T   E   X   T   O

IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

NI UN MINUTO

Como ya se ha citado, en el 2022 mataron a cuatro periodistas en Veracruz. Fue el año más sangriento para la prensa lo que va del sexenio cuitlahuista. Un comunicador fue victimado en el 2019, en el 2020 asesinaron a dos y otro más en el 2021. Y el 2022 también fue  cuando se llegó a la “paridad de género’ en las cifras mortales del gremio pues la mitad de las víctimas fueron mujeres.

Desde el 2011 a la fecha, seis mujeres periodistas han sido privadas de la vida y la mitad de ellas corresponden al sexenio cuitlahuista -María Elena Ferral Hernández, Yesenia Mollinedo Falconi, Sheila Johana García Olivera-. Las otras tres víctimas femeninas -Yolanda Ordaz, Regina Martínez y Anabel Flores – fueron el sexenio duartista.

Así, la administración de Cuitláhuac García ya igualó a la de Javier Duarte cuanto a la cantidad de comunicadoras asesinadas. Son paritarios y tan parecidos.

Sin embargo, ninguno de los cuatro reporteros asesinados en el 2022 fue mencionado por el presidente de la Comisión de Protección -risas- a Periodistas quien ayer compareció en el congreso local. Ninguno. Ni durante los 28 minutos que ocupó en su discurso inicial ni en los otros 99 minutos que duró la fase de preguntas y respuestas.

Ni José Luis Gamboa Arenas ni Yesenia Mollinedo ni Sheila Johana García ni Pedro Pablo Kumul Amaya que son los cuatro comunicadores asesinados en el 2022, le merecieron un tiempo al señor Silverio Quevedo. Ninguno fue citado por su nombre, ni se informó sobre sus expedientes judiciales ni tampoco hubo una mención para sus deudos, las víctimas secundarias. Ni el pésame, pues.

La única referencia a ellos fueron cinco imágenes proyectadas en un monitor mientras el presidente de la comisión daba su discurso de apertura. Cuando habló del rubro “Asesoría jurídica y acompañamiento”,al que solo le dedico 22 segundos, aparecieron fugazmente tres gráficas en las que aparecían las fotografías de Gamboa, Mollinedo y García, pero solo duraron tres segundos.

¡¡Tres segundos!!, en esas imágenes proyectadas a la velocidad de la luz para que nadie reparara en ellas. Sus nombres no fueron mencionados en el recinto legislativo a pesar de que sus muertes mancharon de sangre a Veracruz. De los otros cuatro periodistas masacrados en los años anteriores, Jorge Celestino Ruiz, María Elena Ferral, Julio Valdivia y Jacinto Romero, solo citó vagamente a Romero Flores.

Poco antes de terminar la comparecencia y a pregunta de la diputada emecista, Maribel Ramírez, el comisionado presidente dijo: “en el año 2022  tuvimos tres casos (sic), el de Jose Luis Gamboa y otras dos compañeras en Cosoleacaque”-ni siquiera las citó por nombre de pila-. Y a Kumul Amaya no lo aludió, la comisión no lo considera periodista.

“Nosotros nos pronunciamos para que en las investigaciones no se descartara el ataque a la libertad de expresión. Pero la Fiscalía nos informó que no hubo elementos para considerar que los tres casos fueran en virtud (sic) de la libertad de expresión”. Ahí ocupó menos de un minuto. Poco antes había mencionado los pronunciamientos de esa comisión por el décimo aniversario del crimen del periodista Miguel Ángel López Velasco. Y paren de contar. No hubo más palabras para los colegas muertos y desaparecidos.

¿Para qué sirve una comisión de este tipo si ni siquiera se ocupa de los periodistas asesinados?, ¿acaso la agresión última y más aberrante no es privarlos de la vida?, ¿por qué mantener un ‘elefante blanco’ tan costoso si no se ocupa siquiera de mencionar por sus nombres a los muertos cuando se rinde un informe sobre su labor?

Más que una contradicción al objetivo de esa comisión creada tras los asesinados en serie de comunicadores, es una ignominia para el gremio mismo. Por eso sonó a burla la frase con la que comenzó su discurso el señor Quevedo: “quiero expresar nuestro agradecimiento profundo a los periodistas veracruzanos, ha sido gracias a su confianza que la atención y los servicios (de esta comisión) están a su disposición han alcanzado cifras históricas”.

Claro que mueve a la carcajada. ¿Cuál atención?, ¿cuáles servicios? Si los muertos, muertos están -diría el clásico-, y además silenciados desde la misma comisión. La frase se presta también a una interpretación más perversa: ¿se agradece a los periodistas por vivir del erario a costa de ellos, sean protovíctimas o no?, ¿se les agradece que sean el pretexto para estar en la nómina pública?

18 DÍAS “TRABAJADOS”

¿En que ocuparon el año esos comisionados? En puras reuniones y cursillos. Les fue muy bien, cobraron mucho y trabajaron poco. Según lo dicho por el mismo presidente de la elefantina comisión, los diez integrantes solo “trabajaron” ¡18 días al año! Y eso entrecomillas pues celebraron 18 sesiones -seis ordinarias y 12 extraordinarias- , pero la mitad fue por vía temática.

Los otros 347 días del 2022 se la pasaron meciéndose en la hamaca. El que más trabajó fue el anodino secretario ejecutivo, Israel Hernández, quien laboró 47 días más que los comisionados pues presidió 65 reuniones. Sin duda que sudó el sueldo con tantísimas y atareadas jornadas. Risas.

¿En que se gastaron el dinero? De los 19.9 millones de pesos que se le entregaron en el 2022, solo 1 millón 450 mil pesos se ocuparon en pago de viáticos, manutenciones, aparatos electrónicos de monitoreo, formación académica y demás “ayuda social” a los comunicadores. Además se ocuparon 240 mil pesos para el pago de premios de un concurso hechizo de “periodismo de investigación”.

En total fue un millón 700 mil pesos lo que se destinó en apoyos a los informadores. Es decir, el 8.5 por ciento de la bolsa millonaria. Los otros 18.2 millones se lo repartieron en sueldos, bonos y viáticos tanto los comisionados como el resto del personal que cobran en la paquidérmica institución. ¡¡ Los oficinistas cobran más que los periodistas agredidos o necesitados!! En la nómina de los desocupados se va casi todo el presupuesto.