Miguel Ángel Gómez Ruiz
Xalapa, Ver.
Desde muy temprano este martes, Alejandra, de apenas 16 años y con un bebé (varón) en brazos, se dirigió hacia “El Dique” para rendir honores a la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre.
Es tímida, apenas si aceptó hablar con este reportero para comentar que desde que tenía 5 años, su padre la traía al Dique para festejar a la que llama la “patrona” de México.
Hace poco su padre murió y antes de eso, le hizo prometerle que seguiría yendo hacia la Basílica Menor, como se le conoce a este templo tan particular.
Sobre ella no habla mucho, estaba estudiando el segundo grado de secundaria cuando un compañero la embarazó y posteriormente sus padres se lo llevaron a Tamaulipas, o al menos ella cree eso.
Se dedicó a tareas del hogar durante su embarazo de ocho meses y su padre le apoyó mientras pudo, con recursos obtenidos mediante su trabajo de maestro albañil. Ella quiere seguir estudiando, pero mientras divide su tiempo en un trabajo como sirvienta y el resto del día lo dedica a su bebé.
Llegó ante la efigie de la Virgen para pedirle por su padre, quien ya no está con ella y por su madre, a quien no ve desde que tenía 5 años y que ahora, supuestamente, vive muy bien en el Estado de México.
También, pidió por su hijo Enrique, de apenas nueve meses y por el que sabe que ahora todo le costará más trabajo: “Quiero estudiar, pero sé que será difícil porque también tengo que trabajar y no me moveré de Xalapa, no tengo a dónde ir”, reveló.
Al igual que Alejandra, muchas jóvenes tuvieron que suspender sus estudios debido a sus embarazos y tienen ante sí, un futuro complicado. Peor aún porque vivimos en un país como México en donde el machismo prevalece y en el que si tuviese alguna relación a futuro por lo menos Alejandra sabe que tendrá ante sí muchas condiciones puestas, quizá, por una posible pareja.
Aun así, ella se puso de frente ante la Virgen y solicitó sus cuidados, tanto para ella como para su hijo. Sorprende que, ante lo vivido, ella tenga fe y espere cosas buenas, aunque sabe que mucho dependerá de ella misma.
Impaciente y ya con ganas de retirarse, Alejandra mueve las manos de su bebé y sólo logra añadir que si en algún momento tuviera la oportunidad de estudiar motivaría a otras jóvenes para que no cometan su error: “Quiero que otras tengan mejores oportunidades” y se alejó lentamente, en una fría mañana.
A cierta distancia está la Basílica xalapeña, con una imagen que recibe cientos de peticiones. Unos creen que sus peticiones serán respondidas, otros cumplieron al acudir allí, alejados de sus casas y trabajos.
Y afuera, la venta de veladoras, colchas, huaraches, rebozos, efigies, llaveros y lo que más prevalece en estos festejos, el alcohol.