T   E   X   T   O

IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

LOS CAIMANES

La noticia se intentó detener. Operaron desde el congreso local, pero aún así trascendió: el alcalde de Hueyapan de Ocampo, Juan Gómez Martínez, motejado “El Yona”, mandó a apalear a pobladores de la comunidad Paso de los Mangos que habían paralizado una obra carretera y  retenido la maquinaria que allí se utilizaba.

El motivo fue que el ayuntamiento incumplió con los acuerdos para que los insumos para la rehabilitación del camino que conecta a otro poblado, El Porvenir, se adquirieran con comerciantes de la zona y también se beneficiara a los lugareños al emplearlos como mano de obra. El gobierno municipal hizo lo contrario, entregó la proveeduría a negocios de un funcionario municipal.

Se trata de Emmanuel Castillo, actual director de Fomento Agropecuario y quien es uno de los operadores del famoso “Yona” en las triquiñuelas con el erario. Este individuo no solo maneja la proveeduría sino que también los contratos de obra pública a través de empresas que, en Hueyapan de Ocampo, todos saben que son propiedad de la familia Gómez Cazarín.

Al alcalde hueyapeño lo intentó proteger mediáticamente su hijo, Juan Gómez Cazarín, diputado local y titular de la Junta de Coordinación Política en la legislatura. Sus manejadores de prensa lograron que la mayoría de los medios informativos no sacara la noticia a pesar que en la agresión policíaca en Paso de los Mangos golpearon mujeres, ancianos y niños.

Sucedió el pasado domingo 20 cuando la policía municipal se presentó al lugar del plantón con el objetivo de “rescatar” la maquinaria que fue inmovilizada por los pobladores y contra los cuales arremetió sin importar que la mayoría de ellos fueran mujeres, algunas de la tercera edad, y varias que estaban acompañadas por hijos menores de edad.  Además de rociarles gas lacrimógeno y zarandearlas también intentaron despojarlas de sus teléfonos móviles pues habían grabado la agresión.

Para el registro quedó la amenaza, disfrazada de comparación, que un funcionario municipal les hizo momentos antes de la acometida policíaca. Este individuo señaló una afluente maginaria y les dijo – palabras más, palabras menos-: el río está lleno de caimanes, ustedes pueden cruzarlo arriesgándose a ser mordidos o irse más para allá donde está un puente que los salvará de los lagartos.

El mensaje traducido fue: con los que mandan no se metan porque saldrán mordidos. Mejor parábola no pudo utilizar este funcionario para amagar a los pobladores pues los caimanes son los Gómez Cazarín que tienen las fauces abiertas, llenas de colmillos y nada en un río fangoso de corrupción, listos para morder y devorar a quienes se les crucen en sus negocios con el dinero público.

Lo de Paso de los Mangos no es algo aislado, al contrario es apenas el asomo de lo que acontece con el manejo de la obra pública en Hueyapan de Ocampo y el uso de la fuerza municipal para arremeter contra la población de parte de esa familia que controla el ayuntamiento. Un agente municipal de una comunidad vecina -y que pide guardar el anonimato por temor a ser  agredido – asegura que a los habitantes de Paso de los Mangos les fue bien porque solo salieron apaleados y sus golpeadores fueron policías.

TIROS Y CABEZAS DE CERDO

El representante comunal cuenta que otros no han salido tan bien librados porque los van tras ellos son gente ligada a grupos fuera de la ley. De hecho, como nunca antes en Hueyapan de Ocampo registra una ola de violencia que inició a la par del gobierno municipal.

A la fecha se han contabilizado al menos una docena de ‘ejecuciones’ de obreros, agricultores, y comerciantes. Además trabajadores y líderes azucareros, profesores, transportistas, productores de caña de azúcar  y comerciantes están bajo “cobro de piso” por los grupos delictivos. Nadie se salva de pagarle a las organizaciones mafiosas.

Una muestra del nivel de atrevimiento del hampa se dio el pasado viernes 11 cuando un grupo criminal dejó una amenaza escrita contra Arturo Lara Toxtega, secretario general de la Sección 36 del Sindicato de Trabajadores Azucareros de la República Mexicana (Stiarm) del ingenio Cuatotolapan. También han sido amenazados Rafael Maldonado Aldana y Felix Gómez Torralba, secretarios del Trabajo y Organización de la misma organización seccional, respectivamente.

El cartel con la amenaza fue acompañado con una cabeza de cerdo, pero no es la primera vez que los dirigentes sindicales reciben amagos pues el 17 de febrero les dejaron un primer ‘narcomensaje’. Luego hicieron lo mismo con líderes de las organizaciones de productores cañeros. El motivo es la resistencia a pagar las “cuotas” de dinero que les exigen los delincuentes.

Varios obreros que se han negado a pagar extorsiones también han sido amedrentados. Uno de ellos, apodado “La Borrega”, fue abatido a tiros cuando regresaba del ingenio Cuatotolapan el 27 de marzo.  Y el 28 de septiembre, los huayapeños se conmocionaron por el asesinato a mansalva de Gabriel Morando, un conocido comerciante que fue acribillado por sicarios en un restaurante de mariscos.

Unos días antes, el empresario se había quejado de las altas cantidades de dinero que le exigía la mafia. El 2 de octubre, otro grupo se sicarios irrumpió en una fiesta para asesinar Jorge González, exempleado municipal quien salió peleado con los actuales funcionarios. Y desde el 9 de junio está  desaparecido Manuel Caballero, empleado de un minisúper cuyo propietario se rehusaba a pagar ‘derecho de piso’ al hampa.

Esa ola criminal no es una casualidad, por supuesto. El agente municipal consultado recuerda dos cosas. Una, el 22 de enero cuando apenas había sido instalado el nuevo cabildo, una caravana de hombres armados recorrió la cabecera municipal y Juan Díaz Covarrubias, la congregación más grande y próspera, exhibiendo armas y alardeando que eran “pura gente del señor Yona”.

Y la segunda, comerciantes, cañeros y sindicalistas acudieron al diputado Gómez Cazarín, el hijo del edil, para solicitarle ayuda por las amenazas que recibían, pero fueron ignorados. Más sospechoso aún es que tras recurrir al legislador a los pocos días comenzaron las agresiones directas. Pobre Hueyapan de Ocampo, tan lejos de Dios y tan cerca de los Gómez.