ANDRÉS TIMOTEO/ TEXTO IRREVERENTE
Todavía no secaba la tinta de las gacetillas mandadas a insertar por el cuitlahuismo sobre el abandono de diez cadáveres frente a palacio de gobierno de Zacatecas donde despacha el hermano del odiado senador Ricardo Monreal cuando en el sur de Veracruz apareció una escena dantesca similar: nueve cuerpos desnudos y con huellas de tortura fueron dejados a un costado de la carretera Cosoleacaque-La Tinaja, cerca del acceso al municipio de Isla.
Por los malabares del karma, el asunto serviría para burlarse de los cuitlahuistas que pidieron para otros lo que ellos mismos recibieron si no fuera algo dramático para los veracruzanos. Una masacre para abrir el año, la cuarta por su impacto luego de las ocurridas el Viernes Santo del 2019 en una palapa de Minatitlán y en el ataque e incendio al bar “Caballo Blanco” de Coatzacoalcos, el 27 de agosto de ese mismo año.
También la madrugada del 18 enero del año pasado se localizaron los cadáveres de 12 personas en la comunidad Cerro del Nanchital de Las Choapas, el saldo de una noche de ‘cuchillos largos’ perpetrada por un grupo criminal en el sur veracruzano. Esas cuatro masacres suman 65 muertos. Claro, como se dijo líneas arriba, son las matanzas más numerosas pues a diario ocurren crímenes cometidos -algunas masacres ‘pequeñas’ de tres o cuatro víctimas- por los grupos delictivos que han dejado un reguero de cadáveres en todo el territorio estatal.
Esta nueva masacre reviven los horrores en el imaginario colectivo y lo regresa a un pasado que ya se creía superado, a los días de plomo que abundaron en la fidelidad y el duartismo. Las imágenes vuelven a espantar: cuerpos desnudos marcados por la tortura y los ‘tiros de gracia’, algunos amontonados como si fueran sacos de basura, charcos de sangre y en general un trato indigno para los despojos de los seres humanos. Son, obviamente, puestas en escena para generar terror. Recreaciones de la maldad.
Las dos últimas masacres, la de Las Choapas y esta de Isla, tumban la promesa del gobernante en turno Cuitláhuac García de tener apaciguado el estado para diciembre pasado. También desbaratan su alharaca de las vaquillas y las frituras pacificadoras que García Jiménez anunció que repartiría y fomentaría para restaurar la tranquilidad y abatir la incidencia delictiva. Karma para el gobernante y desgracia para los gobernadores, se insiste.
Pero la nueva matanza de Isla lleva algo más dañino que las tres precedentes: mensajes del crimen organizado a funcionarios del cuitlahuismo. Mandos policíacos de la región y el secretario de Gobierno, Patrocino Cisneros fueron acusados por la mafia de tener acuerdos con un cartel rival con sede en el norte del país. En un video difundido en las redes sociales, el funcionario cuitlahuista es señalado directamente por un supuesto sobrino que detalla -a preguntas expresas de sus captores – el ‘modus operandi’ para expandir la célula norteña en el sur veracruzano.
Los nueve cadáveres localizados en Isla sería los de las personas que aparecen en dicho video, solo uno -pues son diez en total los de la grabación- permanecería con vida o al menos su cuerpo no fue arrojado con el resto. ¿El sobrino del funcionario estatal? No se sabe pero el asunto arde porque no es la primera vez que se menciona al servidor público en asuntos oscuros y ahora hay un señalamiento puntual en audio, imagen y sangre. Todo mientras la opinión pública tiene la mirada puesta en Veracruz por asuntos de abuso de autoridad. Este ingrediente agrega una pestilencia más al régimen local.
¿Y qué dijo el gobernante García Jiménez? Lo de siempre, lo que expresó en el 2019 y el año pasado: que en Veracruz no se permitirán las ‘vendettas’ de las organizaciones delictivas. Los mafiosos se han de estar carcajeando. Además trato de defender a Cisneros Burgos negando que hayan asesinado a un pariente y que tenga nexos con asuntos criminales. ¿Mete las manos al fuego por él? Pareciera que a eso se anima García Jiménez y no pocos advierten que terminará chamuscado.