ANDRÉS TIMOTEO
ARTE RECUPERADO
En Fortín de las Flores, alcaldes han ido y venido, y siempre recurren a lo mismo: una feria de plantas de ornato y la coronación de una soberana que porte la flor emblemática del lugar: la gardenia. Ah y el respectivo baile popular. Es todo. Nunca se ha hecho nada para exponer a la ciudad como destino estatal y nacional. Por eso es plausible la gestión del actual alcalde, Gerardo Rosales para que el ayuntamiento obtuviera en comodato el rancho “El Faunito”, que hace un lustro le fue decomisado al exgobernador Javier Duarte de Ochoa.
La misma genera una oportunidad para que Fortín de las Flores rompa esa racha de sitio pueblerino. Una de cal por tantas de arena porque Rosales Victoria es morenista y se le encendieron las neuronas para hacer algo positivo, ya ven que el resto de munícipes marrones no pasan de las ferias de los pambazos, las enchiladas, la flor de izote y los tamales. Cierto, el edil se anotó éxito, aunque al momento es una hazaña parcial porque todo dependerá del uso que se le dé a la propiedad.
Según se ha dicho, el proyecto para “El Faunito” será de vocación turística. Ahí, el ayuntamiento deberá ser cuidadoso para que no termine como un ‘elefante blanco” porque el predio es tan grande y ostentoso que todos los proyectos que se han ensayado para su utilización han fracasado. Se trata de un rancho de 60 mil metros cuadrados, ubicado a orillas de la Barranca de San Miguel, y una vegetación maravillosa y vistas impresionantes.
Tiene helipuerto, albercas, un río con cascada artificial, jacuzzis, tirolesa, canchas de tenis y futbol, una casa principal con 15 recámaras y más de 10 chalets equipados todos con aire acondicionado e internet así como una cava con capacidad para más de 300 botellas, y una capilla con confesionario. ¿Para confesar los pecados del lujo y los excesos? Risas. Bueno, ese era el inventario en el 2017 cuando el gobernador panista Miguel Ángel Yunes lo recuperó para incorporarlo al patrimonio estatal.
Ahora, tras cinco años, el predio está abandonado y se quiere un presupuesto importante para rehabilitarlo y asegurarle un mantenimiento optimo y permanente. Entonces, el alcalde fortinense tendrá que tener la habilitad suficiente para aprovechar “el acompañamiento” que le prometió el gobernante estatal, Cuitláhuac García y lograr que Jalapa lo respalde financieramente a fin de que el proyecto sea exitoso.
No es un secreto que “El Faunito” tiene una especie de maldición desde que lo tocó Duarte porque ningún uso público ha prosperado. Yunes se lo entregó al Instituto Nacional de Ecología (INECOL) que luego lo devolvió porque no pudo costear el mantenimiento, luego lo quisieron usar como un hospital y escuela, y en este gobierno morenista finalmente se lo entregaron la regiomontano, Hugo Gutiérrez Maldonado, para que la Secretaria de Seguridad Pública que lo usara como cuartel y terminó convertido en un muladar.
¿Qué hacer con “El Faunito”? Hay quienes dicen que es posible convertirlo en un resort turístico-cultural. No es mala idea, pero lo más importante es que la gestión que el ayuntamiento haga ante el gobierno estatal incluya la recuperación de las piezas de arte que allí se encontraron y que hoy andan en exposiciones ambulantes manejadas por el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC).
Ya ven que la titular del IVEC, Silvia Alexandre, anda trayendo las piezas recuperadas de “El Faunito” de lugar en lugar como si fueran parte de un tianguis para acompañar las coronaciones de la reinas de los ejidos. Vaya, el parámetro que se usa en el IVEC para promocionar ese arte recuperado es el siguiente: a cada pueblo donde el músico chunchanquero Nelzon Kanzela ofrece un baile popular ahí llega la tal Alexandre con la colección de obras para exhibirlas.
Urge, por el bien de las bellas artes y el buen gusto, quitarle ese baluarte a la señora Alexandre y darle un lugar digno y permanente. En resumen, hay que volver a recuperar esas obras, ahora de las garras de la burócrata duartista. Solo imagínense que a “El Fuanito” logren convertirlo en un museo donde se exhiban las creaciones de Rufino Tamayo, Leonora Carrington, David Alfaro Siqueiros, Joan Miró y Fernando Botero que allí estaban a la hora de su requisa. Y también la escultura de El Caballo de Gustavo Aceves que habrá que recuperar pues se la dieron a la Asociación Ganadera Ylang-Ylang que la tienen a pleno sol y salitre.
De lograrlo, “El Faunito” se convertiría en un destino cultural destacable. Lo expondría en el mapa nacional de museos a visitar y si a eso le agregan un hotel boutique y un centro de conservación de la flora y fauna endémicas, por ejemplo un orquideario y un aviario, junto a las albercas, tirolesa y ofertas de de excursiones por la Barranca de San Miguel, entonces Fortín de las Flores tendría su punto de inflexión.
Por el momento, el comodato para que la finca se aprovechada por los fortinenses es un logro a destacar, se repite, y dependerá de la administración municipal para que sea el detonante turístico o termine en otro proyecto fallido. Es, como dicen los abuelos, una “oportunidad calva” para que los fortinenses pasen del perico-perro.
LAS FALDAS LIOSAS
Bochornoso sainete: dos damas, muy allegadas a hombres poderosos del gobierno estatal, en una lucha de lodo. En una esquina del cuadrilátero, Joana Bautista Flores, directora rectora general de Administración del Poder Judicial a quien ligan sentimentalmente con el subsecretario de Finanzas, Eleazar Guerrero, primo del mandatario en funciones, y en la otra, la diputada panista Nora Jessica Lagunes Jáuregui, pareja del tuxtleco Javier Gómez Cazarín quien controla el congreso local. El pleito es por dinero y las féminas son marionetas de los patriarcas que las manejan con hilos de seda.
Ambas utilizan de forma maniquea el tema de la violencia de género como arma de ataque y contraataque, pero lo que realmente hacen es dar un espectáculo deprimente que se antepone a los reglamos legítimos del feminismo. Sus causas no son, ni por asomo, la lucha contra el feminicidio, el combate a la violencia de género ni la equidad en la vida pública y laboral. No, el lío es por negocios al amparo del poder. Son las faldas liosas del cuitlahuismo, como aquellas que en los sexenios de la fidelidad y el duartismo les llamaban “las Reinis”.