- Le empata Gallos de Querétaro en último minuto y continuidad de Solari pende de un hilo
Un último minuto de desconexión y al América se le quedó la miel en los labios.
Los Gallos le sacaron el empate en el 95 y prolongan la agonía del equipo de Santiago Solari, que hoy puede quedar último del torneo si Santos vence a Pumas.
No hay avance ni réplica en el América, que creyó ingenuamente ganaría de nueva cuenta en el Estadio Azteca, en donde desde octubre del año pasado no vencen. Son cuatro meses sin hacer pesar la localía, algo intolerable para el orgullo americanista.
Empezaron las Águilas con un gol a los cinco minutos de Bruno Valdez, siempre señalado por su defectuoso futbol, que trata de reparar con pundonor. También por estar bajo sospecha de ser quien encamina la insurrección contra Solari. Al menos en la cancha ha respondido y celebró su gol con un efusivo grito.
Pero pronto los afanes victoriosos del América se apagarían y regresó la versión de equipo ramplón que le ha perseguido en este certamen.
La zozobra de Solari es insultante. Cuando se quedó con uno menos por la expulsión de Alejandro Zendejas optó por convertir a su equipo en un medroso conjunto de hombres que fueron perdiendo el fuelle sin demostrar nada extraordinario.
Las Águilas cedieron terreno hasta que se les secaron las ideas y decidieron llevar el vaivén del encuentro al ritmo que impusieran los Gallos.
Sin embargo, una expulsión de Juan Romagnoli volvía a abrir la esperanza. El América no jugó con intensidad, sino que esperaba que el partido se acabara, aferrados a un rosario de minutos que pasaban con gotero.
Y en ese pecado apenas si intentaron conseguir el segundo gol, salvo por una acción de remate de cabeza de Bruno Valdez que sacó el portero Aguerre.
Entonces Solari prefirió apostar a defender en los últimos minutos, cuando su equipo es una calamidad y sus cambios no sirven, por la apatía de los jugadores.
Para los Gallos, que tampoco tienen mucho de valía, fructificó una friccionada jugada final en la que un miope Luis Fuentes, en lugar de patear el balón, golpeó la pantorrilla de Sequeira con lo que se señaló el penal. Ángel Sepúlveda con sangre fría ajustició a Ochoa sin problemas.