T   E   X   T   O

IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

CATARSIS ESFÉRICA

Al otro lado del mundo, en la arenosa y abrasadora Qatar se juega la Copa Mundial de Fútbol. Se trata de una catarsis global y de forma esférica tan necesaria en estos tiempos de tribulaciones. Las más graves, y que siguen flagelando: la pandemia de Coronavirus que nos metió en un infierno durante dos años, y la guerra Rusia-Ucrania. Ambas tienen consecuencias para todo el planeta que todavía no alcanza a superar y algunas que se agravarán en un futuro inmediato, especialmente las económicas.

Entonces, patear el balón y gritar: ¡Goool! Es una oración, un mantra, a fin de distraer el espíritu y darse a la fiesta reparadora sobre la cancha. Claro, el festejo futbolero distrae a la gente de otras cosas que deberían ser atendidas con urgencia, pero dado los dos años terribles que se han vivido bien vale la relajación anclada en un juego de pelota.  Y también soñar, como el martes cuando la Selección Mexicana logró un empate ante Polonia que supo a victoria con el “San Memo para-goles”. Se vale soñar o,  mejor dicho, es necesario soñar.

El de Qatar es un mundial futbolístico que desafía las normas de occidente. Un país multimillonario repleto de miserables, los pobres que vienen de otras naciones a servir como mano de obra barata y que carecen de los derechos básicos en materia laboral. La riqueza del reino árabe reposa sobre mano casi esclava. Y como lo han revelado varios reportajes periodísticos, unos 6 mil 500 obreros perecieron en la construcción de los estadios donde hoy se realizan los juegos. Se juega sobre la sangre de los esclavos modernos.

Obviamente la precariedad laboral y la ola de migrantes convertidos en trabajadores baratos no es privativo de Qatar. Hay otros grandes polos de atracción de quienes viven en países empobrecidos. Europa es el faro de prosperidad para millones de Medio Oriente, Asia y África. Lo mismo Estados Unidos y Canadá para los que habitan en Centro y Sudamérica.

La diferencia es el trato. En Norteamérica se sufre -y se muere- para llegar pero es posible alcanzar la utopía llamada “sueño americano”, es decir trabajar y ganar mucho mejor salario que en los países de origen. Tal vez hacerse “ricos” si hay un comparativo entre los estándares de vida entre ambas naciones. Y sobre todo y para muchos escapar de pesadillas como la miseria, la violencia, el crimen organizado, las dictaduras y la catástrofes climáticas.

En Europa es lo mismo con el agregado de que hay un mayor nivel de fraternidad y solidaridad de algunos gobiernos que tienden la mano a los migrantes, incluyendo los indocumentados. No todos  rebozan de benevolencia, pero la distinción es la tolerancia  de una parte de la sociedad europea. En Qatar y otra naciones multimillonarias de Medio Oriente solo priva la explotación pura y dura.

Los nativos tampoco la pasan muy bien pues aunque tengan holgura financiera están sujetos a un sistema teocrático que anula las libertades más esenciales. Las mujeres sobre todo están bajo represión milenaria. Por eso el Mundial de Fútbol es un escaparate para evidenciar lo que sucede en la sociedad qatarí y aprovechar -los que se animen- a denunciarlo en este gran escenario futbolero.

Los alemanes han sido los primeros. Los integrantes de la selección germana posaron para la fotografía previa al partido contra Japón cubriéndose la boca con la mano derecha en repudio al acto de censura porque se les prohibió portar el brazalete llamado “One Love” (Un Amor)  con los colores del arco iris para exigir apoyar a la comunidad LGTB+Q dado que en Qatar el gobierno musulmán prohíbe y castiga la homosexualidad.

Son gestos de protesta un poco timoratos, pero ahí están para el registro memorístico. No harán que las cosas cambien en Qatar, pero para los reprimidos qatarís  se trata de soplos de denuncia solidaria venida del exterior. Ellos sueñan a la par que todo el mundo y lo hacen con el balón rodando sobre el pasto.

En México, y en Veracruz, la competencia futbolística también hace soñar y olvidar un poco la miseria, las balas de los narcos, el reguero de cadáveres y la calamidad llamada “cuarta transformación”. Vaya, es más provechoso desvelarse para ver un partido mudialista que para escuchar la perorata en “La Mañanera” del tabasqueño. Entonces, ¡Viva el Mundial!

EL GAVIOTO CHEMA

Era noviembre del 2010 y en la catedral de San José Obrero, en Toluca, Estado de México se celebró una boda que anticipaba el espectáculo que duraría todo el sexenio venidero: el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto desposaba a la actriz Angélica Rivera, apodada “La Gaviota”. El mandatario era viudo, su esposa Monica Pretelini de nacionalidad francesa, había muerto en circunstancias sospechosas en el 2007.

“La Gaviota” fue llamada a realizar el papel de Primera Dama en el año y medio restante para el Estado de México y luego los seis años del peñismo. En ese matrimonio no hubo amor, dicen los bien enterados, solo un convenio comercial para interpretar un rol que acarrearía beneficios político-electorales. Antes de acabar el sexenio gubernamental, Rivera y Peña Nieto ya vivían separados y en febrero del 2019 estaban legalmente divorciados. La obra teatral había terminado.

Doce años después se repite la misma puesta en escena. También a dos años de los comicios presidenciales, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum se casará en segundas nupcias con el  físico Jesús María Tarriba quien de unos meses a la fecha es su pareja sentimental. Ella es divorciada, estuvo casada durante 28 años con Carlos Ímaz, obradorista, y quien fue grabado, cuando era jefe delegacional en Tlalpan,  recibiendo sobres con billetes del empresario argentino Carlos Ahumada.

En el 2016 se disolvió la unión, pero como hace falta una pareja para el rejuego electoral que viene a la mandataria capitalina le consiguieron su propio “Gavioto”. El bodorrio servirá para la propaganda electoral. Lo que son las cosas, los ‘chairos’ tanto que se pitorrearon del falso matrimonio de Peña Nieto al que calificaron como una maniobra mediática de la “mafia del poder” y Televisa para fabricar un presidente, y ahora recurren a la misma comedia. Ya no saben qué hacer para que la señora se gane la simpatía popular pues tiene la gracia de una remolacha.