TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

DE PRIMERA Y SEGUNDA

El jueves pasado se cumplió un mes de la invasión de Rusia en Ucrania y en términos de medición de fuerzas, al menos en la apreciación simple de las capacidades de ambos países, ha sucedido un hito porque los soviéticos no aplastaron a los ucranianos. La guerra que Vladimir Putin pretendía ganar en 48 horas se ha extendido otras 792 horas -contando este lunes-, Kiev, la capital ucraniana, no ha capitulado y las tropas rusas se estancaron en el territorio invadido.

Cierto, no han dejado de bombardear a las ciudades y pueblos pero no funcionó la ‘guerra relámpago’ que pretendía Putin. Ya va un mes y cinco días de conflicto y no hay para cuándo. Será larga, dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien lidera el contraataque global- financiero hacía Rusia. La intervención de Estados Unidos, Europa y demás países aliados niveló en lo posible el rasero de la guerra. No le alcanza a Ucrania para ganarla pero sí para defenderse y resistir con el avituallamiento de armas y víveres.

Pero así como hay raseros distintos en cuanto a la conflagración armada también lo hay en el trato hacia los desplazados pues los países europeos están acogiendo a decenas de miles que huyen de Ucrania.  El recibimiento lo hacen con una solidaridad sorprendente, sobre todo viniendo de los gobiernos que no de los ciudadanos porque el altruismo y los gestos de humanidad siempre parten de la población. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) unos 10 millones de ucranianos ya dejaron sus lugares de origen para moverse a otros puntos a fin de escapar de balaceras y bombazos.

De esos, entre 3 y 4 millones se han desplazado hacia el extranjero y estarían sobre todo en las naciones vecinas, pero también en el resto del continente europeo. En promedio, cada una de las 27 naciones de la Unión Europea estarían recibiendo al menos 70 mil refugiados en una primera etapa, aunque hay países que ya han rebasado por mucho esa cifra como Polonia donde ya están 800 mil personas,  Hungría con 300 mil y Moldavia 200 mil.

A Francia han llegado 30 mil y a España unos 80 mil. En el país galo se percibe muy puntual el doble rasero porque al norte, en Pas-de-Calais, ubicado al lado del Canal de la Mancha, se instaló un campamento de refugiados a los que se les ofrece comida caliente, ropa, medicamentos y asesoría legal para tramitar sus documentos migratorios muy diferente al trato dado al resto de inmigrantes que durante años han vivido en ese lugar esperando cruzar hacia Gran Bretaña.

En Calais había campamentos de indocumentados que fueron desmantelados hace dos años con lujo de fuerza. Allí también son frecuentes las redadas y deportaciones. Solo la intervención de organizaciones civiles ha logrado detener la embestida gubernamental contra los indocumentados. Decenas de ellos también pierden la vida cada mes porque se aventuran a nadar los 50 kilómetros de las heladas aguas de La Mancha para llegar a Inglaterra o montándose sobre los contenedores de los camiones que cruzan el Eurotúnel.

A mitad de semana, en una escuela de Nápoles, Italia, niños venidos de Ucrania  fueron recibidos con globos, aplausos y golosinas por sus nuevos compañeros y maestros. ¿Por qué no hacen lo mismo con los niños afganos, sirios, eritreos, palestinos somalíes, sudaneses y kurdos que llevan años viviendo el terror de la guerra y en su intento de huir del infierno se ahogan en el Mediterráneo, mueren de sed en los desiertos o congelados en los parajes cuando se aventuran por tierra durante el invierno?

Y sorpréndanse: Estados Unidos ha anunciado la acogida de 100 mil ucranianos quienes además tendrían derecho a la residencia si así lo deciden una vez que termine la guerra. ¿Y nuestros migrantes mexicanos y centroamericanos que también huyen de situaciones  muy parecidas a las de la guerra: violencia extrema de dictaduras gubernamentales o del crimen organizado, de los desastre naturales y sobre todo de la pobreza extrema? Está guerra pare refugiados de primera y segunda categoría.

TALES PARA CUALES

También la semana pasada muchos se escandalizaron porque en la Cámara de Diputados se conformó el “Grupo de Amistad México-Rusia” a instancias de algunos comunistoides trasnochados -ojo, que no comunistas ni mucho menos socialistas- encabezados por parlamentarios de los partidos del Trabajo (PT) y Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Al evento fue invitado de honor el embajador ruso Víktor Koronelli.

Que nadie se espante, sobre todo los panistas simuladores, pues el 2 de septiembre del año pasado varios legisladores de Acción Nacional recibieron en el Senado a Santiago Abascal, líder del partido ultraconservador Vox, de España. Es más, hasta firmaron la famosa “Carta Madrid” en la que se comprometieron a defender la ideología extremista y pronazi.

Entre Putin y Abascal no hay muchas diferencias y sí demasiadas similitudes: el lenguaje agresivo, el racismo, la homofobia, la misoginia, la intolerancia y el ruso la beligerancia con las armas -en el caso del ruso- y los llamados de acciones violentas -en el caso del español – contra extranjero especialmente los indocumentados. La más reciente propuesta de Vox es crear una especie de Ministerio de Expulsión para que el gobierno español tenga las armas jurídicas a fin de ‘cazar’ migrantes y llevarlos a cárceles para después forzadamente regresarlos a sus países.

Además ha pedido la expulsión inmediata con uso de la policía o del ejército de al menos 52 mil migrantes indocumentados, incluyendo los famosos “Menas” o Menores Extranjeros No Acompañados a los que acusa de delincuentes y responsables de la inseguridad en la península. Ahora con la guerra ruso-ucraniana, Vox se ha opuesto a recibir a los desplazados y ha intento bloquear en los parlamentos autonómicos -legislaturas estatales las llamarían en México – las declaraciones para condenar la invasión de Rusia en Ucrania.

Ah por cierto, nadie lo olvide -pues  la memoria es importante para detener a los pronazis- que los senadores veracruzanos Julen Rementería e Indira Rosales San Román son firmantes de la “Carta Madrid”, recibieron con aplausos a Santiago Abascal y defienden las causas de Vox. ¿En qué se diferencian los azules de los comunistoides pro-rusos marrones? En casi nada, son tales para cuales.