TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

AROMÁTICO EN JAUJA

No hay mal que por bien no venga, dicen los abuelos del pueblo y eso acontece ahora mismo en el sector cafetalero debido a dos imponderables, uno inédito y otro cíclico, que han disparado los precios de grano, algo que no se veía desde hace siete años y que ahora revive la economía de miles de familias. En México está comenzando la cosecha 2021-2022 y ya se paga el kilogramo de café ‘cereza’ -el recién cortado de la mata- ¡hasta en 18 pesos!

En la Bolsa de Nueva York donde se decide financieramente el destino de las comunidades cafetaleras del mundo hay una perspectiva de bonanza: el contrato a futuro para este mes de diciembre fue cerrado en 1.94 dólares – 41.23 pesos mexicanos- la libra o sea 453 gramos, casi medio kilo. El café mexicano fue uno de los más beneficiados por el aumento de 5.8 por ciento en su cotización. Por supuesto que estos números son un galimatías para la mayoría de los productores, pero hay que saberlos para entender el porvenir del fruto y de las miles de familias que viven de su cultivo.

Todo indica que el precio en la bolsa neoyorquina podría elevarse en los meses siguientes hasta los 2.25 dólares -47.8 pesos-, lo que significaría que en las regiones productoras de México se mantenga el kilo de grano ‘cereza’ en los 18 pesos o tal vez se eleve un poco más. Aún así, todo es volátil, es decir que nadie se debe confiar. Esta jauja cafetalera no se reportaba desde el 2014 cuando una ola de sequía afectó la producción en las naciones que dominan el marcado del aromático.

En América son Brasil -este es también el mayor productor del mundo – y Colombia mientras que en África son Etiopía y Tanzania, y en Asía a Vietnam e Indonesia. En este 2021, entre julio y agosto hubo heladas que azotaron las montañas brasileñas y es fue el factor cíclico que beneficia ahora a los cafetaleros mexicanos. El factor inédito es la pandemia de Covid-19 pues con el confinamiento de la gente y la paralización de la actividad económica se desplomó el consumo en la ‘Red Horeca’, la última palabra es el acrónimo de hoteles, restaurantes y cafeterías pues estos negocios estuvieron cerrados.

A la par, se elevó el consumo doméstico y, por ende, las ventas en supermercados y vía ‘on line’. La gente tomó más café en su casa pues no podía ir a los lugares públicos y buena parte del mismo lo compró vía comercio electrónico. Por la misma pandemia también las redes de suministro del producto se limitaron y eso hizo que bajaran las exportaciones.

De acuerdo con la información recabada por las organizaciones de cafeticultores, el fin de semana en Veracruz se estuvieron pagando entre 17.3 y 17.5 pesos por kilogramo en la región de Huatusco, entre 15 y 15.8 pesos en la zona Atoyac-Amatlán-Naranjal, entre 16 y 16.5 en la sierra de Córdoba y en Coatepec entre 16 y 17.5 pesos por kilo en los diversos puntos de compra.

Las diez regiones cafetaleras de Veracruz que son Huayacocotla y Papantla en el norte, Atzalan, Misantla, Coatepec, Huatusco, Córdoba, Tezonapa y Zongolica en el centro, y Los Tuxtlas en el sur, registraron en general un precio entre los 14 y los 17.5 pesos por kilogramo, aunque -se repite- es un año y una cotización atípicos derivados de dos fenómenos que se conjuntaron: la pandemia y las heladas en Sudamérica.

SORBOS SALVADORES

No durará mucho esta bonanza y por eso no se debe apostar a los meteoros ni a la peste sino al consumo ‘per cápita’ o por persona, o sea elevar la cantidad de café bebido en el país para asegurar un mercado doméstico de buen nivel y precios rentables para los productores . En la actualidad, cada mexicano consume en promedio 1.5 kilogramos de café por año, pero en lo inmediato se requiere elevar esa cantidad a los 2 kilos y a mediano plazo subirla hasta en 2.5 kilogramos.

La segunda medida es apoyar el consumo del grano nacional y esto incluye preferir las cafeterías donde no sirvan café importado. Serán ‘sorbos de salvación’ aseguran los románticos y no se equivocan. Para que se sorprenda el lector, actualmente la firma norteamericana Starbucks domina en el mercado de café servido en barra con el 52 por ciento. Es decir, más de la mitad de la gente que acuden a departir en alguna cafetería lo hace en sucursales de esa transnacional.

El resto va a otras cadenas que si bien cuentan con inversionistas mexicanos se rigen por prácticas dictadas del extranjero y por lo regular sirven aromático importado que son Punta del Cielo que tiene el 11.1 por ciento, The Italian Coffee Company con el 9.9 por cierto, Finca Santa Veracruz con el 4.5 por ciento y Cielito Querido Café con el 3.7 por ciento.

En resumen, beber más café nuestro es la opción para rescatar a la agroindustria de la cual dependen 500 mil familias, 85 mil en Veracruz distribuidas en 82 municipios que ahora mismo están recibiendo ingresos extraordinarios tras largos meses de desplome por la pandemia y luego de años de crisis histórica en el sector.

Veracruz ocupa el segundo lugar en el ‘top five’ de la producción cafetalera del país pues en el ciclo 2020-2021 cosechó 234.5 mil toneladas. Arriba está Chiapas con 384 mil toneladas, y por debajo Puebla con 159 mil, Oaxaca con 85.6 mil y Guerrero con 38 mil toneladas. En total, los catorce estados cafetaleros produjeron 954 mil toneladas.

Un colofón: acá en Francia, para dar un ejemplo del precio actual del grano -que adquiere un servidor, y una disculpa por utilizar la primera persona- los 200 gramos del aromático proveniente del Valle del Cauca, Colombia, cultivado a los mil 800 metros de altura están en 6 euros, 144 pesos, y entonces el kilogramo se cotiza en 720 pesos. La misma cantidad de café de Etiopía, cosechado en las montañas de Sidamo entre los mil 500 y 2 mil 200 metros, está en 7 euros o sea 168 pesos, el kilogramo sale en 841 pesos.

El café del Cauca colombiano tiene un sabor afrutado parecido al de Coatepec aunque acá en París conseguir grano veracruzano – tostado y que es molido a la hora de adquirirlo- y especialmente coatepecano es algo casi imposible. Por su lado, el etíope trae un gusto acaramelado con tonos cítricos y florales, su calidad es superior. A esta bebida la llaman “buna dabo naw” o “café-pan”, no porque se tome acompañado de una pieza de pan si no porque los campesinos subsaharianos lo equiparan con el “pan nuestro de cada día”, un maná. Tampoco se equivocan.

*Envoyé depuis Paris, France.