ANDRÉS TIMOTEO
SE PISAN LA COLA
¿Qué hizo Julio Scherer Ibarra este fin de semana con su declaración escrita en la revista Proceso? En términos políticos, literalmente abrió en canal el régimen lopezobradorista y mostró a todos sus intestinos podridos. Confirmó lo que ya muchos periodistas y analistas políticos habían adelantado: el pleito interno en las cúpulas de la llamada “cuarta transformación” y la ruta hacía su implosión, o sea que están reventando desde adentro.
Corrupción a la vista de todos, es la frase clave y el golpe no vino de la oposición partidista ni de los molestos periodistas ni de agentes del extranjero a los que siempre culpa el tabasqueño cuando lo ponen en evidencia. No, el escándalo ahora proviene de sus mismos incondicionales, de los que empoderó y, paradójicamente, a quienes les encomendó ayudarlo a combatir la corrupción. Estos señores no barrieron las escaleras de arriba para abajo, como prometió que haría López Obrador, sino que se robaron la escoba, el recogedor y hasta la basura.
La relatoría que hace Scherer Ibarra, exconsejero jurídico de la presidencia, en la revista muestra las turbiedades entre los cercanos a López Obrador. Acusa al fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero y a la exsecretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, hoy presidenta de la mesa directiva en el Senado, de hacer mancuerna para atacarlo y tratarlo de llevarlo a los tribunales con un tinglado judicial para implicarlo en el delito de extorsión a políticos y abogados que estuvieron encumbrados en sexenios pasados.
Pero este pleito no es la tradicional mordacidad palaciega que siempre existe en la cúpulas del poder sino que lleva implícita la comisión de delitos graves. Por ejemplo, Scherer revela que Gertz Manero le pidió directamente que lo ayudara a mantener en la cárcel a su sobrina política y seguir hostigando judicialmente a su excuñada, mujeres de 69 y 90 años respectivamente, a las que acusa de la muerte de su hermano Federico Gertz.
Por donde se le vea es un delito flagrante: usar la FGR, para perseguir a sus parientas y pedir al consejero presidencial que lo ayude a torcer la ley y cometer un abuso de autoridad. Esa sórdida petición tuvo un testigo de calidad, Jorge Carrasco, periodista y director de la revista Proceso que estuvo presente en esa ocasión. Carrasco tiene la autoridad ética y periodística acumulada a lo largo de su trayectoria.
Fue el delegado de Julio Scherer papá para conocer de las investigaciones por el asesinato de la periodista Regina Martínez en el 2012 y por esa tarea fue amenazado de muerte por funcionarios del gobierno de Javier Duarte. Tras conocerse una conspiración para agredirlo -posiblemente para asesinarlo-, Carrasco tuvo que abandonar el país y durante un tiempo estuvo refugiado en Francia. Hoy como ayer, el reportero es testigo de las cochinadas cometidas ya no en el duartismo sino en el lopezobradorismo.
Esa sola petición que hizo Gertz a Scherer es motivo suficiente para que en el Senado se proceda a su destitución pues es un delincuente confeso que perdió la probidad no puede seguir como abogado de la nación. Con Gertz se coludió Sánchez Cordero quien también fue exhibida en la declaración hecha al semanario. Vaya caso, los pilares del lopezobradorismo contra la corrupción están manchados de porquería: la Fiscalía General de la República, la Secretaría de Gobierno -en tiempos de Sánchez Cordero-, la Consejería Jurídica de la presidencia.
Y si a esos le sumamos la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, cuando ahí despachaba Santiago Nieto, otro involucrado en enriquecimiento inexplicable y posible abuso de autoridad, pues se completa el cuarteto de la podredumbre. Los titulares de esas cuatro dependencias deberían ser personas probas, honorables, intachables y con una credibilidad a prueba de bomba, pero resultaron lo contrario porque acumularon fortunas a cargo del poder:
Mansiones en México y el extranjero -Gertz es todo un casateniente de lujo pues tiene departamentos en Madrid, París y Nueva York-, coches de alta gama -nuevamente les gana Gertz con 122 automóviles de lujo-, ranchos, millonarias cuentas bancarias en paraísos fiscales y empresas o despachos abogadiles con socios y prestanombres para hacer dinero con el tráfico de influencias.
Los cuatro han enderezado investigaciones judiciales en contra de ellos mismos, se acusan entre sí de ilícitos y están en la camorra no el afán por el poder sino por el dinero. En resumen: las ratas de lopezobradorismo se pisan la cola entre ellos. Tremendo asunto que eleva la decepción de quienes se comprometieron a hacer “el cambio verdadero” y la “esperanza de México”.
El en caso del jefe de todos ellos, López Obrador, el escándalo de corrupción de su primogénito, José Ramón López Beltrán le desbarató al tabasqueño el discurso de la austeridad y la rectitud personal y familiar, y ahora lo revelado por Scherer le estropea los instrumentos técnicos para combatir la corrupción. Corrupción es la palabra, se insiste, y lo que tanto decía odiar el tabasqueño de eso se está ahogando.
ABEJARANADO
Dios los hace y el diablo los junta. Ahora el gobernante Cuitláhuac García hace el uno-dos con René Bejarano, uno de los íconos de la corrupción lopezobradorista desde en 2006, para atacar al senador Ricardo Monreal. De forma coordinada, diputados allegados al cuitlahuismo y el propio Bejarano salieron a la palestra a pedir su destitución como coordinador senatorial y lo acusaron de traidor de la causa morenista.
Recurrir al “Señor de las Ligas” y a legisladores insustanciales demuestra la falta de personajes con estatura política y académica para confrontar al zacatecano que le ha ganado en el discurso y en la práctica jurídica todas las justas a García Jiménez. En la aldea no tienen tribunos que le debatan como ordena la praxis política. En una sola frase, Monreal los puso en su lugar: me atacan los corruptos. Ni cómo desmentirlo.
Emberrinchado por no ganarle en la retórica ni en el quehacer legal, García Jiménez mantiene encarcelado a su secretario senatorial, Manuel del Río Virgen, pero mientras más días éste permanezca en prisión más escenario le da a su rival para seguir tundiéndolo. Busca infructuosamente tenderle la cama mientras se ‘abejarana’.