ANDRÉS TIMOTEO
PRIMAVERA HIRVIENTE
Aunque el equinoccio se registró a las tres de la tarde del lunes, oficialmente desde el martes comenzó la primavera. El retrato romántico de la estación son el reverdecimiento de todo, flores por doquier, mariposas volando, y el amor haciéndose presente en todos los animales, incluidos los hombres y mujeres.
Pero la postal real le quita belleza al periodo: temperaturas cada vez más elevadas, sequía intensa, degradación del medio ambiente, y por ende el mal humor humano creciente y el desbordamiento de los ánimos y la violencia. Ya no se diga del costo de la vida pagando por lo que consume un equipo de aire acondicionado o un ventilador, en el peor de los casos.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) está primavera será muy calurosa, incluso un poco más elevada que la del año pasado. Para empezar están pronosticadas cuatro ondas de calor extremo en el país, una en este marzo de transcurre, otra para abril y dos para mayo.
Cada una de esas ondas durará entre 4 y 10 días, y la temperatura será superior a los 30 grados Celsius, pero en algunos lugares rompería la barrera de los 40 grados. En el 2022, mayo fue el mes más caluroso en México desde 1953 y especialmente en todo el año se rompieron récords en cuestión de sequía. Cada vez llueve menos.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) acaba de emitir un comunicado para erizar los pelos: el 2022 empató con el 2015 como los años que ocupan el quinto sitio de los más calurosos desde 1880. Las temperaturas globales estuvieron 0,89 grados centígrados (1,6 grados Fahrenheit) por encima del promedio para el período 1951-1980 que es la referencia de la NASA.
Por su lado, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) fue más benigna pues indicó que la temperatura de la superficie global para 2022 fue la sexta más alta desde el siglo antepasado. Aun así, la traducción es que la tierra se está cocinando en su jugo y este 2023 no será la excepción pues se podría romper otro parámetro hirviente.
En Francia, el Sistema Meteorológico -llamado Météo France – también declaró el 2022 como el más caluroso desde 1900 para la nación gala con una temperatura promedio de 14.5 grados, más que los 14.07 que se percibieron en el 2020 que era el año que tenía el récord.
Y en el 2023 se tuvo un indicador no solo nacional sino global de lo que sucede con la llamado calentamiento global: el calor es cada vez más intenso en Los Alpes y específicamente en su montaña ícono, el Mont Blanc. El pasado mes de junio hubo una temperatura récord en su cúspide, nunca antes registrada.
El 18 de junio, el termómetro marcó los 10.4 grados Celsius pese a que el coloso mide 4 mil 809 metros -casi un kilómetros, 827 metros, menos que el Pico de Orizaba-. Desde el finales del siglo XVIII cuando comenzaron las primeras mediciones meteorológicas no había un registro de estas temperaturas.
Además, desde hace un par de años se ha alertado que los glaciares alpinos están menguando de forma vertiginosa, especialmente el del Mont Blanc pues su propia altura ha descendido entre 7 y 9 metros, dependiendo de la cantidad de hielo acumulado en cada año, pero con un grosor muy inferior a las décadas precedentes.
UNA PIEDRA SOLITARIA
Y si el francés Mont Blanc en cuyas faldas la novelista inglesa Mary W. Shelley recreó el refugio del Dr. Frankenstein -Chamonix, un pueblito de ensueño-, a nuestro Citlaltépetl al que Rafael Delgado describió como “el regio que al cielo se avecina” en sus Odas a la Raza, el cambio climático también le cuenta las horas a su capa blanca.
A inicios de marzo, Victor Soto, geógrafo investigador de la Universidad Veracruzana informó sobre las mediciones más recientes del último glaciar que le queda al Pico de Orizaba y que podría extinguirse en breve. De acuerdo a las imágenes satelitales ópticas y de radar que se levantaron entre el 2016 y el 2021, cada vez es más amplio el casco de piedra en la cima del gigante.
La revista científica germano-británica Journal of Mountain Science publicó que “el afloramiento de lecho rocoso en la zona de acumulación del glaciar más grande de México, como evidencia de una posible extinción acelerada”. Esto no significa otra cosa que en poco tiempo el Pico de Orizaba teñido de blanco solo quedará en las fotografías del recuerdo y el coloso podría terminar como una enorme montaña rocosa sin nieve.
Lo peor y a propósito de que ayer fue el Día Mundial del Agua es que la piedra por más grande que sea no genera el cada vez más escaso líquido y entonces vendrá el llanto y crujir de dientes en el centenar de municipios que dependen del glaciar volcánico para abastecer sus ríos, arroyos, lagos y mantos acuíferos.
Desde la montaña hasta la costa – el río Jamapa se alimenta del glaciar y es el abastecedor de agua potable que se consume en la conurbación Veracruz-Boca del Río-Medellín de Bravo pues hay que recordar que los pozos artesianos cerca de la costa no funcionan porque se contaminan de agua salada-, todos sufrirán al extremo si el último glaciar del Pico de Orizaba se extingue y solo queda una enorme piedra solitaria.
GARNACHA Y MORRAL
Hablando de cumbres borrascosas, ayer se inauguró la deslucida Cumbre Tajín 2023 y ¿qué creen? ¡Hubo más policías, funcionarios y otros empleados estatales que público asistente! El festival que cumple 23 años no es como antes, devino en una fiesta de garnacha y morral.
El sello global y de glamour que le intentó imprimir su fundador, el exgobernante Miguel Alemán, se fueron a pique igual que Interjet, su línea de aviación, y así se cumplió el anatema de los ancianos totonacas: lo del agua, al agua.
Bajo la organización de los ‘chairos’, el festival papanteco adquirió un toque de ‘corrientes’ peor que en la fidelidad. La precariedad y mal gusto rezuman en el Totonacapan: no hay artistas de altura internacional ni encuentros culturales que ilustren ni pensadores e investigadores que atraigan al intelecto nacional, ya no se diga mundial. Hoy es como una enorme kermés pueblerina.