ANDRÉS TIMOTEO
¡ESTE VIOLADOR ES UN AMOR!
¿Sirve a las veracruzanas que las titulares de la Fiscalía General y del Poder Judicial del estado sean sus congéneres? Al contrario, la fiscala Verónica Hernández Giadáns y la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Isabel Romero Cruz, acaban de dar un carpetazo insororo -falto de sororidad- a la población femenina: exoneraron a Manuel Huerta Ladrón de Guevara, conocido depredador sexual que está acusado de la violación de al menos cuatro mujeres.
Así lo desveló la defensa jurídica de “Martha 254”, el seudónimo de una de las mujeres ultrajadas por el delegado estatal de la Secretaría del Bienestar. Para no variar, fue otra mujer, la jueza Alma Aleida Sosa, la que se aventó el ‘trompo en la uña’ de dictaminar que no hay elementos para que el violador comparezca en los tribunales. Claro, eso tras la integración maniquea del expediente por parte de la fiscala Hernández y la orden de la magistrada Romero para que un juzgado local desechara lo desechara.
¿Un violador no será gobernador?, ¿un violador no será senador?, ¿un violador no será legislador? Pues parece que en Veracruz esos lemas feministas los tumbaron, paradójicamente, tres mujeres: Verónica, Isabel y Alma. Obviamente es el rejuego patriarcal ya que esas tres funcionarias solo obedecen los dictados del gobernante en turno, Cuitláhuac García y el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, y a trasfondo del ‘macho-alfa’ de la “cuarta transformación” y defensor a ultranza de los violentadores de mujeres, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con la supuesta exoneración de Huerta Ladrón, las mujeres funcionarias del cuitlahuismo parece que corean: ¡este violador es un amor!, y ¡es un honor proteger al depredador! Por su parte, el acusado Huerta Ladrón asegura que los señalamientos son parte de “la calumnia para tiznarlo”. Risas. Como si no hubiera hasta un video en un hotel de Orizaba donde manosea a una jovencita que le fue a pedir trabajo. Vaya que el tipo es caradura.
Hay que aclarar que en este caso no se puede decir que la fiscala Hernández, la magistrada Romero y la jueza Sosa tengan el Síndrome de Estocolmo porque no se enamoraron del verdugo, es más las tres son ajenas al dolor de las verdaderas víctimas. No, su caso sí es patológico pero con un ingrediente más despreciable: son meros instrumentos de los varones en el poder para actuar contra las de su propio género.
Y no es el primer caso, al menos en el área de la fiscala Verónica Hernández, ya que desde siempre el gobierno cuitlahuista le ha dado la espalda a las víctimas mujeres en materia de procuración de justicia. El historial es largo, pero basta citar algunas ‘perlas’. La fiscala se ha negado a investigar a los policías que han ejecutado extrajudicialmente a mujeres, incluidas niñas.
Ha rehusado asimismo recibir y atender a familiares de féminas desaparecidas y ha despreciado el clamor de los deudos de aquellas que han sido víctimas de feminicidios como el reciente caso de los padres de Viridiana Moreno, originaria de Tlaltetela y quien fue asesinada por el cordobés Greek Román, el “Monstruo de la barberías”, a quienes les negó el acceso al cadáver y el derecho a practicarle exámenes de ADN por un laboratorio independiente del gobierno estatal.
Durante varias semanas los presionó para aceptar el veredicto forense elaborado por su dependencia, pero los señores no se sometieron al capricho de Hernández Giadáns y al final tras amagar con recurrir a amparos federales tuvo que aceptar que intervinieran médicos forenses independientes. ¿Qué mujer prolonga el martirio de otra madre escamoteando su derecho a verificar que es su hija la que yace en una plancha?, y ¿qué ser humano obliga a los padres a prolongar la espera y el inicio del duelo? Uno ruin, por supuesto.
Por si eso no bastara, la fiscala Hernández reclasificó el delito de feminicidio por el de homicidio doloso, maquillando así las cifras y beneficiando indirectamente a más de 30 mil asesinos de mujeres en sus procesos judiciales porque con esa reclasificación enfrentarían penas más leves y la posibilidad de solicitar una liberación anticipada en términos perentorios si son hallados culpables. La señora es una insorora recalcitrante. Por cierto, los italianos manejan el neologismo “disorora/disororo” en lugar de “insorora/insororo” y que también significa “deshonrar”.
LECCIONES MOMESCAS
Aunque no es Miércoles de Ceniza ni comienza la Cuaresma sí es tiempo de catarsis y reflexión tras el Carnaval de Veracruz. Los organizadores de la fiesta deben asimilar las lecciones que les dio el Rey Momo en esta edición veraniega. La primera es positiva pues se abrieron al mundo virtual porque los ‘youtubers’ o ‘influenciadores’ debutaron en el evento como protagonistas monárquicos. Hasta ahí bien.
Lo urgente es ajustar el reglamento para impedir que estos personajes, algunos insufribles, se apoderen del festejo y lo sometan a sus caprichos. El Carnaval jarocho es mucho más que esos famosillos de ocasión y no debe estar condicionado a las veleidades de quienes a duras penas terminaron la educación primaria y su comportamiento raya en la oligrofrenia. Que esta experiencia sirva de cátedra para manejar egos, frivolidades y hasta locuras en próximas ediciones.
Ya ven que la Reina de la Alegría acaba de anunciar que se va de Veracruz porque no soporta la ciudad, que ‘fuchi’ con los jarochos pese a que la hicieron su soberana. Risas. Eso les pasa por ceder la corona a quien pone más dinero. Tendrán que regular la forma de acceder al trono carnavalesco si no quieren otros monarcas veleidosos y siúticos. La tercera lección es cuidar a las desnudistas que se trepen a los carros alegóricos y pretendan desfogar públicamente sus fantasías exhibicionistas.
No se trata de mojigatería sino que es inaceptable que los niños se les prohíba acudir a la fiesta nocturna como respondieron los ‘stripers’ colados. No, el asunto es familiar y los que quieran ver pornografía que recurran a las páginas restringidas de web o a los clubes nocturnos. Finalmente, y es otra lección positiva, está la expulsión del Princeso Kung Fu Panda -o como se llame – por ser un golpeador de mujeres. Bien por esa decisión de la municipalidad que ya había dado muestra de -ahí sí- sororidad pues antes cancelaron la participación del actor Alfredo Adame.