TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

PAX MORTEM

Lo que hicieron algunos funcionarios estatales en estos días da para un poema. Obvio, un adagio a la tragedia política y gubernamental que vive Veracruz con ellos al frente. Por una parte, el gobernante en turno, Cuitláhuac García se puso a danzar en el Xantolo de Tempoal donde dijo, ufano, que ¡¡ todo en los panteones estaba tranquilo y bajo control!! Es poético que haya llevado hasta el norte veracruzano esa mascarada llamada Mesa para la Construcción de la Paz y que la dedicara ¡ a informar sobre la paz en los cementerios!

Y luego bailó y bailó en una callejuela. La escena es, por supuesto, sublime. Danzando con guayabera junto a unos enmascarados y con los guardaespaldas y la camioneta blindada a un lado. Vaya, es como la canción de “Pedro Navajas” esa que dice “por si hay problema…salir volao”. García Jiménez nunca pisó el norte de la entidad para atender a los damnificados y muertos por el huracán Grace, pero sí fue por los difuntos festivos.

Lo dijeron muchos, hasta las mismas plumas que le son panegiristas,  fue un acto de insensibilidad darse al jolgorio cuando la entidad está sometida por la violencia, cuando hay un reguero de muertos por el crimen organizado y por la  pandemia de Covid-19 y cuando Veracruz está colocado en los primeros sitios de las estadísticas nacionales en todo lo peor, desde feminicidios, fosas clandestinas, homicidios dolosos hasta desabasto de medicamentos y fallecimiento de niños con cáncer.

En las redes sociales  le recriminaron a García Jiménez por “andar chancleando” en lugar de ponerse a atender la crisis de seguridad pública y humanitaria que padece la entidad. Sin embargo, lo que hizo no es indolencia sino burla. Son dos cosas diferentes.  La indolencia es cuando te es indiferente un suceso que causa dolor en el otro, no actúas ni intentas hacer algo para remediarlo o al menos para solidarizarte con el sufriente.

La mofa es una actitud distinta, cuando no solo eres indiferente sino que además haces fiesta en medio de la tragedia. Y sí eso es grave en un ciudadano común, es peor en un funcionario público e ínfimo en el que tiene la encomienda de conducir un gobierno y, por ende, las políticas públicas destinadas a prevenir, atender y en su caso aliviar el dolor colectivo. No, el bailoteo del gobernante en el Xantolo no fue indolencia sino escarnio para todos, las víctimas y las no víctimas.

Y si el jefe anda de pachanga sobre el charco de sangre, los subordinados también. Otra perla poética la dio el neoleonés Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad Pública  quien se fue personalmente a encabezar operativos de seguridad en los panteones. Es más, se atrevió a girar boletines sobre tal hazaña con su fotografía caminando en medio de las tumbas.

El contenido de su comunicado es celestial: 3 mil 250 efectivos policíacos destinados ¡¡a cuidar a los muertos!! Hasta se movilizaron aeronaves para vigilarlos desde arriba “mediante sobrevuelos disuasivos y de reacción”. ¿Qué habrá querido decir? ¿Qué si algún difuntito se le ocurre salirse de su tumba y armar la barahúnda lo iban a detectar desde el aire para neutralizarlo?, ¿o qué si la calaca reseca y flaca se pasaba de copas y comenzaba a echar tiros, los policías iban a reaccionar ‘ipso facto’?

Gutiérrez Maldonado es el mejor ejemplo de la faramalla gubernamental pues en lugar de que ocupe esos efectivos y operativos policíacos en perseguir a los criminales, los distrae para cuidar los cementerios y garantizar que los muertos no hagan desmanes. ¿A poco no es  un poema? Todo eso mueve a la risa aunque eso es lo que buscan: distraer la opinión pública con acciones chuscas.

El trasfondo es inclemente pues  el gobierno cuitlahuista presume  y procura la ‘Pax Mortem’, es decir la paz de los muertos o paz de los sepulcros. La autoridad es ajena a lo que les pase a los vivos, prefieren los cadáveres de tiempo, no los frescos. Los difuntos no reclaman, no marchan, no protestan, no se mueven, pero por si acaso ahí están las tropas de Seguridad Pública. Vaya, en Veracruz se hace realidad esa canción del grupo español Mecano, “No es serio este cementerio”.

La tragedia es, por supuesto, neroniana, igual que cuando gobernaba Javier Duarte a quien los caricaturistas comparaban con Nerón, el emperador romano que tocaba la lira y recitaba poemas mientras Roma se incendiaba. Así exactamente Cuitláhuac García con toda su corte de arlequines bailotea sobre lo sanguinolento

LA MAFIA CHATARRERA

Lo sucedido con un adolescente en la colonia Chivería es una tragedia ampliamente anticipada, la ‘Crónica de una muerte anunciada’  como la novela de Gabriel García Márquez.  Desde siempre se han denunciado el desorden que hay en la ciudad con el robo de tapas de alcantarilla, cableado y tubería de cobre que tarde o temprano provocaría una tragedia. Y ya sucedió.

El chavo murió electrocutado al caer en un deposito subterráneo donde hay instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y que permanecía destapado porque alguien se robó la cobertura. Los vecinos lo habían reportado y la respuesta fue la misma: ignoraron el aviso tanto la paraestatal como el gobierno municipal que encabeza el panista Fernando Yunes.  Ambos llevan parte en la culpa de esa muerte porque han tolerado la mafia chatarrera.

El hurto de artefactos metálicos es algo permitido en Veracruz, no se persigue a los ladrones ni se castiga a los compradores. No hay que buscarle muchas vueltas al asunto. Esa mafia se sabe impune, pero lo más ominoso es la reacción meramente discursiva de las autoridades. El frívolo alcalde y los funcionarios de la CFE se culpan mutuamente, y ambos coinciden  en responsabilizar a la gente para tratar de sacudirse el asunto. ¡Cuando los mismos ciudadanos se han cansado de denunciar los robos! Vaya tipos.

PEKINAZO

Nadie se equivoque. La prisión preventiva para el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya dictada ayer por un juez es la reacción obligada del lopezobradorismo ante fracaso en el proceso que cacareaba como emblema del combate a la corrupción. No es por aplicar justicia sino por sacarse la espina del escándalo. Y lo destacable: ¿qué provocó todo eso? La exclusiva de una periodista, Lourdes Mendoza, quien encontró y fotografió a Lozoya cenando “Pato a la Pekín” en el restaurante Hunan y con su primicia tambaleó todo el tinglado judicial. Así se hace.