T   E   X   T   O

IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

BROTES DE PUS

Siempre sí. El exdirector de la Policía Vial de la Secretaría de Seguridad Pública, Juan Alan Cuetero Meza está muerto. Después de un largo y conveniente silencio, la Fiscalía General del estado confirmó su deceso en condiciones de miedo: sus restos se localizaron mutilados y en el interior de bolsas negras que fueron arrojadas a orillas de la autopista Veracruz- Cardel en el municipio de La Antigua.

La escena del tiradero -ojo, que no del homicidio – está en la misma zona donde se ubica la Academia Estatal de Policía donde se presume habría sido torturado, asesinado y mutilado -esa sí habría sido la escena principal del crimen-. Lo de Cuetero Meza es un asesinato tipo gansteril perpetrado por los agentes del orden que, se supone, deben combatir al crimen organizado, no imitarlo.

Los bien enterados  aseguran que el exfuncionario de la SSPE fue asesinado casi inmediatamente después de su desaparición, es decir por allá del 29 de mayo. ¿El motivo? La especulación es muy grave porque involucra a los altos mandos de la dependencia comenzando por el extitular, Hugo Gutiérrez Maldonado pues se supone que fue una suerte de “limpia” contra  quienes obstruían los negocios y complicidades con la delincuencia.

Claro, eso deberá confirmarlo o refutarlo la pesquisa -sí es que se realiza con apego a derecho-, pero el caso ya marcó con lodo y sangre al gobierno de Cuitláhuac García pues la desaparición forzada de Cutero Meza muestra el grado de pudrición en la que está su policía estatal. Y poco ha cambiado y poco cambiará pues el nuevo responsable de la SSPE era subalterno del neoleonés Gutiérrez Maldonado. O sea, siempre supo lo que sucedía en los intestinos de la dependencia.

La pudrición que hay en la Secretaría de Seguridad Pública viene de tiempo atrás, cierto, pero no se atendió ni combatió en el gobierno cuitlahuista que era lo que se esperaba, sino que se alentó y los funcionarios morenistas la profundizaron. Lo que todos ven ahora son brotes de pus que se están en proceso de convertirse en llagas.

Además, hay que destacar en este caso que la caída del exsecretario Gutiérrez Maldonado, quien sigue impune y ya está lejos de Veracruz – algunos dicen que se encuentra en el extranjero – y la detención de cuatro agentes, entre ellos el subdirector de la Academia Estatal de Policía y el delegado de la SSPE en la conurbación Veracruz-Boca del Río, no fue un logro de la Fiscalía ni mucho menos se derivó de la voluntad en el gobierno estatal para esclarecer los hechos.

No, fue el escándalo que llegó hasta la Presidencia de la República lo que obligó a las autoridades estatales a actuar. Y en el mismo fue fundamental la movilización de la madre de la víctima, Enriqueta Meza López quien no cejó en la búsqueda de su hijo desaparecido ni percibió desde el inicio las mentiras que le decían los mandos de la SSPE.

La señora Meza desconfió, y con mucha razón, de Gutiérrez Maldonado y del propio gobernante en turno, Cuitláhuac García, entonces se movilizó con su familia y conocidos para que el caso de su hijo resonara en la opinión pública. Acudió a la prensa, organizó marchas y se fue hasta palacio nacional a buscar al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador para exponer el caso y demandar ayuda.

Es decir, hizo lo mismo que muchos familiares de desaparecidos en la entidad: confiar en su instinto de madre, no les creyó a las autoridades locales  e inició la búsqueda por su cuenta. Ella logró romper la cadena  de ocultamiento e impunidad que se tendió en el gobierno cuitlahuista para proteger a los funcionarios de la SSPE y mantener oculto lo que sucede al interior de la dependencia.

Por cierto, los restos de Cuetero Meza se encontraron el 14 de octubre -según la Fiscalía –, pero tardaron veinte días en identificarlos. La otra versión que corre por los pasillos de la Academia Estatal de Policía es que en la Fiscalía y en palacio de gobierno se puso desde el 30 de  mayo qué le había pasado al exdirector de la Policía Vial y donde estaban sus despojos, pero se ordenó una costra de silencio para tratar de atajar la pus.

LEYENDAS EN APUROS

Hace veinticinco años, los periodistas del altiplano se reían de los corresponsales de provincia que, imbuidos por la fama de la aldea,  atribuían en sus textos el mote de “hombre leyenda” al exgobernador Fernando Gutiérrez Barrios. “A las leyendas no las secuestran”, alegaban burlones en la redacción de los medios nacionales. Cierto, pero a Gutiérrez Barrios sí lo secuestraron en diciembre del 1997 y estuvo varios día en cautiverio.

Todo se manejó con extremo sigilo pues su plagio fue un acto de Estado. Un escarmiento del sistema al que sirvió, que lo encumbró y lo defenestró. Entonces, el mito entró en apuros y tuvo que guardar silencio sobre su propia situación. El exgobernador falleció tres años después, el 30 de octubre del 2000, cuando tenía poco menos de dos meses de haberse convertido en senador por Veracruz.

Su suplente era la expresidenta de Teocelo, Noemí Guzmán Lagunes, quien se quedó en la curul el resto del periodo legislativo. La semana pasada se cumplieron 22 años del deceso de Gutiérrez Barrios y pocos en Veracruz lo recordaron. Su homenaje luctuoso ya no es un galardón de importancia como años atrás y solo sus familiares y los políticos que fueron cercanos al personaje le organizan ceremonias modestas.

Pues ahora otra leyenda está en apuros. Fue secuestrado Francisco Fernández Morales, apodado “El Potro” y líder desde hace muchos años del movimiento de resistencia llamado Asociación Civil “Chucho El Roto” que agrupa a vecinos de la región de La Antigua, Actopan y Alto Lucero que se oponen  los cobros excesivos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por el servicio de energía eléctrica.

“El Potro” desapareció el 27 de octubre, pero el gobierno estatal tardó doce días en reaccionar a pesar de que la denuncia pública la hicieron sus seguidores y familiares inmediatamente. Ellos mismos comenzaron su búsqueda porque en la Fiscalía no los atendieron. Ahora, el gobernante en turno, Cuitláhuac García, promete que lo encontrarán y castigarán a sus secuestradores. ¡Aguas!, allá ellos si le creen. Acuérdense lo que dijo de Viridiana Moreno cuando la reportaron desaparecida.