ANDRÉS TIMOTEO
DOÑA ROSARIO
Se fue físicamente Rosario Ibarra de Piedra, una de las mujeres enormes que ha dado el país. Murió el fin de semana y el luto es nacional. La realidad actual de la resistencia de miles de familias mexicanas ante la tragedia no se puede explicar sin lo que hizo Doña Rosario durante medio siglo: fue la primera en impulsar a las madres de familia para buscar a sus hijos desaparecidos y a enfrentarse a los poderosos exigiéndoles que se los regresaran. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!, era el grito
Todas las madres que hoy andan excavando la tierra en busca de sus hijos, esposos, padres, hermanos, nietos y demás parientes que habrían terminado en una fosa clandestina, siguen la enseñanza de Doña Rosario. Son ‘Rosarios’ todas ellas. Ibarra de Piedra era una ama de casa de clase media alta en Nuevo León y en 1974 su hijo Jesús Piedra Ibarra fue detenido y desaparecido por la terrorífica Dirección Federal de Seguridad Pública (DFSP), la policía política, torturadora y asesina de régimen.
Al hijo lo acusaron de pertenecer a una organización guerrillera y nunca se le volvió a ver. Durante 48 años Doña Rosario no dejó de buscarlo. No lo hizo en solitario pues entendió que la organización era fundamental para enfrentarse al Estado genocida y persecutor, por lo que fundó el primer colectivo de buscadores llamado Comité ¡Eureka!, para documentar los casos de desaparecidos, acompañar a sus familiares y realizar las gestiones ante las instituciones -juzgados, ministerios públicos, funcionarios -.
Ella también comprendió que si se quería cambiar algo en el país se necesitaba de la política y por eso tuvo que hacer faena en esas lides a fin de ganar espacios para la causa. Fue diputada, senadora y candidata a la presidencia de la república. Pequeña de estatura física, pero gigante en determinación y valentía, ella se plantó frete a frente con verdaderas ‘bestias negras’ del régimen priista, los autores intelectuales de miles de desapariciones forzadas y de la represión selectiva. Una paradoja es que uno de esos monstruos es Manuel Bartlett secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid y hoy funcionario de la “cuarta transformación”, redimido y santificado por el lopezobradorismo.
La búsqueda que Doña Rosario inició hace medio siglo la continúan miles de mujeres en todo el país y es algo agridulce porque se supone que no debería haber colectivos de búsqueda porque tampoco debería haber personas desaparecidas, pero los hay y para atender el genocidio sirven las herramientas de resistencia, denuncia, gestión, acompañamiento y vocería de las actividades de búsqueda que proporcionó Doña Rosario con su ejemplo de vida.
¿Cuántos desaparecidos logró encontrar el Comité ¡Eureka!? Unos 150 y obtuvo la liberación de al menos mil 500 presos políticos, pero entre ellos no estuvo Jesús Piedra, el hijo de Doña Rosario. Sin embargo, el sábado pasado finalmente lo encontró en los terrenos espirituales. ¡Eureka¡ para la madre de los desaparecidos. A Doña Rosario no se le deben escatimar reconocimientos ni honras públicas.
Y hay una cosa muy concreta que puntualizar: ella como símbolo no le pertenece al lopezobradorismo pues si bien creyó en ese proyecto político -como en su momento también arropó al farsante del Subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)- al hacerse del poder, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador traicionó la lucha y la esperanza de ella y de miles de mujeres que siguen desoladas porque no encuentran a sus seres queridos que les fueron arrebatados.
HOSPITAL INFESTADO
El Hospital Regional de Veracruz al que algunos definen pomposamente como de “alta especialidad” -risas – es un lugar embrujado y tiene encima todo tipo de calamidades. ¡Ahí espantan!, dicen y es verdad, pero no a causa de espectros extracorpóreos ni espíritus chocarreros sino por la caterva de corruptos que lo manejan ya sean en su edificio o desde Jalapa con su diáspora de nepotismo e influyentismo.
No es breve el recuento del espanto: millones de pesos robados en medicamentos lo que genera desabasto para los pacientes y por ende los pone en riesgo de muerte, personal que ataca sexualmente a jovencitas que llegan a atenderse y otros que graban video pornográficos -no olviden que ocurrió hace uno año-, así como los negociazos con la renta de cuartos y quirófanos, y la venta de infraestructura como si fuera fierro viejo. Lo mismo con el acoso laboral y sexual contra lo empleados,. Y vaya, hasta comandos del crimen organizado entran con toda facilidad a llevarse a los internos.
Su edificio continúo, la Torre Pediátrica es un monumento a la corrupción pues sirvió para que en la fidelidad y el duartismo se robarán decenas de millones de pesos. Allí, cada vez que un ‘norte’ violento azota la costa se caen pedazos de la fachada, además hay un sinfín de defectos de construcción que hacen inservibles algunas áreas y para completar ayer se suscitó un incendio que obligó a la evacuación de lo pacientes incluyendo cuneros e incubadoras con recién nacidos que terminaron en la vía pública.
El aura malévola que rodea al Hospital Regional y su anexo pediátrico tiene una culpable que es la corrupción y los sacerdotes de la misma son el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor y sus subalternos incluidos los funcionarios del nosocomio. Avelino Guardado, el actual director así como su antecesor Sócrates Gutiérrez llegaron al cargo con el padrinazgo del neumólogo Xicoténcatl García Jiménez, hermano del gobernante en turno por lo que, siendo intocables, no tienen freno en sus truculencia.
Lo mismo con Claudia Isabel Aguilar, la administradora del nosocomio y que es la regentea los negocios y la que le reporta el botín al subsecretario de Finanzas, Eleazar Guerrero, primo de ya saben quién. De pilón está la corruptísima cúpula seccional del Sindicato de Salud que lidera la impresentable Elizabeth Melquiades quien trafica con plazas, privilegios y la manipulación partidista.
Sintetizando, el mal fario aqueja al sanatorio pues está rodeado por disolutos e incompetentes, granujas que no están ahí para curar sino para robar. Y sí, el Regional está infestado, pero no de fantasmas sino de corruptos que en ocasiones -como ésta- ocasionan más muerte y desdicha que los demonios bíblicos. Ciertamente, ¡ahí espantan!