En la Mira Política
Un empresario de la capital —uno de esos que no temen tocar fibras— le soltó a Ricardo Ahued la pregunta que muchos piensan, pero pocos se atreven a decir en voz alta:
—¿Y si tú fueras el plan B?
Ahued no lo esperaba. Se hizo una pausa, un silencio. La sonrisa se le congeló, bajó la mirada y, casi en automático, se acomodó el bigote con los dedos. Una, dos veces.
Lo negó de inmediato.
Dijo que no, que él respeta, que eso no pasa por su cabeza. Frotó las manos contra el pantalón y cruzó los brazos detrás del cuerpo con las manos entrelazadas.
Pero es difícil creer que esa idea no haya pasado por su cabeza.
Hay que considerar que el equipo de Ahued ya no defiende a Nahle.
No responden a los golpes mediáticos, no frenan las críticas, no tapan los errores. Solo observan.
Y en los pasillos de Palacio, algunos aseguran que esa pasividad no es descuido: es cálculo.
Ricardo Ahued, con su aparente calma y maneras de hombre decente, ha aprendido a moverse entre las grietas del poder sin hacer ruido.
Porque mientras la gobernadora Rocío Nahle se desgasta entre polémicas, tropiezos y crisis internas, el círculo de Ahued mide tiempos, mide caídas y toma distancia con sigilo.
No la atacan, pero tampoco la protegen.
Zopilotean desde la sombra.
Ahued no lo dirá, ni lo confirmará. No lo necesita. Su silencio ya dice mucho.
Y vaya que eso sí es carroña política.