En la Mira Política
Morena y Andrés Manuel López Obrador no solo promovieron la revocación de mandato; el propio ex-presidente se sometió a ella para demostrar que la democracia no es un juego de palabras. Sin embargo, en Veracruz hay quien parece temerle a lo que debió abrazar: Rocío Nahle.
Si la revocación de mandato un “sectorcito”, un grupo minúsculo que difícilmente puede cuestionar la voluntad mayoritaria, ¿por qué el miedo? La respuesta es simple: Nahle no quiere poner en riesgo la exposición política, el desgaste y los tropiezos que lleva su administración estatal, y particularmente el desgaste de ella. Cada voto de revocación es un espejo frente al cual no puede esconder su gestión.
Es paradójico. Morena impulsa mecanismos de rendición de cuentas y transparencia; AMLO se sometió con naturalidad. Ella, en cambio, se muestra más preocupada por el desgaste que por la legitimidad. El temor a la revocación habla más de inseguridad que de democracia.
Mientras la agenda social avanza hacia la rendición de cuentas, Nahle se atrinchera, temerosa de un proceso que debería ser su carta de respaldo. Al final, quien teme al voto no confía en su propio mandato.
Y ahí está la verdad incómoda: quien se aferra al poder antes de ganarse el respeto, termina gobernando entre el miedo y la desconfianza.
Nahle no teme a la revocación… teme al veracruzano que ya no le cree.