GUACAMAYAZOS
La semana pasada fue de revelaciones a la opinión pública sobre asuntos políticos muy peliagudos. En primer lugar están los quemantes documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que obtuvo la organización de ‘hacktivistas’ -una combinación de ‘hackers’ y activistas – llamada Guacamaya y que entregó la portal Latinus.
Narcotráfico, los desparecidos de Ayotzinapa y la salud presidencial fueron los tres primeros campanillazos, aunque habrá más reseñas que convulsionarán a la clase político-militar. La alerta encendida en palacio nacional es porque en esos 6 terabits que Guacamaya sustrajo de la Sedena estarían las pruebas de como el gobierno ha tolerado y pactado con los cárteles del narcotráfico.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que renunciará al cargo si le presentan pruebas de que tiene pacto con el crimen organizado y está construyendo un “narco-Estado”, y entonces ahí pondrían darle un ‘guacamayazo’ que le llegue al corazón de su sexenio y que sellaría ante la historia a su administración como un ‘narco-gobierno’.
Por lo pronto, la revelación de las enfermedades del tabasqueño -gota, hipotiroidismo y angina de pecho -, ya reconocidas por él mismo así como sus episodios de gravedad hacen entender muchas cosas como aquel “testamento político” que redactó a principios de este año y que -dice- será su legado si muere antes de concluir su administración. Tan mal estaba López Obrador en esa crisis médica que hasta dejó instrucciones ‘post-mortem’. ¿Incluirá que se le quede el trono a la defeña Claudia Sheinbaum como si fuera una monarquía? Nadie lo dude.
SE LA COBRÓ AL COMPADRE
Otra revelación que se conoció la semana pasada fue la de la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo quien confesó que en Veracruz hace cuatro años ayudó a ganar al actual gobernante, Cuitláhuac García operando electoralmente con el voto del magisterio.¿Notan la enorme incongruencia?, no de Gordillo sino de Cuitláhuac García que siempre se dijo maestro de izquierda y en contra del sindicalismo charro, pero se dejó ayudar por la más charra de todos.
¿Con qué cara ahora García Jiménez les hablará a todos los profesores que sufrieron la represión de la Gordillo y el SNTE cuando su gubernatura se la debe a ella? Y, ¿con qué cara lo hará el titular de la Secretaría de Educación, Zenyazen Escobar, quien un tiempo fue integrante del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano (MMPV) y de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) si ahora se conoce que su jefe político pactó con el gordillismo tan odiado y contra el cual lucharon ambas organizaciones magisteriales?
Claro, la congruencia y la ética les son intramusculares a personajes como Cuitláhuac García y Zenyazen Escobar que tiene demasiada caradura para eso y más. Sin embargo, el testimonio de Gordillo desenmascara a ese par ante la historia. Vaya que Daniel Hernández del Ángel, actual dirigente del MMPV siempre tuvo la razón sobre la desviación ideológica Escobar García y lo expulsó a tiempo antes de que la mancha de ese pacto los alcanzará.
Por supuesto que la operación de Gordillo Morales en los comicios veracruzanos no fue por amor al cambio político ni a la democracia sino por venganza. La derrota del panista Miguel Ángel Yunes Márquez -de quien un tiempo se dijo que era ahijado de la maestra – fue el cobro de factura al padre, Miguel Ángel Yunes Linares con quien terminó peleada. La maestra no olvida y el ‘ahijado’ pagó la deuda que le debía el compadre.
REVERSA, NO IZQUIERDA
Ayer se cumplieron 54 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco y mucha gente regresó a las calles exigiendo justicia para los jóvenes y maestros asesinados por el Ejército. ¡2 de octubre no se olvida!, volvieron a gritar como lo han hecho estas cinco décadas sin que se obtenga ni justicia ni esclarecimiento de ese crimen de lesa humanidad.
La matanza estudiantil cobra especial atención en este 2022 por tres cosas. Una es que nos hace recordar la peligrosidad de los militares en las calles ahora que se debate si deben permanecer más allá del 2024 haciendo labores policíacas. La segunda porque el segundo gran responsable de aquel genocidio, el expresidente Luis Echeverría murió apenas en julio pasado longevo, en su cama y gozando de impunidad.
La tercera porque también nos machaca que los soldados y sus generales siguen como verdugos del pueblo y el caso más escandaloso recientemente es su participación directa en la desaparición y asesinato de los normalistas de Ayotzinapa. Una cuarta acotación es la llamada Comisión para el Acceso a la Verdad, Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las Violaciones Graves de Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990 (CJV) creada por este gobierno para investigar y castigar ese y otros crímenes de lesa humanidad.
Nadie le prenda veladoras a esa comisión porque seguramente tendrá el mismo fin que la Comisión de la Verdad para Ayotzinapa cuyos resultados están siendo combatidos por el mismo gobierno lopezobradorista y el Estado busca proteger y dar impunidad a los militares implicados. El régimen lopezobradorista no es de izquierda sino de reversa.
Por cierto, es imperdible el artículo que el jesuita David Fernández escribe en la revista Proceso de esta semana sobre esa Comisión de la Verdad pues es uno de sus integrantes. Hay que leerlo para entender sus alcances y limitaciones ahora que está comenzando a indagar -del 19 al 23 de septiembre los comisionados inspeccionaron el Campo Militar número 1 del que se dice es un enorme fosario de las víctimas de la Guerra Sucia-. El objetivo de la comisión no es solo conocer la verdad sino para construir la memoria histórica. Eso si los deja el tabasqueño y no les mete reversa.
Fernández Dávalos es una de las mentes preclaras de la Iglesia Católica en México, fue rector de la Universidad Iberoamericana y director del Centro de Derechos Humanos Pro Juárez. En Jalapa lo han de recordar pues vivió en la congregación jesuita que tiene sede en el templo Los Corazones y por allá de los años noventa impulsó la Pastoral Universitaria que integró a jóvenes estudiantes al compromiso con el activismo social y político, y la defensa de los derechos humanos.