ANDRÉS TIMOTEO
INSANIA VERBAL
“Yo quiero primero diferenciar lo que es una imagen del país que se maneja en el exterior y una realidad que hay en el interior. Es claro que el país ha sido víctima de una campaña de difamación cuyo motivo fundamental era apartarla del resto del mundo, aislarla, eso está totalmente probado. ¿En qué se basaba esa campaña? En la desinformación de otros países respecto al nuestro, en la distorsión de las noticias y en la ingente cantidad de dinero para la subversión (contra nuestro gobierno)”.
“Hoy el país goza de paz, goza de libertad, goza de respeto a la dignidad de cada uno de los hombres, es un precio que se tuvo que pagar y que el pueblo estuvo de acuerdo en pagarlo para poder hoy vivir en paz, en libertad y con dignidad. Si el pueblo, único juez de lo que ocurre en el propio país ha dado ya su veredicto, no debemos darle la razón a quienes pretenden juzgarnos desde afuera sin conocer nuestra realidad y sin derecho a indagar lo que el pueblo ya juzgó. El país es mucho más que muertos y desaparecidos, y repudiamos esa imagen (falsa) de un país en medio de un baño de sangre”.
¿Lo dijo presidente Andrés Manuel López Obrador ante el pronunciamiento del Parlamento Europeo por la ola de asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos? Cualquiera diría que sí, pero no fue él sino un autócrata con ideas parecidas. Esos dichos fueron pronunciados hace 42 años por Jorge Rafael Videla, el primer jefe de la Junta Militar que gobernó a la Argentina durante la última dictadura -1976 a 1983-.
Sus palabras, en aquel mayo de 1980, fueron para repudiar el cuestionamiento de muchas naciones principalmente las europeas sobre la masacre y desaparición de personas, entre ellas periodistas. La dictadura militar dejó 11 mil desaparecidos según la Comisión de la Verdad – y 30 mil de acuerdo con las organizaciones civiles-, pero Videla negaba los delitos de lesa humanidad y acusaba a las naciones de injerencistas porque juzgaban al país sin derecho. Vaya, igual que ahora lo hace López Obrador frente a crisis de derechos humanos en México.
Cuatro décadas después, el tabasqueño le mandó una carta de respuesta a los integrantes del Parlamento Europeo que contiene frases e ideas que son una copia del discurso del dictador argentino. Por ese pronunciamiento a favor de que se atienda la ola de asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, el tabasqueño los señala de sumarse “a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación, impulsada por millones de mexicanos”. O sea que el pueblo ya juzgó como lo pregonaba también Videla.
Y para muestra, López Obrador lo puso en sus propias palabras: “Si estuviésemos en la situación que ustedes describen en su panfleto, nuestro presidente no sería respaldado por el 66 por ciento de los ciudadanos, como lo publicó la encuesta de la empresa Morning Consult que lo coloca en segundo lugar entre los principales mandatarios del mundo”, expone la carta del gobierno mexicano.
“Se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas. El Estado no viola los derechos humanos, México es un país pacifista que ha optado por la no violencia y somos partidarios del diálogo, no de la guerra. Dejen atrás su manía injerencista disfrazada de buenas intenciones. Ustedes no son el gobierno mundial”, frases e ideas similares a las dictador argentino, se insiste, y con ellas López Obrador se plañe de que hay un complot intervencionista.
Y no. Lo peligroso no es el desplante ni el lenguaje panfletario y corriente de López Obrador para con los parlamentarios europeos sino su argumento que niega la realidad y construye una realidad paralela para normalizar la violencia contra los periodista y sacarla del foco de la atención mundial. Que mueran en silencio y si alguno se ocupa de ellos es intervencionista y golpista. Hoy las palabras del despótico Videla resucitan en la boca del caudillo tabasqueño. Son las locuras verbales de los tiranos.
Los diputados y gobernadores morenistas han apoyado esa respuesta ordinaria cuando hace apenas siete años, en el 2014, bailaban de contentos porque el mismo Parlamento Europeo condenó y exigió justicia para los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos durante el régimen de Enrique Peña Nieto. En ese entonces, López Obrador y sus huestes hicieron fiesta con el pronunciamiento y alabaron a los europeos. Ahora los escupen cuando les señalan sus omisiones, tolerancia y posiblemente complicidad con los exterminadores de la prensa.
REPUDIO Y VERGÜENZA
Con la venia del editor y la comprensión de los lectores por el uso de la primera persona, expreso mi repudio y vergüenza por la carta panfletaria de López Obrador y el respaldo a la misma de los legisladores y gobernantes acomodaticios en sus convicciones frente a las libertades y la defensa de las víctimas, especialmente las del gremio periodístico. Hoy vociferan contra Europa y pretenden meterla en el saco de sus odios y excusas para esconder lo que no hacen a pesar de que es su obligación: proteger a sus propios ciudadanos que están bajo plomo.
Europa tiene una larga vocación de denuncia y apoyo a la población mexicana cuando la asolan delitos de lesa humanidad, no es algo nuevo ni que se derive de conspiraciones que solo existen en la mente del paranoico de palacio nacional. En el caso específico de los periodistas, Francia, Alemania, España y Reino Unido han abierto sus puertas a reporteros mexicanos en riesgo, me cuento entre ellos, desde sexenios anteriores. Los morenistas son amnésicos a conveniencia.
Un ejemplo: en el 2012, Francia fue el primero en repudiar el asesinato de Regina Martínez mientras el gobierno peñista y el duartista buscaban la forma de ocultarlo, darle impunidad a sus asesinos y enlodar la memoria de Regina. En España hay el único monumento para ella cuando en México ni siquiera la han honrado con la justicia. En Europa me he encontrado también a muchos activistas refugiados que no encontraron protección en México ni siquiera en la verborreica “cuarta transformación”. El presidente y sus corifeos mienten a destajo. Son patéticos, dan vergüenza.