ANDRÉS TIMOTEO
LAS 15 MASACRES
Que la incidencia delictiva bajo una cuarta parte, un 26 por ciento para ser exactos, que hay días y semanas en que no se comete un solo homicidio, que Coatzacoalcos -al sur del estado- llega a tener hasta un mes sin secuestros ni ‘ejecuciones’ de la mafia, y que en Veracruz el que la hace, la paga. Esas son las cuatro arengas que presume el gobernante en turno, Cuitláhuac García respecto a la seguridad pública y todas son falsas.
La noche del domingo, una nueva masacre fue cometida en Minatitlán cuando unos sicarios abrieron fuego en el interior de un taller de reparación de motocicletas matando a dos personas e hiriendo a una tercera que horas después falleció. Se trata de la décimo quinta en lo que va del gobierno cuitlahuista. La penúltima sucedió la semana pasada cuando otros sicarios mataron a los siete integrantes de la familia Castillo, de origen duranguense y que llevaban varios años radicados en Boca del Río dedicándose a una actividad lícita.
De esas quince matanzas, las dos más numerosas son las del 19 de abril del 2019 en una palapa de fiestas de Minatitlán con 14 víctimas mortales y la del bar “Caballo Blanco” en Coatzacoalcos el 27 de agosto de ese año con 32. En total, todas las masacres perpetradas bajo la ‘cuarta transformación” estatal han arrojado 112 víctimas. Claro, sin contar las ‘ejecuciones’ por goteo, las que ya se convirtieron en cotidianidad.
Y la regla general para casi todos eso casos -los asesinatos colectivos y los individuales -es la impunidad. La Fiscalía estatal desde que estaba el oaxaqueño Jorge Winckler y después con la llegada de Verónica Hernández sigue con un solo 3 por ciento de eficacia, es decir tiene un 97 -casi la totalidad – de los responsables en libertad, muchos ni siquiera sin identificar y todos, obviamente, sin capturar ni mucho menos presentarlos ante un tribunal.
¿Se acurdan que García Jiménez se comprometió a que en dos años pacificaría en estado y se burlaba de su antecesor, el panista Miguel Ángel Yunes, porque había fracasado en su promesa de abatir la inseguridad en los primeros seis meses de gobierno? Pues el plazo del morenista se venció en diciembre del 2020, hace ya dos años, y Veracruz sigue como un infierno. Yunes Linares ha de estar repitiendo la frase de la senectud: ‘como te ves me vi, como me ves te verás’. Risas.
Por cierto, en el tema del corredor Minatitlán-Coatzacoalcos que en los últimos años ha figurado en el listado mundial -sí, mundial – de ciudades más inseguras, la inacción de los ediles contribuyen al dominio del crimen. En el primer municipio, la alcaldesa morenista, Carmen Medel se tiene que almorzar sus propios anatemas porque no ha hecho nada para combatir la violencia e inseguridad que sigue imparable.
En noviembre del 2018, siendo diputada federal maldijo al entonces gobernante Yunes Linares cuando se enteró de la noticia del asesinato de su hija. Cuatro años después, son los minantecos los que la maldicen a ella porque ni siquiera quiere recibir a las víctimas, bloquea a las cámaras empresariales que exigen seguridad y se desentiende de la situación alegando que es un tema estatal y federal.
Incluso renegó desde antes pues en junio del 2021, aun siendo legisladora, despidió groseramente a madres de familia que se exigían su intervención para resolver el homicidio de sus hijos. “No yo policía, que me disculpen”, les dijo a quienes le pidieron ayuda.
Lo mismo pasa con el alcalde, morenista también, de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica quien asumió la misma táctica con activistas, profesionistas y empresarios que exigen seguridad. El Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos ya de plano pidió que si el edil no quiere hacer nada que la Fiscalía atienda la petición y cree una unidad especial de combate a la extorsión pues el “cobro de piso” se elevó en 1 500 por ciento en este año.
Todos en el sur le pagan a la mafia por vender, hacer empresa o hasta por ganarse un salario. Obreros, agricultores, ganaderos, profesores y ya no se diga los comerciantes, y hasta los vendedores de elotes y fritangas deben pagar el ‘derecho de piso’ o atenerse a ser plagiados, asesinados o que sus negocios o viviendas sean incendiados.
¿Y el alcalde Cruz? Dejó botada la alcaldía al igual que su homologa de Minatitlán porque ahora se convirtieron en los operadores de la precampaña anticipada de la zacatecana Rocío Nahle en la región sur. Los ayuntamientos a su cargo ya no tienen como prioridad la obra pública, los servicios, la atención a la ciudadanía, los programas sociales y demás, no, ahora son ‘casas de campaña’ de la zacatecana advenediza. Y que el sur siga ardiendo.
¡AHÍ LES VA LA COMADREJA!
El gobierno estatal disolvió las policías municipales de Omealca y Tuxpan y asumió el control de la vigilancia a través de la Secretaría de Seguridad Pública. En Omealca fue, dicen, a petición de la alcaldía porque “al municipio habían llegado personas dedicadas a delinquir”. ¡A penas se dieron cuenta! Omealca lleva años en la hecatombe , desde tiempos del matón Toribio Gargallo, pero especialmente desde el último decenio.
Allí las bandas delictivas son dueñas y señoras de vidas y destinos, aunque el gobernante en turno, afirme -en otra fantasiosa engañifa – que el municipio “no es foco rojo”. Aja sí. La particularidad en este caso, es que la alcaldesa Nallely Cortés Jiménez fue, según funcionarios estatales, la que pidió la intervención y requisa de la policía municipal denunciando el incremento de la actividad criminal.
Sin embargo, los lugareños cuentan otra historia pues afirman que las bandas delictivas se están desquitando porque el año pasado ayudaron a la morenista Cortés Jiménez a ganar los comicios municipales y ahora “se les volteó”. No quiere cumplir el pacto ¿Será? En Tuxpan, el despido de los 240 policías tiene sesgo político, es un ‘arrimón’ contra el alcalde Juan Manuel Pozos, distanciado desde hace un tiempo de quienes mandan en el régimen estatal.
Lo peor de todo es que el control de las policías en Omealca y Tuxpan se lo dieron al oscuro y cuestionado Hugo Gutiérrez Maldonado. La fábula contaría que pusieron a la comadreja a cuidar de la conejera. ¿Recuerdan como les fue a los municipios a los que Javier Duarte les quitó la policía y se los entregó a Arturo Bermúdez? ¡Ay nanitas!, dirían los medrosos.