Así que ahora la nueva variante es Ómicron. Ah, y ¿sabían que México ya se habían detectado previamente dos mutaciones locales del Coronavirus?

El 21 de febrero se detectó en Guadalajara una mutación identificada con la clave B.1.222 a la que no se le asignó una letra del alfabeto griego y en octubre se descubrió otra mutación a la que llamaron Delta AY.20. Por eso, si mañana se generá una más con la turbamulta ‘chaira’ sería la tercera mutación mexicana.

Pero regresando al tema de la convocatoria para llenar el zócalo a fin de celebrar el tercer año del caudillo tropical en palacio nacional, se sabe que en Veracruz todos los secretarios, subsecretarios y directores de área en el gobierno cuitlahuista están emplazados para acarrear a un determinado número de personas, y estos a su vez obligan a los empleados para asistir y además cubrir con sus propios medios parte del costo de pasaje y su comida, bajo amenaza de ser castigados o despedidos.

Se acabó eso de los “solovinos” como el mismo López Obrador les puso a quienes lo seguían en todos sus mítines. Se los decía en su cara a pesar de que el nombre popularmente es ocupado para referirse a los perros callejeros que acuden a un lugar o se encariñan con una persona gratuitamente. Pues bien, ya no hay ‘solovinos’ porque ahora son obligados por los funcionarios morenistas a simular que son seguidores genuinos del caudillo.

Y no solo los burócratas están bajo esta presión sino también los beneficiarios de los programas sociales pues a los jóvenes y adultos mayores se les obliga para acudir a la Ciudad de México a “mostrarle gratitud a nuestro presidente por tres años de apoyo”, según les dicen los Servidores de la Nación por instrucciones del delegado del Bienestar, Manuel Huerta Ladrón.

UNA VENUS AL PANTEÓN

En el celebérrimo Panteón de París hoy serán inhumados de forma simbólica los restos de la bailarina estadounidense, pero afincada en Francia, Josephine Baker, apodada la “Venus de Ebano” y quien fue un ícono del cabaret y el cine del siglo pasado.  Además de artista fue pionera en el activismo contra el racismo y la misoginia, y durante la Segunda Guerra Mundial se enlistó en la Fuerza Aérea Francesa y fungió como espía de los Aliados contra el nazismo.

Por su lucha contra la discriminación racial, Baker es comparada con el Martin Luther King con quien compartió tribuna – fue la única mujer oradora- en aquella Marcha de Washington de 1963 donde el pastor pronunció el histórico discurso “Yo tengo un sueño”. Ella murió en 1975 y sus restos reposan en Mónaco, pero hoy el presidente galo Emmanuel Macron develará una placa con su nombre en el emblemático edificio donde están otros genios que enriquecieron a la humanidad.

Será la sexta mujer y la primera negra con un cenotafio en el Panteón. Las otras son la expresidenta del Parlamento Europeo, Simone Veil -fue la quinta, sepultada en el 2018-, las científicas Marie Curie -ganadora del Nobel-, y Sophie Berthelot, así como las activistas de la resistencia antinazi y sobrevivientes del Holocausto, Germaine Tillion y Geneviève de Gaulle-Anthonioz.