TEXTO Irreverente

Por Andrés Timoteo

PARÍS APESTA

Decirlo parece una blasfemia, pero es así: París apesta. Ayer se calculaba que más de siete mil toneladas de basura acumuladas en verdaderas colinas sobre la vía pública. Calles, plazas, monumentos históricos, jardines, algo que no había pasado desde el 2015 cuando una huelga de recolectores duró apenas dos días.

Estos trabajadores – “éboueurs”, en francés – cumplieron ayer el noveno día de huelga en protesta por la reforma al sistema de jubilación que impulsa el gobierno de Emmanuel Macron y que haría que la edad de retiro para ellos se eleve de 57 a 59 años. Su labor recogiendo desechos es considerada como de riesgo por eso el límite de retiro es más temprano que los trabajadores en general.

El asalariado común, según la reforma en discusión, tendrá derecho a la jubilación al llegar a los 64 años y no a los 62 como es actualmente o luego de laborar 43 años. Por eso París y otras ciudades francesas están en medio de la basura.

A la Ciudad Luz le estropearon la imagen romántica. Ahora es una una urbe-museo apestosa en la que lugareños y turistas tienen que deambular por un vertedero a cielo abierto. Y no solo eso, también hay que escapar de las ratas y cucarachas que gustosas han aparecido en los montones de basura.

Nada se salva de la basura ni del hedor. Ni la Torre Eiffel ni el Arco de Triunfo ni Notredame ya que en sus alrededores también se acumulan los desechos y reina la fauna que la devora. Y todo va para largo pues el sindicato de recolectores anunció ayer que no levantarán la huelga hasta el 20 de marzo.

¿Qué pasará en los cinco días restantes?, ¿se ahogarán los parisinos en la basura?, ¿morirán devorados por las ratas? Vaya, la falta de limpia pública ya hasta hace parecer a París con los municipios del Tercer Mundo. Sí, no es exageración pues lo que sucede en la Ciudad Luz recuerda aquellos días en que toneladas de basura inundaron ciudades como Jalapa, Córdoba, Medellín de Bravo, el puerto de Veracruz y otros lugares.

Aquellos tiempos, no lejanos, en los que los alcaldes veracruzanos no supieron gestionar el servicio público de recolección y transformaron las urbes en basureros a cielo abierto.

Por supuesto que esta situación también ha devenido en una confrontación del gobierno macronista contra la alcaldesa socialista Anne Hidalgo a quien culpan del desastre por no disponer de trabajadores eventuales para suplir a los huelguistas, pero ella ha reaccionado señalando el motivo de la paralización de labores: la reforma de pensiones.

Gérald Darmanin, ministro del interior ha emplazado ayer a la edil para solicitar la intervención del gobierno nacional a fin de que se haga cargo de la recolección de la basura o de lo contrario se podría decretar la requisición del servicio. Una guerra política en medio del tiradero y la pestilencia, pues.

Pero no solo es la crisis de la basura sino de muchos otro servicios públicos y privados cuyos trabajadores también hacen huelga: los trenes, el metro, los autobuses, las gasolineras, algunas áreas de los aeropuertos, en la gestión de carreteras -cobro en casetas de peaje, reparación de rutas, etcétera – y terminales portuarias.

La mayoría de esos sectores han paralizado labores intermitentemente, o sea no es una huelga total sino por días. Llevan varias jornadas que si bien no afectan drásticamente a la ciudadanía si causan dislocación en las actividades cotidianas.

Además de caminar entre la basura hay que estar pendiente de los avisos para ver si tu línea de metro o de autobús dará servicio, llenar un día antes de la jornada de huelga el tanque de gasolina y viajar al interior del país es someterse a retrasos de horas o de plano a las cancelaciones.

Aún así, y eso hay que destacarse, el 70 por ciento de los franceses rechazan la reforma de jubilaciones, y son conscientes de que deben contribuir a la resistencia de la misma soportando las huelgas y las manifestaciones. Por eso también París arde pues decenas de miles han salido a las calles en todo el país para exigir que se retire tal enmienda legislativa.

¿OYES CANTAR AL PUEBLO?

Hoy miércoles será la octava movilización en la que se prevé que nuevamente, cientos de miles de personas se movilice en toda Francia. El sábado salieron a las calles 1.2 millones de franceses, la mitad de los 3.5 millones que lo hicieron el martes 7 de marzo -700 mil en la capital-, cuando fue la mayor movilización ciudadana en estas jornadas de protesta.

Por supuesto que los miles de franceses que anegan las calles no lo hacen tranquilos ni ordenados pues están encolerizados por lo que consideran una afrenta a los derechos laborales de la población. Cada jornada no solo hay marchas, gritos y asambleas públicas sino también quema y destrucción de mobiliario público, comercios vandalizados y enfrentamientos con la policía.

En cada movilización entre 90 y 100 policías antidisturbios han salido apaleados tan solo en la Ciudad Luz, pero en todas las ciudades francesas se repite lo mismo. Aún así, el gobierno de Emmanuel Macron se niega a atender el mal humor social y aliado con la derecha francesa, los legisladores del partido Los Repúblicanos, han sacado adelante en comisiones dicha reforma.

El jueves se hará la votación final en el Senado y después en la Asamblea Nacional , y aunque se prevé que finalmente sería aprobada muchos analistas anticipan incertidumbre en algunos parlamentarios por votar a favor una legislación tan impopular.

Los políticos deliberando en los palacios y el pueblo en las calles, la élite política contra la plebe, un clásico en Francia. En todas las movilizaciones se entona “La Marsellesa”, pero también muchos reviven la canción “À la volonté du peuple” (A la voluntad del pueblo), famosa en la película Los Miserables (2012) y especialmente su versión en lengua inglesa:

“Do you hear the people sing?/ Singing a song of angry men?/ It is the music of a people/ who will not be slaves again!” (¿Oyes cantar al pueblo?,/ ¿cantando una canción de gente enojada?/ ¡Es la música de un pueblo/ que no quiere volver a ser esclavo!”.