ANDRÉS TIMOTEO
LA CIUDAD Y LOS PERROS
Se toma prestado el titulo de la novela del peruano Mario Vargas Llosa aunque este texto no tiene que ver con la milicia sino con una realidad cruel de las grandes metrópolis del mundo. Tampoco el cabezal es una ofensa ni mucho menos sino una metáfora para describir el fenómeno. Hay un video en el canal Strolling The City (Vagando la ciudad) de YouTube donde se muestra el panorama de la tormenta invernal llamada “Ciclón bomba” que azotó a los Estados Unidos.
Sin ‘voz en off’ de quien graba y solo con los sonidos de su caminar sobre la nieve y de la ciudad misma, el youtuber se encuentra con una sorpresa en las calles de Manhattan: un ‘homeless’ o indigente que duerme en una acera únicamente envuelto en un saco y con la cabeza recostada sobre una maleta. Se supone que allí ha pasado varias horas, quizás toda la noche, porque está casi cubierto por la nieve. No hacen falta palabras ni ver la cara del youtuber para notar su pasmo ante la escena, los movimientos de la cámara lo dan a entender. (http://y2u.be/kYybyFVaDiw).
De acuerdo con las teoría de la comunicación a través de la imagen, en este caso el video, y leído desde el tamiz del informativo lo que se aprecia del minuto 18:20 al 24:00 es una historia noticiosa: alguien que no ha muerto congelado a pesar de haber dormido en la intemperie con temperaturas bajo cero. La historia tiene, por fortuna, un final feliz: el youtuber va a una cafetería para comprar una bebida caliente, un sándwich y una fruta, y se los lleva al indigente quien se mueve, da señales de vida.
Más adelante aparece un activista de la organización Manhattan Outreach Consortium (MOC) para ocuparse de la situación. Desde el 2007, la MOC se dedica a ayudar a los méndigos de Nueva York. En el minuto 1:07:07 se capta a otro indigente también durmiendo en la acera a solo tres cuadras de la emblemática catedral de San Patricio, en plena Quinta Avenida.
El video de este fotógrafo de profesión quien desde 2020 comenzó a retratar a Nueva York con grabaciones de buena calidad, muestra la fase opaca de turística Ciudad de los Rascacielos, considerada un símbolo del desarrollo. Pero allí la suerte de los desfavorecidos es igual de terrible que en cualquier otro sitio del planeta.
La madrugada del 20 de enero fue encontrado muerto el fotógrafo suizo René Robert en una calle aledaña a la Plaza de la República en el populoso barrio 11 de París. El artista de 84 años caminaba por la noche anterior y sufrió una caída que le provocó un desmayo. Nadie se detuvo a auxiliarlo porque todos los transeúntes pensaron que era un ‘Sans-abri’ (Sin-hogar) más de los que abundan por la zona. Aquella noche el termómetro marcó cero grados y aunque no nevó Robert murió de frío.
El fotógrafo no era un indigente pero corrió la misma suerte de los otros 500 que cada año perecen en toda Francia por vivir y pernoctar en la intemperie. La muerte de Robert, allí en el suelo tirado sin nadie que lo notara, es considerada un “asesinato por indiferencia”, aunque la definición es un tanto romántica pues lo ocurrido es que la ciudad se lo tragó a la vista de todos, algo común en las grandes urbes.
El azar es retorcido ya que horas más tarde, la noche del 20 al 21, se efectuó en París la edición número cincuenta de la “Nuit de la Solidarité” o “Noche de la Solidaridad” que convoca a autoridades y organizaciones benévolas para recorrer las calles a fin de encontrarse con los ‘Sans-abri’, llevarles ropa, comida, enseres y, a la vez, contarlos. El resultado del censo fue 2 mil 600 viviendo en las calles parisinas y la ‘banlieu’ -los municipios conurbados-. Son 229 menos que en el 2021.
DIENTES DE ORO
Cierto, descendió el número de personas ‘sin hogar’, pero ¿qué pasó con los que ya no fueron contados?, ¿encontraron una residencia?, ¿reconstruyeron sus vidas?, o ¿también se los tragó la ciudad?. Es muy posible que sea lo último. Es la cruel realidad a pesar de que París es una urbe menos indiferente y agresiva para con los desfavorecidos.
Las autoridades municipales tienen brigadas permanentes de auxilio a los indigentes, en invierno les proporcionan refugios y en el verano duchas móviles para que se aseen y refresquen. Hay alrededor de 2 mil activistas de organizaciones no gubernamentales dedicadas a socorrerlos, una de ellas funciona desde 1985 y se llama “Restos du Cœur” o “Restaurantes del Corazón” que reparte diariamente comidas y cenas calientes a cientos de necesitados.
Pero el fenómeno de la gente viviendo en la calle persiste y es la parte maculada de la Ciudad Luz. Por ejemplo, en una de las calles laterales del turístico cementerio de Montparnasse hay decenas de personas viviendo en casas de campaña montadas sobre la acera. Ahí están, invisibles para todos. Y no solo son ellos, personalmente se ha visto a migrantes latinoamericanos, asiáticos y africanos que duermen en las calles, en casetas de cajeros automáticos, en andenes del metro y bancas de los parques, aun teniendo sus documentos en regla.
Son, por supuesto, el rostro de la miseria en una metrópoli rica y cosmopolita. En París, Nueva York y en muchas otras urbes se cumple la letra de la canción-poesía “Corazón de neón” de la vasca Orquesta Mondragón de que son “ogros con dientes de oro” porque devoran pero sus fauces atraen, enamoran, y “pájaros heridos envueltos en celofán” pues a la humanidad lesionada se le decora vistosamente como si fuera un regalo para disimular su decadencia.
He aquí el poema completo: “La ciudad donde vivo ha crecido de espaldas al cielo./ La ciudad donde vivo es el mapa de la soledad./ Al que llega le da un caramelo con el veneno de la ansiedad./ La ciudad donde vivo es mi cárcel y mi libertad./ La ciudad donde vivo es un ogro con dientes de oro,/ un amante de lujo que siempre quise seducir./ La ciudad junta a Dios y al diablo, al funcionario y al travestí./ La ciudad donde vivo es un niño limpiando un fusil.
La ciudad donde vivo es un monstruo con siete cabezas,/ es un pájaro herido envuelto en papel celofán./ Un inmenso barril de cerveza que de repente puede a estallar./ La ciudad donde vivo es el templo del bien y del mal./ Corazón, corazón, corazón, corazón de cemento./ Corazón, corazón, corazón, corazón de hormigón./ Corazón, corazón, corazón, enfermo de polución./ Corazón, corazón, corazón, corazón de neón”.