ANDRÉS TIMOTEO
NO-ES-CAFÉ
El fin de semana se inauguró la planta procesadora de café de la transnacional Nestlé en el puerto de Veracruz. Es curioso hacer la comparación: ¿por qué no se inauguró antes para darle más lustre al gobierno como se hizo con la refinería de Dos Bocas? Simple, porque ésta es una inversión privada y los dueños no cortarían el listón si no está funcionando. El interés de los propietarios -por cierto, ultracapitalistas y extranjeros – es hacer dinero, no propaganda.
El presidente Andrés Manuel López Obrador presidió la ceremonia donde agradeció a esos mismos capitalistas extranjeros haber confiado en su administración para invertir en el país y aseguró que no dejará de apoyarlos. Y hasta presumió más “buenas noticias” de la empresa pues ahí mismo sus directivos informaron sobre una inversión adicional de 150 millones de dólares en las siete plantas, incluyendo la nueva en el puerto, que ya operan en territorio mexicano.
Así, México se alza como el país con más capital invertido de esa transnacional. La cosa no podía pintar mejor: con el funcionamiento de la fábrica en Veracruz se generan 5 mil empleos directos y otra cantidad igual de forma indirecta. En total 10 mil fuentes de trabajo además de que “trabajan de la mano con la gente, desde el campo con los productores hasta el consumidor”. Es un circulo feliz. Vaya, es como un cuento de hadas.
Pero como en todos los cuentos hay duendes malévolos que echan a perder la fiesta. En este caso, el duendecillo es la realidad pura y dura. Todos saben que Nestlé es una de las grandes depredadoras del campesinado, que en México y en casi un centenar de naciones donde tiene presencia recurre a las peores prácticas para expoliar los suelos, explotar a los agricultores y obligarlos a seguir sus normas aunque sean violadoras de toda licitud comercial y hasta de los propios derechos humanos.
No hay que ir muy lejos, el año pasado en Ixhuatlán del Café, en la zona centro se desató la rebelión de los cafetaleros porque la también transnacional Agroindustrias Unidas de México (AMSA) rebajó a contentillo el precio del kilogramo de café cereza pese a que la cosecha registró la mayor cotización en las últimas dos décadas. Pagó precios de miseria y cuando los campesinos protestaron suspendió la compra provocando una catástrofe económica en las familias que dependen del cultivo. En reacción, los productores incendiaron una de las bodegas de la empresa.
AMSA junto con Nestlé y Cafés California monopoliza la compra del grano en el país y acapara el procesamiento y comercialización del mismo engullendo a todos los pequeños productores y compradores. Nadie en el gobierno atendió a los cafetaleros ixhuatecos como tampoco a los que han denunciado la depredación de esas multinacionales en otros estados.
Al contrario, el tabasqueño lo dejó en claro el sábado: seguiremos apoyando a Nestlé, machacó en lo que fue su respuesta a la carta que en la víspera le habían dirigido las organizaciones de cafeticultores de Veracruz en la piden que se deje de otorgar privilegios a la compañía suiza porque es dañina para el país. Es una farsa que haya una relación feliz entre los agricultores y la empresa, denunciaron.
“La empresa Nestlé no ha jugado un papel constructivo en la cafeticultura mexicana en beneficio de los productores y consumidores, al contrario, sus negocios generan un enorme daño en nuestro país principalmente a los pequeños productores ”, expusieron al tiempo de señalar que la firma, junto con los otros dos consorcios acaparadores, no solo obligan a los agricultores a sembrar el grano robusta por ser más barato y de menor calidad sino que además importan el mismo despreciando la producción local.
“Están trayendo unos 1.8 millones de sacos de café robusta que se estaría comprando en alrededor de unos 90 dólares el quintal cuando el café arábigo lavado mexicano convencional se está vendiendo actualmente en 270 dólares. Así se compite de manera desleal y se desplaza café mexicano en el consumo nacional”, explicaron.
“Se utiliza el café soluble de robusta de muy bajo precio, para vender como café productos muy baratos que tienen poco café y exceso de endulzantes y saborizantes artificiales, además de distorsionar y viciar el consumo de café son productos que afectan a la salud de los mexicanos”, agregaron. Sin duda que tienen razón los denunciantes que desde hace tiempo rebautizaron a la marca insigne de la compañía, Nescafé como “No-es-café”.
¿Y LA SEÑORA PRESIDENTA?
Asimismo recriminaron que Nestlé usa su influencia en el gobierno lopezobradorista para bloquear todas las iniciativas en defensa de los derechos de los campesinos. Los legisladores y funcionarios morenistas desechan o archivan todas las modificaciones legales en favor de los cafeticultores nacionales obedeciendo a los cabilderos de Nestlé, AMSA y Cafés California
Paradójicamente, dicen, el presidente que llegó al poder con el lema “por el bien de todos, primero los pobres”, lo que hace es ponerse del lado de los ricos y extranjeros que devoran al pequeño productor mexicano convirtiéndolo en una suerte de esclavo para cultivar grano de mala calidad que a ellos les genera riqueza o de lo contrario lo orillan a la quiebra, al abandono del campo y a la migración por hambre. Esa es la verdadera historia de Nestlé en México, y lo del sábado en el puerto fue un ‘pantallazo’ de la connivencia del gobierno populista con el capitalismo voraz.
Ah y por cierto, ¿ahora que se necesita alguien que abogue por los cafetaleros dónde está la diputada Nora Lagunes Jáuregui, presidenta de la Comisión Especial para la Atención y Seguimiento del Cultivo, Transformación, Procesamiento y Comercialización del Café Veracruzano? Ni atisbo de ella. No aparece en el escenario por dos razones: Una, porque en realidad no le interesa la suerte de los cafetaleros a pesar de ser originaria de una región productora del grano.
La segunda es porque está ocupada en el pleito mediático-judicial que trae con otra ‘reinis’, Joana Bautista, administradora del Poder Judicial. Ambas se están ‘deschongando’ por los contratos de proveeduría y servicios para el gobierno morenista. Entonces que los cafeticultores no esperen auxilio de esa dama liosa porque ella está peleando por el presupuesto público pero a favor de sus intereses, no de los del pueblo.