Texto Irreverente

ANDRÉS TIMOTEO

VÍCTIMA INVERTIDA

Si se atrevió a culpar a los niños enfermos de cáncer de que se mueren a propósito para dejar malparado a su gobierno difundiendo la “mentira” de que no había medicamentos ni tratamientos oncológicos. Si señaló a las feministas de usar los homicidios de mujeres para desprestigiar a su “cuarta transformación”. Y sí acusó a los obispos católicos de estar “apergollados a la oligarquía” y atacar a su gestión cuando exigieron justicia por la ‘ejecución’ de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua.

Entonces, ¿por qué ahora se escandalizan de que el presidente Andrés Manuel López Obrador sugiera que el atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva fue auto-infligido a fin de causar un perjuicio a su administración?. Los papeles están de cabeza, los invierte López Obrador a conveniencia pues la víctima de ese ataque fallido es él, no el comunicador que fue el blanco del ataque a balazos que libró gracias al blindaje del vehículo en el que viajaba. En todos los casos, la víctima es él. Antes, ahora, después y por los siglos de los siglos.

Dicha actitud no es nueva y en psicología llaman “victimismo crónico”. De acuerdo a los tratados sobre el tema más recientes, esta afección tiene como una de sus cuatro causas a la “Baja tolerancia a la frustración: Cuando las situaciones de la vida no son satisfactorias para la persona, laboral y/o personalmente, no ser capaz de afrontar su responsabilidad, admitir sus errores y su responsabilidad para poder cambiarla, sintiéndose víctima de los demás”.

Y uno de sus síntomas más visibles es la “Incapacidad de autocrítica: (los que lo padecen) no se plantean poder hacer algo para mejorar su vida, sus emociones, su situación personal o laboral. No pueden reconocer que puedan haberse equivocado, ni tampoco lo harán si son los demás los que le sugieren algo para mejorar, se sentirán atacados”.

Ahora agréguenle el poder político a esos traumas y el resultado es López Obrador en la presidencia de México. Es el ‘victimismo crónico’ gobernando con consecuencias muy negativas. Una de ellas es que se ataja toda posibilidad de que haya justicia para las verdaderas víctimas cuyo papel fue robado por una víctima ficticia.

Por lo pronto, desde palacio nacional hay una campaña intensa de todos los periodistas a sueldo, los ‘youtuberos’ que fingen ser comunicadores y los intelectuales orgánicos para negar toda relación del tabasqueño con el atentado contra el periodista Gómez Leyva. Cierto, como ya lo dijeron muchos colegas y analistas, López Obrador no jaló el gatillo contra Gómez Leyva, pero si le dio motivos a los perpetradores.

Lleva cuatro años bañando de lodo y odio a los periodistas que no lo alaban sino que lo cuestionan, y azuzando a todos, especialmente a sus feligreses, a levantar la pistola o el cuchillo contra ellos. La mala noticia para el gremio es que si desde el poder presidencial no se quiere investigar el atentado contra este comunicador reconocido sino al contrario se instrumentaliza con fines político-partidistas, no hay que esperar justicia para los 63 periodistas asesinados en el sexenio lopezobradorista, ocho de ellos veracruzanos.

OBSCENA DESHONESTIDAD

La pescaron con las manos en la farsa. A la magistrada Yasmín Esquivel la desnudaron en su deshonestidad pues se tituló como licenciada en Derecho en la UNAM con una tesis plagiada de otro estudiante que la presentó un año antes que ella. Esquivel ya muy cuestionada porque llegó a la magistratura en la Suprema Corte de Justicia de la Nación por tráfico de influencias.

Ella es esposa del empresario constructor José María Riobóo, compadre y contratista preferido de López Obrador desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Ahora, la exhiben como plagiaria y deshonesta. ¿El ciudadano común confiaría en un juez para que le haga justicia en algún caso de atropello a sus derechos cuando ese juez se robó las ideas de otra persona? Pues no, la funcionaria está tocada de origen por la deshonestidad.

Pero tampoco es la única servidora pública a la que se le descubre en un chanchullo con títulos universitarios. El caso más famoso, antes de ella, fue el de Fausto Alzati quien era secretario de Educación Pública durante el gobierno de Ernesto Zedillo cuando se reveló que no era doctor por la Universidad de Harvard como presumía y tuvo que renunciar al gabinete.

En el 2016, una investigación de la periodista Carmen Aristegui también acreditó que Enrique Peña Nieto plagió su tesis para titularse como licenciado en derecho por la Universidad Panamericana presentada en 1991. Y en Veracruz vaya que abundan los políticos deshonestos que mienten sobre su currícula académica, que se inventan estudios y fingen ser lo que no son.

Javier Duarte presumía ser doctor por la Universidad Complutense de Madrid y nunca se encontró registro de una tesis en esa casa de estudios. Su antecesor, el innombrable, supuestamente cursó y se tituló en una maestría estando gobernando, pero luego se supo que nunca asistió a clases ni asesorías sino que la tesis se la hicieron entre Rafaela López Salas y Carolina Viveros García que eran profesoras de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana.

El premio por hacerle la ‘chamba’ al innombrable fue que a la primera la nombraron presidenta del IVAI y a la segunda titular del desaparecido Instituto Electoral Veracruzano (IEV). O sea, del bolsillo de los veracruzanos se les pagó a esas dos señoras por la transa académica.

Y qué decir del exsecretario de Seguridad Pública en el cuitlahuismo, Hugo Gutiérrez Maldonado quien aseguraba tener un doctorado en el Nuevo Sistema Penal Acusatorio cuando éste no existe. Ah, y dense topes contra la pared: el mismo gobernante en turno, Cuitláhuac García presumía un doctorado en Ingeniería por la Universidad de Hamburgo, en Alemania, algo que resultó falso.

Nunca hizo tales estudios sino que estuvo en un curso temporal que ni siquiera alcanzó el grado de diplomado. Después García Jiménez le cambió el nombre y dijo que se trató de una “estancia doctoral”, algo inexistente en los escalafones formales de un postgrado. A la fecha no ha exhibido el titulo de doctor, como Duarte nunca lo hizo con el suyo. Esos son algunos de los políticos con probada y obscena deshonestidad académica.

*Envoyé depuis Paris, France.