ANDRÉS TIMOTEO
FUERON LOS ‘DROGOS’
Carlos Ascensión Morales, Gabriel Obed Canseco Pacheco, Hugo Cruz Acosta, José Dimas Pérez Solís, José Alfonso de la Cruz, Manuel Alejandro Jiménez Fernández, Alan Oswaldo Domínguez Velázquez y Leopoldo Sánchez Calixto, son los ocho trabajadores perecidos en los dos accidentes registrados el mismo día de hace dos semanas en instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) al sur del estado.
Los cinco primeros murieron calcinados en una explosión dentro del complejo de almacenamiento Tuzandépetl, en Ixhuatlán del Sureste. Aunque oficialmente solo se tiene confirmada la identidad de Ascensión Morales, originario de Las Choapas, a los restos de los otros cuatro cadáveres se les harán los exámenes genéticos para confirmar cuál es cada uno.
Los otros tres fallecidos son la refinería “Lázaro Cárdenas” en Minatitlán. Allí, el mismo 23 de febrero un incendio en la planta de crudo combinado Maya generó la tragedia. Heridos, permanecían en un nosocomio junto con otros empelados que fueron identificados como Fermín tenorio y Julio Arturo Basurto Sechi, y que todavía -hasta el domingo por la noche – continuaban con vida.
Sin embargo, se habla de hasta diez o doce desaparecidos en ambos accidentes. Entonces la cifras de víctimas mortales ascendería a veinte, no ocho, más los que resultaron heridos que son otra docena. Este bailoteo de datos sobre vidas pérdidas y sobrevivientes es consecuencia de la falta de información oficial.
Ni Pemex ni la Secretaría de Energía (Sener) han dado información seria y creíble, no han precisado el número real de afectados -muertos, desaparecidos y lesionados- ni mucho menos el origen de las explosiones. Ya pasaron doce días y todo es opacidad. Mucho menos hay detenidos o por lo menos indiciados judicialmente por esos accidentes que cegaron muchas vidas.
Al contrario, para exculpar a los funcionarios, ahora Pemex y Sener pretenden culpar a los obreros de los dos siniestros. Recurren a la injuria contra las víctimas, incluidas las que ya no pueden defenderse por estar muertas, para así ocultar la causa verdadera que fue la falta de mantenimiento y la disminución del presupuesto para la seguridad de los complejos – dinero que, todos deducen, se lo roban-.
Rocío Nahle, la secretaría de Energía y Octavio Romero, director de Pemex, ya comenzaron el tinglado para señalar a los trabajadores petroleros, entre ellos los fallecidos, de ser drogadictos, laborar bajo los efectos de estupefacientes y haber provocado el “error humano” que derivó en las explosiones. Fueron los ‘drogos’, nunca nosotros, deslizan Nahle y Oropeza.
El documentado periodista Mussio Cárdenas accedió a un chat de los obreros de Pemex en las factorías sureñas en el que refutan la estrategia de ambos funcionarios para culparlos con injurias y en el que además denuncian las causas reales de los siniestros.
En su columna Informe Rojo, Cárdenas escribió: “En la faena de expiar culpas, fragua la infamia de imputarle a los obreros que laboraban en la refinería Lázaro Cárdenas un presunto consumo de droga. Que den positivo a cocaína, incluso las tres víctimas que realizaban su tarea diaria en la Planta Combinada Maya, y los dos trabajadores más, uno en condición crítica en el hospital Picacho de Pemex, en la Ciudad de México, y el otro ya dado de alta.
La perversidad es brutal. Un audio que circula entre personal de Petróleos Mexicanos describe las causas reales del siniestro, ocurrido el jueves 23 de febrero. Nada de droga. Nada de irresponsabilidad. Hubo incumplimiento a la normatividad, combustibles desbordados y regados a ras de piso, nula supervisión y cero seguridad. La voz de los obreros es contundente”.
INFAMIA Y NEGLIGENCIA
“Se realizaban trabajos de soldadura —’cuatro juntas ciegas de 12-300 y 16-300; espárragos cristalizados que el soldador tuvo que cortar’— cuando el personal de contraincendios bajó la manguera y el líquido entrampado se desbordó, cayó al piso siendo alcanzado por una chispa que provocó el incendio.
Devorados por las llamas, la desesperación por salvar su vida, dos obreros saltaron desde cinco pisos de altura. Se presume responsabilidad del personal de guardia. Hay indicios de violación a los procedimientos de seguridad.
Previamente se repararon cuatro juntas ciegas y el material líquido se regó. Se hallaba en el piso y no fue recogido ni se limpió el área. ‘Combinada Maya siempre ha estado ‘cagada’ de producto. No limpian’, refiere uno de los interlocutores. Si había líquido regado, ‘debió haber parado la chamba’.
Y tocan el punto clave: el área de operación debió realizar pruebas de explosividad. Los trabajos de soldadura se realizaban en una línea a 250 grados de temperatura. Hay negligencia a la vista. Tan es así, que el líder de la Sección 10 del sindicato petrolero, Jorge Alberto Wade Zúñiga, cursó dos oficios al gerente de la refinería ‘Lázaro Cárdenas’, Carlos Gutiérrez Jacinto.
En el número SG/0973/23 señala que se violó la cláusula 62 del contrato colectivo de trabajo y no se elaboró el Análisis de Seguridad en Trabajo. No se enteró por escrito a los equipos que laborarían en el área sobre las condiciones de seguridad. No se entregó el documento al personal de contraincendios. No se enteró con ocho horas de anticipación a las comisiones de Seguridad e Higiene.
En el oficio SG/0974/23, Wade Zúñiga conmina al gerente Gutiérrez Jacinto a que “se reactive” el Programa de Pláticas de Inducción a la Seguridad y Prevención Contra Incendio para “disminuir las posibilidades de que se repita este u otro acontecimiento. ‘Asimismo, retomar la integración de las brigadas de rescatistas voluntarias en los distintos departamentos’.
O sea, fue negligencia. Y hay responsables. Pero en el Pemex de Rocío Nahle y Octavio Romero, la infamia es lo único que prevalece. Para que los negocios cundan y las complicidades de funcionarios prevalezcan se fragua acusar a los obreros de laborar bajo los efectos de la droga. Infames”, remata el columnista sureño.
*Envoyé depuis Paris, France.