ANDRÉS TIMOTEO
JUEVES NEGRO
Ya no se puede decir que el jueves de la semana pasada fue un ‘día negro’ para Veracruz porque de esos abundan muchos, son tan frecuentes los días calamitosos que ya no causan asombro. No, fue más bien un día demostrativo porque se confirmó que eso de los “blindajes” en materia de seguridad pública que anuncia pomposamente el gobierno estatal son meras simulaciones. Vaya, igual que cuando los operativos policíacos de duartismo.
Se está cumpliendo el vaticinio negativo por desaparecer policías municipales y entregarle la custodia local a la Secretaría de Seguridad Pública del estado (SSPE) a cargo del neoleonés Hugo Gutiérrez Maldonado. La consecuencia es una copia-calca de cuando Javier Duarte le entregó la vigilancia al inefable Arturo Bermúdez Zurita en varios municipios: la violencia se disparó y los criminales tuvieron su mejor época con respectivo reguero de cadáveres y cientos de desaparecidos. Tal cual sucede ahora.
Apenas diecisiete días, el 8 de julio, la SSPE asumió las tareas de vigilancia en Omealca, pero resulta que ni la violencia ni la inseguridad han mermado, al contrario están en pleno ascenso a pesar de la supuesta presencia de la policía estatal. El jueves, un comando de sicarios ‘levantó’ a un policía estatal adscrito a Córdoba, José Rosas López y a su hermano Darío, y sus cadáveres fueron localizados en un paraje de Amatlán de los Reyes. El ‘levantón’ ocurrió a plena luz del día, a vista de todos.
El mismo jueves, la policía municipal María del Rosario de Jesús Nieves fue asesinada a tiros, y también a plena luz del día, por otro sicarios en una colonia de Córdoba. El asesinato ocurrió en un municipio supuestamente “blindado” contra la delincuencia pues desde el 12 de enero se puso en marcha en operativo “Córdoba Seguro” auspiciado por la Secretaría de Seguridad Pública de Gutiérrez Maldonado. Fue pura habladuría. La ola de violencia continúa azotando la zona centro y realidad para los cordobeses y los omealquenses es que el crimen sigue mandando. Allí no solo los jueves son negros sino todos los días de la semana.
LA MISMA GELATINA
Pero el pasado 21 de julio no solo fue negro en el rubro de la seguridad sino también de la política. Un día antes, el miércoles 20, el gobernante en turno, Cuitláhuac García ‘inauguró’ las instalaciones del Hospital General de Perote. Con auto-elogios, García presumió que estaba rescatando las obras que “los gobiernos corruptos abandonaron por muchos años” -en este caso desde el fidelato- y que con el “trabajo honesto y buen manejo de los recursos” -carcajadas- las culminan.
¿Y qué creen?, al día siguiente -el jueves – ¡se inundó el nosocomio! Ni 24 horas habían transcurrido de la alharaca presuntuosa cuando un aguacero desnudo el fiasco. Lo sucedido en Perote no es otra cosa que una metáfora del mismo gobierno cuitlahuista: se cuelgan de obras iniciadas en otro sexenio -en este gobierno no han levantado ni un consultorio por cuenta propia-, lo pintan y lo chapean para simular que se reestructuró.
Nadie dude que en las facturas de gastos seguramente anotaron cantidades estratosféricas como si lo hubieran levantado desde los cimientos, y pronuncian un discurso mareador de las obras de la “cuarta transformación” mismas que al poco rato se caen. Las naturaleza desnuda los vicios y la corrupción en esos proyectos desbaratando también el respectivo discurso mendaz. Ah y ya nadie puede negar el asombroso paralelismo: cuando gobernaba Javier Duarte se decía que no le cuajaba ni la gelatina, lo mismo le pasa a Cuitláhuac García. Padecen la misma gelatina aguanosa.
NO BASTA REZAR…
La Iglesia Católica, golpeada por la violencia y el reinado del crimen organizado en México, se contiene en su deber de denunciar lo que sucede y solo algunas voces en el clero se han levantado para señalar la distorsión de las autoridades en cuanto al combate de la mafia y la ineficacia de la política de “abrazos, no balazos” que enarbola el presidente Andrés Manuel López Obrador, que más bien parece una forma de tolerancia y permisividad a los cárteles del narcotráfico.
Cierto, las denuncias de los religiosos se elevaron cuando hace poco más de un mes un capo de la droga , ligado al Cartel de Sinaloa -el favorito del sexenio – allanó un templo en la Sierra Tarahumara y asesinó a dos jesuitas que daban refugió a una personas que era perseguida. Pero de ahí todo se ha reducido a declaraciones timoratas y el rezo etéreo.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha llamado a sendas jornadas de plegarias bajo el lema “orar juntos por la justicia y la reconciliación para la paz”. Ayer, 24, se invitó a la feligresía para llevar a los templos las fotografías de sus seres queridos o conocidos que han sido asesinados o desaparecidos para orar por ellos. En ocho días, el 31, el rezó será para “la conversión de los victimarios” o sea que los matones se arrepientan y cambien de vida por milagro divino.
Y así son rosarios, penitencias y misa, pero todo eso no alcanza. También se debe exigir puntual y enérgicamente al gobierno lopezobradorista que abandone su pasividad y su actitud permisiva hacia los cárteles del narcotráfico, que haga el trabajo que le corresponde porque el gobierno legalmente tiene el ‘monopolio de la violencia’, es decir que la gente no puede hacerse justicia por mano propia, no puede hacer lo que le corresponde al Estado.
Eso es lo que hace falta, que la Iglesia llame a la ciudadanía a asumir el papel de mandatario de las autoridades -léase del tabasqueño, del gobernante estatal y de todos sus funcionarios- para que cumplan con la ley y no protejan a los que asesinan al pueblo. Por muchas misas y rosarios que se hagan, nada cambiará en México si el gobierno no hace su parte y obligarlo a que deje de mimar a los narcos.
Aquí se cumple la letra de aquel canto latinoamericano que desde los años 70s ha alimentado las luchas libertarías contra las dictaduras y las guerras: “No, no, no basta rezar,/ hacen falta muchas cosas para conseguir la paz./ Y rezan de buena fe, y rezan de corazón/ pero también reza el hombre cuando viste el uniforme/ para ir a masacrar a los que protestarán (en este caso a los que extorsionarán o ‘ejecutarán’). / Cuando el pueblo se levante y que todo haga cambiar/ ustedes dirán conmigo: ‘no bastaba con rezar’”.