T   E   X   T   O

IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

EL NERÓN GUINDA

Pues siempre no. La magia de la Navidad no fue suficiente para que se callaran las pistolas. No hubo ese paréntesis de paz tan anhelado y en Veracruz -como en el resto del país – la delincuencia no descansó y la guerra tampoco paró. El fin de semana, que incluyó la Nochebuena y la Navidad, continúo el tiradero de cadáveres por doquier.

Se conoció de feminicidios, ‘embolsados’, baleados, secuestrados y desaparecidos. El último jalón en esa ristra de crímenes  sucedió ayer lunes en Atzalan con una masacre en el rancho “La Fortuna” donde sicarios acribillaron a tres personas. Así, el ‘baño de sangre’ no se detuvo ni por el nacimiento de El Mesías.

¿Y el gobierno estatal? Ausente, impávido e indolente. ¿Y el gobernante en turno, Cuitláhuac García? Sigue en la francachela, a veces cantando los villancicos de La Rama y otras apaleando piñatas en Las Posadas o cenando opíparamente en los convites de Nochebuena. Afuera se pueden estar matando y la gente cayendo bajo la lluvia de plomo, pero el mandatario no pierde ni el apetito ni las ganas de festejar.

¿Alguien recuerda cuando los caricaturistas locales y nacionales dibujaban a Javier Duarte en el último tramo de su gobierno comparándolo con el emperador romano Nerón que cantaba y tocaba la lira mientras Roma -y Veracruz- ardía? Pues así Cuitláhuac García que anda en la romería y el banquete mientras la sangre no para de correr por la entidad. Es el Nerón guinda que bailotea sobre los muertos.

Y como es el jefe son los subalternos. Nadie ha visto al secretario de Seguridad Pública, Cuauhtémoc Zúñiga pues dicen que se fue a festejar a su natal Oaxaca. La fiscala, Verónica Hernández la lleva alternando entre comilonas en Los Tuxtlas y las pistas de hielo inauguradas por su jefe, Patrocinio Cisneros, quien a su vez anda vestido de Rey Mago asustando a los pequeños.

¿Se imaginan el susto despertarse la madrugada del 6 de enero y encontrarse a este sujeto al pie de la cama con un temboruco en la mano? Acotación cultural: Temboruco es sinónimo de dulce, antojo, o sea un regalo apetitoso para agasajarse en una ocasión especial, aunque ese ‘Rey Malo’ de la “cuarta transformación” aldeana no trae nada bueno. Si lo ven por ahí en estos días con su corona y su faldón, ¡Corran y cuídense las billeteras!

LENGUA OCIOSA

Hablando del ínclito y en este mismo contexto sanguinolento, el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, es el mejor ejemplo del problema por no conectar el cerebro con la lengua. Cierto, no es cuestión de neurolingüística sino de coherencia, ética y memoria, pero el hecho es que ahí hay un entuerto que afrenta a las víctimas y sus familiares.

Ayer, el funcionario afirmó -orondo y sin tapujos- que no hay “focos rojos” -léase: señal de alarma- en la entidad por los miles de personas desparecidas y que eso algo que que solo se daba en los sexenios anteriores.

“Había en el gobierno de Javier Duarte y en el de Fidel Herrera, eso sí eran focos rojos y si bien suceden cosas en Veracruz no suceden con la misma frecuencia e intensidad que en el pasado”, dijo el bajacaliforniano. ¡Qué manera de mentir! El tipo insulta la memoria y la inteligencia de los veracruzanos.

¿Si no hay crisis por la desaparición forzada de veracruzanos entonces por qué su jefe, el gobernante en turno, Cuitláhuac García desde el primer minuto de su gestión emitió una declaratoria de emergencia humanitaria por la desaparición de personas? Más aún, de los 7 mil 300 desaparecidos que acumula Veracruz desde tiempos de la fidelidad, la tercera parte corresponde a lo que va del sexenio cuitlahuista.

En el 2019 desaparecieron 400 personas, en el 2020 fueron 500, en el 2021 sumaron 599 y hasta la primera semana de diciembre iban 680, o sea 2 mil 179 casos en desaparición forzada en en lo que corre de la gestión de Cuitláhuac García. Eso desmiente la perorata de Cisneros Burgos sobre que las crisis por la desaparición de veracruzanos es cosa del pasado.

Además, de las fosas clandestinas que se han localizado y explorado en estos últimos tres años se han extraído restos de personas que fueron plagiadas y asesinadas después de diciembre delo 2018 cuando inició el gobierno morenista. Entonces, las fosas y los muertos son ‘frescos’ y caen bajo la responsabilidad de García Jiménez.

¿Por qué Patrocino Cisneros se aventura a emitir tales declaraciones que son obviamente falsas? Porque le importa un bledo el tema, anda en la pachanga, disfrazado de Rey Mago en desfiles navideños. ¿Se vestirá también de El Viejo para que lo quemen con cohetes la noche del 31? El mago hechizo y ocioso anda en la chorcha y declara disparates para justificar el desastre en materia de derechos humanos que hay actualmente.

Y  ahí algo lo peligroso: el funcionario que debería tomar con mucha seriedad ese problema pues en su oficina recaen las acciones de gobernabilidad, seguridad interna y estabilidad en el estado, usa la tragedia de los desaparecidos de forma banal e irresponsable y se burla del dolor de miles de madres y padres que buscan a un ser querido ausente. Ese señor no tiene decoro ni vergüenza. ¡Qué se coma una jícama con chile para que tenga la boca ocupada y controle su lengua ociosa!, sugerirían los filósofos de La Pochota.

COMALES Y OLLAS

Lo que sucede en el panismo local donde están ensartados en acusaciones sobre pactos con el régimen morenista, se puede describir a la perfección con esa canción del orizabeño Francisco Gabilondo Soler, “El Comal y la Olla”. Sí, los yunistas y los chapistas se acusan de tener el rabo tiznado. Ninguno de los dos bandos se salva de los señalamientos de acuerdos soterrados con palacio de gobierno.

No es un secreto que desde allí se costea al tantoyuqueño Joaquín Guzmán quien a su vez mueve sus hilos entre los diputados locales para agradar a Morena, pero también va escalando el nivel de sospecha por el silencio del otro grupo, el yunista, ante los desmanes y abusos del cuitlahuismo. Y sobre todo el mutis ante el encarcelamiento del exfiscal Jorge Winckler, uno de los suyos que al parecer lo entregaron como ‘chivo expiatorio’. Manchados unos, mugrientos los otros.