TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

EL COLECCIONISTA

Es es ciclo de la vida en el mundillo de la política: los carniceros de ayer son las reses de hoy.  Ayer fue detenido el exfiscal general del yunato, Jorge Winckler Ortíz como parte de las venganzas de los poderosos en turno. Lo acusan de secuestrar y tratar de desaparecer a un guardaespaldas  de su antecesor, el amateco Luis Ángel Bravo Contreras, a quién él mismo persiguió y metió a la cárcel cuando tenía la ‘sartén por el mango’.

Por supuesto que tanto las acusaciones como la prisión que le darán, con una inminente sentencia a modo, será para castigar  lo que representa: ser  uno de los operadores más cercanos al exgobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares. Su persecución y captura es una factura pagada del gobierno de Cuitláhuac García al equipo del exgobernante Javier Duarte de Ochoa. Se corona, pues, el pacto para soltar a unos y encarcelar a otros.

Winckler es, obviamente, otro preso político en la colección de Cuitláhuac García y su proceso judicial alimentará el morbo por un buen tiempo. Y como todo en política, lo destacable son los símbolos. Al exfiscal yunista lo atraparon -¡oh paradoja!- en Puerto Escondido donde se había “escondido”, aunque  andaba vacacionando muy quitado de la pena. Los policías lo trajeron de vuelta hasta en pantaloncillos cortos, de esos playeros, ni siquiera le dieron tiempo de cambiárselos.

Le aplicaron por segunda vez el factor sorpresa por que algo parecido le hicieron en  el 2019 cuando de sopetón lo tumbaron de la Fiscalía General mientras andaba papando moscas. ¿No que estaba en Canadá en un chalet de súper lujo y ultra secreto? Pues no, al oaxaqueño le pasó eso de que siempre se regresa al terruño, a adorar la cruz de su parroquia y ahí lo pescaron. Y lo internaron en el reclusorio de Pacho Viejo otro viejo emblema de las ‘vendettas’ políticas que él mismo utilizó en su momento. Vaya, la a ironía estará completa si lo colocan en la misma celda en la que estuvo su predecesor, Bravo Contreras y que lo torturen con canciones de Maluma y música de reguetón. Risas.

Por lo pronto, lo único seguro es que Cuitláhuac García es un buen cumplidor de los pactos con los duartistas. Hay fiesta, por supuesto, en alguna celda del Reclusorio Norte de la Ciudad de México y en las mansiones de todos los liberados porque su carcelero está encarcelado. García Jiménez puede ser acusado de no cumplir ninguna de sus promesas que le hizo a los ciudadanos durante la campaña electoral, pero nunca le podrán recriminar que falte a su palabra en los compromisos hechos con sus aliados inconfesables.

LA BANALIDAD DEL MAL

Hablando de temas judiciales pero en el ámbito europeo, hace casi un mes hubo un suceso que se debe comentar por la importancia que representa para todo el orbe, incluyendo a México donde juicios de este tipo son cosa como de ciencia ficción. El 29 de junio, el Tribunal de París dictó sentencia contra los veinte procesados por los atentados terroristas del 13 de de noviembre del 2013 en las afueras del Estadio de Francia, la sala de conciertos Bataclan y varias cafeterías y bares del este de la ciudad.

Como se recordará, aquel ataque dejó 131 muertos y mas de 400 heridos, sobrevivientes en sí, y sumergió a Francia en una espiral de miedo que se prolongó durante años. Hasta hace muy poco – antes del encierro pandémico – seguía vigente el protocolo de seguridad nacional llamado “Vigipirate”, pero las secuelas sociales e históricas se tendrán para siempre por el terror sembrado entre la población y la desolación traída a la Ciudad Luz, una de las urbes insignes del progreso y la democracia occidental.

Pues bien, tras diez meses de juicio, miles de fojas en lo expedientes, cientos de declaraciones y testimonios, el Tribunal de París repartió sentencias que fueron desde los diez años de prisión hasta la cadena perpetua. De los veinte terroristas juzgados, solo quince estuvieron presentes porque a cinco se les enjuició en ausencia -no se sabe de ellos, no pudieron se capturados, algunos dicen que están muertos y otros que sigue refugiados en Siria -y de ellos, el protagonista sin duda fue Salah Abdeslam, el único sobreviviente del grupo original que organizó y perpetró el ataque.

A Abdeslam se le condenó a reclusión perpetua sin posibilidad de solicitar la libertad condicional. O sea, morirá en prisión. El resto tuvieron penas más bajas pero al menos pasarán una década o más tras las rejas. Pero, aparte de esas sentencias lo importante del megajuicio de París que ha sido calificado como modélico por expertos jurisconsultos e historiadores fue se pudo escudriñar no solo las acciones punitivas de los reos sino a sus intenciones, móviles y circunstancias.

Francia tuvo la capacidad de exponer en una sala de juicio una especie de catarsis sobre sí misma pues todos los que fueron juzgados son “hijos de Europa”. Ninguno vino del extranjero a matar sino que son parte de esa generación que creció en suelo europeo, se educó en el modelo europeo y luego se convirtieron en los llamados “lobos solitarios” para asesinar a sus compatriotas. Los veinte reos son belgas o franceses, no sirios ni afganos ni iraquíes. Así, Francia juzgó y condenó a los suyos.

Era sabido, desde antes del juicio, que las sentencias serían condenatorias. Eso no estaba a discusión por los hemos mismos. No, lo importante es que en esos diez meses de juicio se conocieron los por qués de su actuación y se derrumbaron mitos. Por ejemplo, ninguno de los procesados era un erudito en el Islam ni un alto comandante de la Yihad o Guerra Santa ni un ideólogo del Daesh -Estado Islámico – sino que todos eran jóvenes comunes que primero fueron atrapados por el extremismo religioso y luego obedecieron el llamado a generar terror. 

Es decir, ninguno es un ‘muyahid’ o soldado del califato sino que eran jóvenes extraviados que terminaron como exterminadores improvisados. Ahí mismo, con testimonios como el del propio Salah Abdeslam se comprobó que sigue vigente la tesis de la “banalidad del mal” -cuando matar es un mero oficio a cumplir – acuñada por la filósofa Hannah Arendt, quien en 1961 cronicó el juicio contra Adolf Eichmann, uno de los jefes nazis que instrumentó el Holocausto judío. Ah, ¿cuándo se tendrá en México un juicio similar contra los que siembran el terror y llenan al país de cadáveres, desaparecidos y fosas clandestinas?