TEXTO IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

‘PICADERO’ DE GENTE

Se llamaban Fernando Mendoza Pale y Othón Santiago Martínez, eran policías en activo de la Secretaría de Seguridad Pública del estado (SSPE) y en la primera semana de septiembre del 2015 fueron citados en la Academia Estatal de Policía de El Lencero,  municipio de Emiliano Zapata, para un curso de entrenamiento que impartiría las Fuerzas de Reacción y Apoyo, lo que hoy se llama Centro de Estudios e Investigación en Seguridad (CEIS).

Fue una trampa. Nunca salieron de allí. Fueron torturados y asesinados por sus propios colegas.  Sus cuerpos se localizaron el 9 de septiembre. A Mendoza Pale lo encontraron en una hondonada conocida como La Chavala y a Santiago Martínez en La Laja, ambas parte de un barranco de Tlaltetela. Sus verdugos ni siquiera les quitaron la bolsa de plástico de la cabeza, con la que los asfixiaron y sus cadáveres fuero localizados con ellas puestas.

Sus cuerpos ya estaban en proceso de descomposición, pero aún así era evidente el maltrato salvaje a los que se les sometió. Tardaron semanas en ser identificados, mientras que los familiares de ambos policías sufrían el calvario de la búsqueda en solitario. Acudieron a la Academia Estatal de El Lencero donde sus directivos negaron que ambos hubieran estado allí a pesar de que Fernando y Othón habían sido convocados para presentarse a un curso en ese lugar.

Ellos fueron dos de ocho policías en activo que sufrieron la misma suerte: los torturaron y asesinaron en esa academia policíaca y luego sus cadáveres fueron arrojados en distintos parajes. Además del despeñadero de  Tlaltetela, la Barranca de la Aurora era otra fosa a cielo abierto donde los agentes de la SSPE arrojaban a los desaparecidos -civiles y policías –. A ese sitio le dieron la clave “Laguna Negra” y la orden de arrojarlos allí era para que “hicieran La Olímpica” -un salto al vacío aludiendo  a la disciplina deportiva -.

Formalmente se han documentado 19 expedientes por desaparición forzada que tuvo a la Academia de Policía de El Lencero como centro de tortura y homicidio, y por el cual hay un expediente judicial abierto contra el exgobernador Javier Duarte, el exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, el exfiscal Luis Ángel Bravo y el comandante de la Fuerza Civil, Roberto González Meza, así como otros 15 policías y comandantes de la SSPE.

Todos fueron detenidos en el 2018 durante el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, pero , a excepción de Duarte de Ochoa, fueron liberados apenas llegó Cuitláhuac García al gobierno estatal. Es más, hay la versión de que Bermúdez Zurita es el asesor especial del neoleonés Hugo Gutiérrez. El único preso,  Duarte, acaba de ser denunciado ante la Corte Penal Internacional de La Haya por crímenes de lesa humanidad, precisamente por la desaparición forzada de cientos de personas.

Pero la podredumbre en la Secretaría de Seguridad Pública no se ha terminado y eso lo confirma la desaparición forzada de quien era  director de la Policía Vial de la dependencia, Juan Alan Cuetero Meza, apodado “El Archi” quien desapareció el 29 de mayo y que fue víctima de sus propios compañeros de la dependencia.

Cuatro mandos de la SSPE acaban de ser detenidos, y uno de ellos es el subdirector de la Academia de Policía de El Lencero, ahora rebautizada como Academia Regional de Seguridad Pública del Sureste. A el “Archi” lo habrían llevado a las salas de tortura de ese inmueble y ahí lo habrían asesinado para después desaparecer sus restos, según los trascendidos. El automóvil del agente fue localizado abandonado en el poblado Dos Ríos de Emiliano Zapata, donde se localiza la Academia del Terror.

Cierto, hay que reconocer que la Fiscalía General investigó y detuvo a esos cuatro mandos menores de la SSPE en apenas cuatro meses, pero están intocados los jefes de ellos, principalmente el titular de la secretaría, Gutiérrez Maldonado. El caso de Cuetero Meza confirma que la Academia de Policía continúa siendo un “picadero de gente”, como se dice en el argot criminal. Los activistas dicen que por allí extinguieron a más de 200 personas desde el duartismo hasta el cuitlahuismo.

EL ‘ADAME’ VERACRUZANO

La noticia del fin de semana fue la liberación de Fidel Kuri Grajales quien permaneció casi 13 meses en el penal de Santiaguito, en el Estado de México. Salió tras pagar 20 millones de fianza y someterse al brazalete electrónico y la prisión domiciliaria. Su caso está al alimón entre lo tráfico y lo cómico. Hablador, dipsómano, camorrero y presuntuoso, el orizabeño es  famoso por sus escándalos con agresiones verbales y físicas contra quien se le pusiera enfrente.

Lo mismo se peleaba con la prensa que cacheteaba a los árbitros.  En Veracruz se le permitió hacer de todo pues servía a los intereses de los gobernantes priistas en turno.  Utilizaba al equipo Tiburones Rojos para promover candidatos a cargos de elección popular y él mismo obtuvo postulaciones en sitios donde no debía. En el 2017 le toleraron ser candidato ‘cachirulo” del PRI para la alcaldía de Veracruz.

Perdió y luego le apostó mal con el morenismo al que se alió en el 2018 soltando recursos financieros y prestando el estadio “Luis El Pirata Fuente” para los eventos proselitistas del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador y el veracruzano Cuitláhuac García. A ambos los financió y cuando llegaron al poder le dieron una patada por el trasero.

El valentón Kuri se topó con otro ‘tiburón’ más dientudo como Ricardo Salinas Pliego, el dueño de Televisión Azteca, quien lo  metió a la cárcel por transa y mala-paga. Nadie abogó por él, ni López Obrador ni García Jiménez. Es más, gobernante local le volvió a dar un zape asegurando  que ni el estadio de Boca del Río ni el nombre de los Tiburones Rojos le pertenecen y es falso que lo vayan a aceptar de vuelta en los negocios futbolísticos de la entidad.

Lo anterior porque al salir de prisión, Kuri difundió que regresaría el equipo a la afición veracruzana, que está de regreso y va por la revancha, que se preparen todos aquellos que lo retaron y traquetearon.  Sin duda el tipo es todo un personaje. Ya hasta le dicen el “Alfredo Adame Veracruzano” por mitómano, peleonero aun siendo ya de la tercera edad y porque últimamente sale aporreado de sus baladronadas.