Legislatura omisa
Por Mónica Mendoza Madrigal
Concluida la vacación, la realidad amerita mucho análisis y espíritu reflexivo, mismo que las letras libres facilitan.
Este jueves 1 de agosto comienza sus funciones la Diputación Permanente, con lo cual se da inicio al segundo período de receso del tercer año de ejercicio constitucional de ésta, la LXVI Legislatura del Congreso del Estado de Veracruz, que pasará a la historia como la más improductiva –recordando que la productividad legislativa se mide por lo que se aprueba y no por lo que presentan-, a la que más le corrigió la plana la Suprema Corte de Justicia por aprobar leyes y reformas inconstitucionales, y por la deuda histórica, que para siempre estará en sus saldos, con las mujeres de este territorio.
Abordo el tema, porque ayer –que se celebró la décima y última sesión del Segundo Período Ordinario de Sesiones– las diputadas y diputados locales tuvieron a bien aprobar las únicas tres iniciativas de ley en favor de las mujeres de sus tres años de ejercicio legislativo.
Ésta es –aún– la segunda legislatura paritaria en la historia del Poder Legislativo veracruzano y el saldo ha sido muy deficiente.
Sin embargo, quiero aclarar que esa calificación reprobatoria no debe pesar sobre las 25 diputadas veracruzanas que lo integran, o al menos, no de todas. Ya en marzo pasado, cuando en rueda de prensa dimos a conocer junto con mis compañeras del Capítulo Veracruz de la Red Nacional de Mujeres Defensoras de la Paridad en Todo, el balance legislativo que hasta el momento se tenía, un caballero de la prensa local tuvo a bien preguntarme a bocajarro –“¿o sea que usted dice que la paridad le ha quedado en deuda a las mujeres veracruzanas?”. Con total contundencia le contesté y afirmo que esa deuda no es “culpa” de las mujeres diputadas. El proceso legislativo es muy claro y compete a las presidencias de las comisiones a las que se turnan las iniciativas para su estudio y aprobación, a la Junta de Trabajos Legislativos y –desde luego-, a la Junta de Coordinación Política, que como en un mini-maximato este año cumple seis estando encabezada por el mismo personaje, al que hay que atribuirle este saldo rojo.
Revisemos por período y por año el número de iniciativas que en esta materia fueron presentadas, en su mayoría, por mujeres diputadas locales de todos los partidos políticos en los distintos grupos parlamentarios conformados a lo largo de estos dos años y nueve meses: en el Primer Año se presentaron 19 iniciativas totales, de las cuales tres fueron en el primer período ordinario, tres en el primer receso, nueve en el segundo período ordinario y cuatro en el segundo receso. En el Segundo Año se presentaron 21 en total, siendo que en el primer período ordinario hubo siete -al igual que en el primer receso-, tres en el segundo período ordinario y cuatro en el segundo receso. Ya para este Tercer Año, la cifra bajó, pues hasta ayer fueron presentadas 11, de las cuales tres tuvieron lugar en el primer período ordinario, cuatro en el primer receso y cuatro en el segundo período ordinario.
De 51 iniciativas presentadas en materia de mujeres en todo lo que va de esta Legislatura, solo fueron aprobadas tres, es decir, el 5.8 por ciento del total de las iniciativas presentadas en materia de género fueron aprobadas por esta Legislatura.
El trabajo legislativo debe formularse para resolver problemas públicos. Así es que las 51 iniciativas presentadas en la materia atienden diversas áreas específicas de esta compleja problemática, ante la cual sigue habiendo una enorme deuda.
Algunas de las diputadas de esta Legislatura tienen un gran trabajo político, muchas tablas, experiencia legislativa y conocimiento, frente a la inexperiencia y poca independencia de otras, pero a ninguno de los dos perfiles legislativos les funcionó su estrategia. Las iniciativas simplemente no pasaron, pese a ser urgente la realidad a la que buscaban atender. Las palmas se las lleva la “Ley Vicaria”, que fue presentada por tres diputadas de distintos grupos parlamentarios y ni así fue aprobada.
Las prioridades de quien manda en el Congreso local han sido muy claras: mucha grilla electoral, poca eficiencia legislativa.
Bajo ninguna circunstancia quiero demeritar la importancia de la iniciativas que fueron aprobadas ayer. Incluir en la Ley de Acceso de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia y en el Código Penal a la Violencia Ácida presentada por las diputadas Verónica Pulido Herrera e Itzel López López, tipifica este delito en nuestra entidad y le brinda certeza jurídica a las mujeres víctimas de que sus agresores puedan ser sancionados por este agravio específico. De igual relevancia está la iniciativa que presentó la diputada Verónica Herrera Pulido y que aprueba que sea delito la violencia en espacios públicos –mejor conocida como acoso callejero–, acto que limita el libre ejercicio de las mujeres en vía pública.
Ambas iniciativas inciden en la más grave problemática que vivimos las mujeres en Veracruz: la violencia. Pero hay que señalar que aprobar tres iniciativas no es suficiente ni corresponde mínimamente con la grave situación por la que atraviesan las mujeres en la entidad.
Las últimas semanas he trabajado en aterrizar algo que hice público antes de campaña: interponer una denuncia por omisión legislativa bajo la premisa de dejar constancia de la grave falla al mandato popular en la que quienes deciden en este Congreso, han incurrido. Al aprobarse al menos estas tres iniciativas, tal denuncia sería improcedente y qué bueno, porque quiere decir que al menos algo, de lo mucho que nos deben a las y los veracruzanos, atendieron finalmente.
Menciono esto con otra finalidad, además de la antes mencionada: decirle a las y los diputados que vienen para la LXVII Legislatura –quienes coincidirán en el inicio de su gestión con la primera gobernadora que este territorio tendrá- , que el Legislativo veracruzano está en deuda con las mujeres.
Es hora de que nos presenten su agenda en la materia.