Por Noé Zavaleta
Fue una final rara, por donde se le busque: Lo que era una tarde soleada, se convirtió en una noche con torrencial lluvia; el equipo más ofensivo del torneo, se la pasó replegado en su cancha casi los 90 minutos; en el estadio había miles de celestes cantando -“Termuritas”-, canciones de Julieta Venegas.
Lo único normal en esta final fue que Cruz Azul se cansó de fallar, tuvo cuatro oportunidades claras, pero las fallaron. “cruzazulearon” gacho y claro como siempre los malos fuimos nosotros en complicidad -faltaba más – con el árbitro.
Y si en el 2013 el héroe de la noche fue Moisés Muñoz, este 26 de mayo del 2024 el héroe fue su paisano, Luis Ángel Malagon González, quien a sus 27 años demostró que para vencerlo se necesitan más que dos o tres “patas sucias” que patearon sin ton, ni son al arco.
El Estadio Azteca un auténtico carnaval. Casi 90 mil personas, media hora antes del partido, “revendedores” dando a mitad de precio de taquilla, los boletos que un día antes pretendían vender al triple. En más cosas raras, mis amigos y yo solo conseguimos boletos en zona sur, y hasta el otro lado se escuchaban los cánticos de La Monumental y el Ritual del Kaoz: “Mi corazón pintado bicolor, te quiere ver campeón”, “chemo decime que se siente haber perdido la final, te juro que el 26 de mayo nunca lo vas a superar”.
El partido terminó, y ya sin lluvia tocó celebrar a lo grande, la fiesta terminó casi al amanecer, yo con maleta ya lista y sin bañarme a volar del Aifa al Nuevo Aeropuerto de Tulum, me dije a mí mismo: ¿Qué puede salir mal?.
Vuelo puntual, aterrizaje perfecto, interiores del inmueble de Tulum bastante decorosos, con el pequeñísimo detalle de que ADO decidió que ante la baja demanda, ya no hay “corridas” ni a Bacalar, mucho menos a Chetumal. Cotice, solo por la anécdota un “taxi” a Chetumal y me pedían 3,500 pesos…. Tocó agarrar ADO a Tulum centro y a rogarle que me bajara en plena carretera con rumbo a Carrillo Puerto, con maletas en mano y con playera del América aún puesta, me tocó pedir raid a Carrillo Puerto, a un trabajador del tren maya, Casimiro y a mí nos dio el “aventar” un supervisor de las obras del tren, quien se quejaba de la falta de personal, y quien de plano nos “ofreció chamba” para descargar, junto con sus veladores y chalanes, 250 toneladas de cemento.
Casimiro claudicó alegando que en su casa, su esposa lo esperaba a la cena -“tal vez mintió”-, yo y mi sinceridad descarada, pretexte -“no mentí” una cruda asquerosa, que auguraba quedarme “botado” al décimo bulto de cemento, muy probablemente al tercero.
Ya en Carrillo Puerto, alcance, porque Dios es grande, -El Club América también-, la última van que iba para Chetumal. Llegué a la casa del periódico a la media noche, deseando tirarme en la cama y prender el clima en modo “nevera” y la puta madre de Manuel Bartlett y compañía, dos apagones dejaron sin luz a un cuarto de población de Chetumal, entre ellos la zona donde vivo.
En calzones y sudando como marrano, a esperar que el sistema de energía eléctrica se regularizará y el bendito aire acondicionado jalará como Dios Manda.
Ahorita ya es martes y ya ando trabajando van a dar 8 de la mañana -casi 7 am en el resto del país-, me siento cansado, ojeroso y sin ilusiones, luego me acuerdo que ya hay nuevo Bicampeón del futbol mexicano y todo se me pasa.
Soy de la insana idea, que las calles alrededor del Estadio Azteca se dejen de llamar “Las Flores”, “paseo Santa Ursula” y de ahora en adelante se llamen Angel Malagon, Henry Martín, Álvaro Fidalgo, Alejandro Zendejas, etcétera… este bicampeonato lo amerita y lo vale, que le vamos a hacer.
Odiennos más, tal vez, toda la vida…