Repensar la falacia de derechas y de izquierdas en la UV

Por Ivonne Cisneros Lujan
Investigadora Titular de la Universidad Veracruzana

Con motivo del desafortunado anuncio de siete personas integrantes de una Junta de Gobierno disminuida y a modo, respecto de su decisión de autorizar la prórroga de mandato del Rector actual de la Universidad Veracruzana con base en un procedimiento alejado de la normatividad, que entre otros aspectos excluyó a todas las personas académicas que tuvieran méritos y vocación para contender para ese encargo en el marco de una convocatoria que se omitió publicar, ha surgido una discusión entre académicos, políticos y medios de comunicación que pone en el centro el supuesto rescate de la UV de manos de un grupo de derecha que según se dice, se ha apoderado de la Institución desde que se decretó la Autonomía.

REPENSAR la falacia de derechas y de izquierdas en la Universidad Veracruzana, como resultado de este proceso impositivo de Rector, es fundamental para quiénes de convicción y desde la acción práctica nos hemos ubicado por décadas del lado izquierdo de la sociedad y de la vida.

Parafraseando a Andrés Manuel Obrador, líder indiscutible de izquierda de nuestra historia reciente, ser de izquierda es anclarse en ideales y principios de transformación a favor de la los pobres y los desposeídos, a favor de la justicia, de la honestidad y de la democracia, pero no tan solo de palabra, no tan solo en forma declarativa, sino a través de una práctica que dé cuenta objetiva de las luchas emprendidas para convertir esas convicciones en acciones de impacto significativo en la transformación de nuestra patria, de nuestro estado, de nuestro municipio, de nuestra universidad, de las instituciones por donde pasamos y en general de nuestra comunidad; es pues, colaborar desde la convicción y desde la acción en la transformación de la vida pública de México.

Sin embargo, debe reconocerse que la transformación de una sociedad mexicana mayoritariamente conservadora a una sociedad progresista y de izquierda, ha sido un camino largo y no lineal, caracterizado por contradicciones que pese a momentos difíciles, sin duda han ayudado a la reflexión y a un mayor involucramiento de las personas en la toma de postura respecto del país que desean y en la toma de decisiones.

Las universidades han jugado un papel fundamental en ese proceso, en tanto, instancias en las que la libertad de ideas en la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, constituye la columna vertebral en la construcción de sociedades críticas, libres y participativas, y en las que cada profesionista egresado se ubicará  del lado que su ideología y convicción le dicte, mucho, por cierto, derivado de lo aprendido por su paso en una o varias universidades.

Para quienes creemos firmemente que el lado correcto de la historia es la justicia social, la disminución de las desigualdades, la prosperidad colectiva, la democracia, el cuidado del planeta, la defensa de los derechos humanos y sociales y la aspiración de que la honestidad y la fraternidad se conviertan en una forma de vida y de gobierno en México; tenemos la convicción de que los proyectos de universidad pública deben estar enfocados hacia esos derroteros y deben estar conducidos por autoridades universitarias que junto con su comunidad diseñen con mucha claridad los modelos educativos que permitan transitar libremente por esos caminos.

Sucede en la UV, que en efecto, tal y como les preocupa a muchos, el modelo educativo y sus cuatro Rectores que lo han encabezado, refleja una visión neoliberal de la educación superior, sin que haya existido transformación alguna desde su puesta en marcha.

Víctor Arredondo llegó como Rector en la época neoliberal del presidente Zedillo y su misión fue impulsar el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF), que rompió o al menos hizo cada vez más difícil esa relación comunitaria y solidaria que caracteriza a los grupos estudiantiles en la época universitaria al promover el individualismo durante la trayectoria escolar bajo el argumento de “flexibilidad”. Raúl Arias, proveniente de una ideología de izquierda, se convenció del modelo neoliberal y lo fortaleció. Sara Ladrón de Guevara tal vez con más dudas frente al MEIF, tampoco lo transformó y Martín Aguilar, autoproclamado como de izquierda, no le cambió ni un punto, ni una coma al modelo educativo neoliberal impulsado desde la época de Zedillo.

Y qué decir, de la oferta educativa y la ampliación de la matrícula, nada significativo que destacar en ningún caso. Así, a pesar de tener grupos a veces de 10 estudiantes o menos con el consecuente desaprovechamiento de la infraestructura docente y de la planta académica, no logramos ser ejemplo en esta materia. Cuanta tristeza saber que la necesaria ampliación de espacios de estudio, que es una demanda de los movimientos estudiantiles desde los años sesenta del siglo pasado, no forme parte de la agenda universitaria veracruzana y tengamos que enfrentarnos a miles de aspirantes que desean estudiar y que no hubo opciones para ellos bajo el argumento de que no acreditaron el examen de admisión, que por cierto, como diría nuestra presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo, ni debería existir, porque la educación en México es un derecho, incluida la educación superior.

Un Rector de izquierda además acepta y promueve la participación estudiantil, no desarrolla mecanismos de control para evitar la libre manifestación de las ideas en las instancias formales como el Consejo Universitario, entre otros, y tampoco procura obstaculizar la participación estudiantil como la protesta, la exigencia de diálogo ante problemas diversos. En el año 2022, a través de este medio de comunicación, publiqué una columna denominada REPENSAR LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA a raíz de diversos acontecimientos relacionados con protestas por la violencia de género que desde la rectoría se pretendían minimizar. En ese artículo señalé textualmente: “Se equivocan quienes -al peor estilo de la derecha de los años 60s del siglo pasado- ven en las manifestaciones estudiantiles, intromisión de fuerzas externas oscuras ligadas a intereses ajenos a los universitarios, capaces de manipular a los estudiantes a través de diversos métodos. A esas voces retrógradas, habrá que recordarles que las universidades en el mundo entero han sido y seguirán siendo espacios naturales de formación política formal e informal, precisamente por ser ahí, donde se gesta el conocimiento teórico y práctico, se analiza la realidad desde diversas perspectivas y se buscan alternativas de transformación. ¿Qué sería del mundo entero sin las voces de las y los estudiantes en diferentes momentos de la historia?, ¿Qué sería del México actual, sin los movimientos estudiantiles por la democratización de la enseñanza, por la vinculación al pueblo y por el apoyo a los movimientos obreros, campesinos y populares del siglo pasado?”. Desde luego, sigo pensando que la participación de la comunidad estudiantil es fundamental para dirimir los problemas que se gestan en la Universidad y sería fabuloso contar con autoridades que se caracterizaran por escuchar con sensibilidad y por reconocer la participación de la comunidad como valiosa.

Para ser un Rector de izquierda, se necesita, proyecto de izquierda y conducirse con los principios de izquierda. No basta con declararse como tal, y mucho menos pensar que con el apoyo de siete amigos, se logrará rescatar a la UV de las manos de la derecha.

Considero que transitar hacia una Universidad Veracruzana más crítica, transformadora y honesta, pasa al menos por cuatro prerrequisitos: 1) Transformar el modelo educativo con la participación activa de la comunidad; 2) mirar, sentir y vivir a los estudiantes y maestros como aliados en el proceso de transformación no como simples espectadores movidos por fuerzas “extrañas”; 3) reorganizar los recursos humanos, materiales, financieros y la infraestructura, para ampliar la oferta educativa y la matrícula a fin de coadyuvar a hacer efectivo el derecho a la educación superior en Veracruz; y 4) tener autoridades emanadas de un proceso legal y legítimo, debidamente reconocido por la comunidad.

Este proceso de prórroga decretado por siete personas, puso de manifiesto además, el agotamiento del modelo institucional de designación de Rector a través de una Junta de Gobierno al demostrar el riesgo de poner en manos de unos cuantos lo que debiera ser una decisión democrática de la comunidad universitaria.

Vengo de una lucha por la democratización de la enseñanza, después de la represión del 68 y del 71, luchábamos por lograr que las universidades estuvieran al servicio del pueblo y por democratizar los procesos de elección de Rector y autoridades académicas en escuelas y facultades. Es tiempo de que repensemos en la Universidad veracruzana la imperante necesidad de transformar los mecanismos de elección de autoridades, haciendo partícipe a toda la comunidad y evitando el amiguismo, el influyentismo y la exclusión.

*Diputada Federal Suplente