IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
LOS MISERABLES
Más allá de los señalamientos por contratos de obra pública y proveeduría amañados, y los de acoso sexual al interior de la dependencia, lo verdaderamente reprobable en la Secretaría de Desarrollo Social de Veracruz es que no ha cumplido con su objetivo de rescatar a miles de familias de la necesidad extrema. Es una institución inservible.
Su titular, Guillermo Fernández Sánchez ha colocado a la dependencia en su peor etapa desde que fue creada. Sin resultados efectivos para combatir la miseria, usando el 75 por ciento de los recursos para sueldos de lujo y caprichos administrativos y llenándola de corrupción y nepotismo, hoy la Sedesol es una vergüenza pública.
Es, hoy por hoy, el símbolo máximo del fracaso de un proyecto político que se promocionó como a los pobres como el centro de sus prioridades, prometiendo que los sacaría de la necesidad extrema.. Nada fue cierto, tanto a nivel nacional como estatal el número de personas en pobreza se incrementó en los cuatro años que lleva la famosa “cuarta transformación” y ahí se da una peligrosa conjetura: ¿acaso aumentaron a propósito la cifra de pobres para agrandar el ejército electoral que depende y se azuza con las ayudas mensuales?
De ser así, entonces los miserables en ética y moralidad son ellos, los funcionarios del gobierno actual que lucran con la pobreza. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en todo el país hay 3.8 millones de “nuevos” pobres o sea, 3.8 millones de mexicanos que cayeron en la necesidad social durante los cuatro años del gobierno lopezobradorista.
Esto quiere decir que diariamente 2 mil 650 mexicanos cayeron en la pobreza bajo el régimen marrón, 79 mil al mes y 950 mil al año. Vaya forma de aumentar el cinturón de miseria. Cuando el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador y los demás morenistas afirmaban que “por el bien de todos, primero los pobres”, todos lo interpretaron mal pues no se referían a combatir la pobreza sino a generalizarla.
Ese sello de ruindad para con los más necesitados desbarata también el famoso “Humanismo Mexicano”, concepto que el domingo pasado acuñó López Obrador a fin, según él, de interpretar a su gobierno, pero que de humanismo no tiene nada porque se condena a millones para pasar hambre, al subdesarrollo y a la mediocridad.
Volviendo a Veracruz y a la comparecencia del secretario de Desarrollo Social, Fernández Sánchez, ante el congreso local que se realizó la semana pasada, el tipo volvió a repetir exactamente lo que dijo el año pasado en el mismo recinto parlamentario: que la pobreza en la entidad había descendido 2.2 por ciento. Sin embargo, esta vez omitió mencionar cifras pormenorizadas.
En el 2021 aseguró que 150 mil veracruzanos habían dejado de ser pobres bajo el gobierno de Cuitláhuac García. Si se revisan los reportes del Coneval se confirmará que del 2018 al 2020 hubo un descenso en la estadística de pobreza del 11.8 por cierto, lo que da para lanzar campanas al vuelo y si a eso se le suma lo que dijo Fernández Sánchez en el 2021 entonces la reducción oscilaría en el 14 por ciento. ¡Aleluya!
Pero todo es una engañifa. Lo que el Coneval reportó de avances en el bienio 2018-2020 se fue literalmente al caño, sí al caño de la corrupción, pues en diciembre del 2021 el propio Coneval difundió el reporte parcial – porque los informes integrales los elabora cada dos años – afirmando que en la entidad había 5 millones 076 mil pobres, es decir 332 mil 608 más que en el 2020 cuando la cifra se ubicó en 4 millones 744 mil 300.
Y en cuanto a la pobreza extrema – o sea la condición de aquellas personas que no tienen asegurada ni siquiera una comida al día – , Veracruz tenía en diciembre del año pasado un millón 337 mil 710 miserables cuando en el 2020 eran un millón 129 mil 800. Entonces, tan solo en un año, el tercero en el gobierno cuitlahuista, surgieron 332 mil “nuevos” pobres y de ellos 207 mil son miserables. Así, las cifras del Coneval desmienten lo dicho por Fernández Sánchez en el 2021 de que habían rescatado a 150 mil veracruzanos de la pobreza.
Ahora habrá que estimar otros 300 mil mil para este 2022, entonces el gobierno estatal estarían elevando el número de pobres en poco más de 600 mil en el cuatrienio que se lleva, y dando reversa a las estadísticas positivas que el Coneval otorgó hasta el 2020. En resumen: el gobierno de la “cuarta transformación en Veracruz” tampoco combate la miseria sino que la incrementa.
EL “HUMANISMO” GUINDA
El lapso de tiempo entre la recuperación de cifras, 2018-2020, y el declive a partir del año pasado tiene dos lecturas. Una, que la mayor parte del 2018 -once meses – correspondieron al gobierno del panista Miguel Ángel Yunes en cuyo bienio disminuyó en tan solo 2 puntos porcentuales la estadística de miserables, según el Conveval.
Respecto al 2019 se teoriza de que los cuitlahuistas que llegaron al gobierno todavía no se animaban a robarse descaradamente el presupuesto -lo hacían moderadamente, risas -, pero a partir del 2021 le perdieron el miedo a hurtar el dinero destinado a los pobres y eso se reflejó en el aumento de las cifras sobre la pobreza. Es el “humanismo” del que habla López Obrador aplicado en la aldea.
Aunque no todo son malas cuentas sobre el combate a la pobreza porque hay varias familias veracruzanas que dejaron de ser ‘jodidas’ o ‘clasemedieras’ a partir del 2018. Son al menos unas cincuenta, las de los funcionarios del gabinete estatal. Casi todos ellos ahora “comen con manteca”, tiene sueldos estratosféricos, han comprado residencias, ranchos, departamentos, automóviles de lujo, motocicletas, y demás. Ya no saben lo que es la necesidad.
Y una de esas familias que dejaron la pobreza es la del propio secretario Guillermo Fernández que cobra casi 300 mil pesos al mes en dos sueldos que percibe, que tiene a su nuera Rosalba Guillen cobrando en la Sedesol y a ocho sobrinos más en la misma nómina. Tan solo la familia Fernández y agregados se estarían llevando al mes casi un millón de pesos en salarios y compensaciones, sin contar con las transas por los contratos de obra pública y a proveedores. A esos vivillos -o vividores- sí les hizo justicia el “humanismo guinda”.