IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
LOS ‘CHAIROS’ MARCHOSOS
¿Cuánta gente fue a la marcha de ayer en la Ciudad de México? Decenas de miles, tal vez cientos de miles. El secretario del gobierno capitalino, Martí Batres ya no calculó en 12 mil los marchistas como lo hizo el 13 de noviembre pasado con la movilización ciudadana en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) sino que ahora dijo que fueron “un chingo y dos montones”.
Tan solo en la plancha del zócalo se reunieron 100 mil personas para escuchar el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador por su cuarto año de gobierno, muchos lo acompañaron desde su recorrido por cinco horas desde el Ángel de la Independencia y por toda la avenida Reforma. Fue una movilización multitudinaria, aunque el número es lo de menos pues la mayoría de los asistentes no lo acudió por voluntad propia.
Los estudiosos de la estadística calculan que casi todos fueron acarreados, o sea los llevaron facilitándoles transporte y recibiendo su “frutsi y torta”, pero de esetotal el 60 por ciento no lo hicieron por propia voluntad. Es decir que los obligaron a ir ya sea por amenaza directa de despido -en el caso de los burócratas – o por el condicionamiento del dinero mensual que se les otorga a través de los programas sociales.
Únicamente el 40 por ciento fueron ‘solovinos’, llegaron por voluntad propia. Ese 40 por ciento es el peso real de la marcha de ayer, los ‘chairos’ que siguen convencidos de que López Obrador encarna la patria y es la “esperanza de México”. No obstante, tal estimación es relativa porque muchos de ellos no mantienen su lealtad al tabasqueño o a la “cuarta transformación” por una vocación democrática sino porque reciben un beneficio personal de ambos.
Esa fracción de la “chairiza” que marchó son los funcionarios públicos -ojo, que no los empleados de gobierno -, los representantes populares -diputados, senadores, alcaldes, síndicos y regidores –, los líderes partidistas y toda esa fauna que vive del erario y gustosamente va a marchar cuando se le convoca ni ser acarreados ni subsidiados. Ellos mismos, de lo que medran del presupuesto, se pagan su traslado, duermen en hoteles y comen en restaurantes. Al final todo lo paga el pueblo.
Respecto a Veracruz, además de los miles de acarreados que el gobierno cuitlahuista llevó a la capital del país, los del gabinete estatal acudieron a marcha, se tomaron fotografías y las presumieron en las redes sociales, comenzando por el propio Cuitláhuac García. Esa es la muestra de los ‘solovinos’ que marchan no por el país sino porque están agradecidos de que viven como reyes a base del cargo que alcanzaron por el régimen.
Como lo declaró un viejo militante de izquierda que pasó por el PRD y ahora está en Morena detentando un cargo público: “es mejor marchar como ‘chairo’ que andar de ‘perra flaca’ como antes”. Exacto, tal frase viste de cuerpo completo a la ‘chairiza’ convenenciera que caminó el domingo desgañitándose en loas.
Y por supuesto que no se descalifica a la movilización pues los participantes del domingo tienen tanto derecho a manifestarse en las calles como los que lo hicieron el 13 de noviembre, solo se analiza las motivaciones de ir a gastar la suela. ¿Qué fue lo bueno del mensaje de López Obrador? Casi toda su alocución fue lo mismo de sus ‘Mañaneras’, el recuento de un México inexistente, culpas al pasado y promesas y más promesas.
Quizás lo que vale la pena destacar por la importancia que reviste fue que a la ‘chairiza’ prendida que exigía la reelección de López Obrador y se quedará por la fuerza en la Presidencia de la República como lo han hecho otros populistas autoritarios -Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Evo Morales en Bolivia o la eterna dinastía de los Castro en Cuba- el mandatario la atajó asegurando que no permanecerá en el cargo más allá del 2024.
Se dijo maderista y por ende honrará el principio de “no reelección”. Esa fue la cosecha positiva de la marcha del domingo, la promesa de que no habrá dictadura. Aunque ese dicho tampoco garantiza que no haya ‘Maximato’ o sea que López Obrador extienda su mandato a través de gobernantes ‘títeres’ que es su proyecto real.
Que siga mandando en el país mientras alguno de sus subordinados ocupa la silla presidencial, y para eso ayer también marcharon gustosas las tres “corcholatas” que están dispuestas a desempeñar el papel de marionetas: Claudia Sheinbaum, la predilecta, Adán Augusto López, el segundo preferido y Marcelo Ebrard, el emergente, que sería nominado solo si las circunstancias electorales le anticipan un susto al tabasqueño en caso de imponer a alguna de sus otras dos “corcholatas”.
VERGÜENZA LOCAL
En el interior del país hubo mini-marchas en algunas ciudades para concatenarlas con la realizada en la capital. No fueron tan numerosas como las que se realizaron el 13 de noviembre, pero caminaron conforme a su derecho. Lo vergonzoso fue que obligaron a personas enfermas, ancianas e incluso en silla de ruedas a salir a las calles bajo amenaza directa de quitarles las ayudas mensuales.
La orquestadora de tal trastada en el puerto de Veracruz fue la comapeña Rosa Hernández, diputada federal quien usó el padrón de la Secretaría del Bienestar para obligar a formar multitud bajo amago puro. La secundaron los regidores morenistas de Veracruz y Boca del Río. Pero en esa caminata local no se notó el “relevo generacional” como presumió López Obrador en la Ciudad de México al decir que la mayoría de los participantes eran jóvenes.
No, allí casi todos eran adultos mayores obligados para no perder sus pensiones y algunos visiblemente discapacitados que tuvieron que acudir por la fuerza. Estos tipos, los organizadores, no reparan en nada, son iguales que los antaño. Bueno en el caso de la comapeña Hernández nadie olvide que durante años le operó al innombrable. La cepa de la truculencia la tiene.
También en Veracruz, el obispo Carlos Briseño colocó los ‘puntos sobre las íes’ para que ningún ciudadano se confunda: la marcha no fue ciudadana sino gubernamental. Lo dijo sin cortapisas: “No es ciudadana, es del gobierno, el gobierno es el que la promueve y toda la maquinaria del gobierno está al servicio de este evento”. A ver, ¿alguien que lo desmienta?