TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

FIESTA DE LA SANGRE

Veracruz tuvo un sangriento fin de semana: 26 personas  asesinadas en las 72 horas correspondientes al viernes, sábado y domingo. De hecho, la semana ha sido cruenta en términos de vidas segadas pues algunos contabilizan entre 38 y 40 homicidios desde el sábado antepasado, el primer día del año. Por ende, este 2022 inició manchado de sangre. Pero el promedio de los últimos tres días debe prender las alertas pues entre el viernes y domingo una persona fue asesinada cada dos horas y media.

De las 26 personas asesinadas, la mitad corresponde a dos masacres. La del viernes en Isla y la del sábado en Emiliano Zapata con 9 y 4 víctimas, respectivamente. En la última localidad otras dos personas fueron ‘ejecutadas’ en un domicilio y aunque no se pueden integrar estadísticamente a la segunda masacre si son parte del recuento fatal del fin de semana. Todos los  homicidios tienen el sello de la mafia: cometidos por sicarios, las víctimas torturadas, mutiladas, marcadas y sus despojos arrojados en la vía pública.

También  la mensajería -especialmente en el caso de Isla- dirigida a rivales y sus protectores en la esfera gubernamental.  Previamente, algunas de las víctimas fueron plagiadas y sus últimas interrogaciones grabadas en video para después difundirse masivamente. Se repite lo que se dijo en un texto anterior, son espectáculos para generar terror.

La memoria humana es endeble y domesticable, aseveran los estudiosos. A corto y largo plazo se tiende a olvidar, a la vez que se va perdiendo la capacidad de asombro. Es decir, cuando a un horror le sucede otro peor, entonces se llega a creer que el anterior era menos dañino y así la gente va acostumbrándose a “pequeños horrores” diarios o frecuentes hasta que ya este tipo de masacres no le sorprenden ni la indignan sino lo contrario pues las ven como algo normal.

Recientemente la organización civil Causa en Común hizo público un informe anual titulado “Galería del horror: atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios periodísticos” en el que señala que de enero a octubre del 2021 se documentaron 4 mil 527 atrocidades con 6 mil 787 víctimas. Y Veracruz ocupa el sexto lugar en ese ‘ranking’ macabro con 175 atrocidades -diez masacres, concibiendo el concepto como el asesinato de tres personas o más, 55 personas mutiladas o descuartizadas, 9 calcinadas, 47 torturadas, 10 niños asesinados, 30 feminicidios y el hallazgo de 29 fosas clandestinas-.

Acá hay que reparar en el término que sostiene el informe: atrocidad. ¿Qué es? El mismo reporte proporciona una definición: “se considera como ‘atrocidad’ el uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político, y/o para provocar terror”. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define atrocidad como crueldad grande.

Hay dos investigadores que han aportado tesis para entender eso de las “atrocidades” y especialmente las masacres. Uno es el sociólogo alemán Wolfgang Sofsky  y el otro el filósofo colombiano Estanislao Zuleta quienes las definen como  “orgías de sangre” y “teatralización del  horror” en las cuales todo está permitido, no hay límites y la deshumanización es la constante porque quienes las perpetran se dan tiempo para ingeniar formas de hacer sufrir a la víctima y aterrorizar a quienes vean los despojos.

Hacer sufrir a las víctimas cuando todavía tienen vida, mutilar los cuerpos, marcarlos, manipularlos para que el público observe lo que les pasó. El exceso busca la proximidad del otro. El asesino trabaja ‘a mano’ y de cerca, es parte de ese teatro del horror.  “Los asesinos quieren ver cuerpos que sangran y ojos llenos de miedo”, expone Sofsky.  La masacre es una fiesta maligna con dos componentes: el placer de ‘ver sufrir’ al otro y regocijarse con el espanto que provoca posteriormente en aquellos que miran cómo quedó el castigado, señala Zuleta. Eso es lo que sucedió el fin de semana en Veracruz, un festín sangriento.

¿LA PLAZA TIENE DUEÑO?

El sábado también se difundió en las redes sociales un breve video donde el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, señalado de proteger e impulsar a un cartel del narcotráfico, se enreda en una perorata que más bien parece a una traición del subconsciente. Dijo: “aquí no vamos a permitir que ningún grupo quiera venirse a establecerse sobre otro”. No es un pronunciamiento tranquilizador para los ciudadanos sino parece un mensaje dirigido a los malhechores: la plaza ya tiene dueño y el gobierno estatal impedirá que se le quite. ¿Tanto así?

La ambigüedad en esa declaración, a propósito o intencionadamente, hace pensar lo peor. No obstante y más allá de la especulación, en todo este contexto hay una certeza: los cuatro funcionarios de Veracruz que tienen bajo su responsabilidad la conducción del gobierno y el tema de la seguridad pública están bajo tela de juicio, cargan dudas razonables sobre su probidad y su independencia de asuntos oscuros. Son el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, ahora ligado directamente y en voz de los propios criminales de operar a favor de un cartel del narcotráfico.

Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad Pública, con un pasado muy turbio en Nuevo León donde lo corrieron por extorsionar a empresarios y ahora con los abusos de autoridad y ejecuciones extrajudiciales que sus policías cometen en Veracruz. La fiscal general, Verónica Hernández Giadáns, con dos familiares ligados al crimen organizado, una prima y un hermano que es notario en Los Tuxtlas, y el propio García Jiménez, jefe de los tres anteriores que los tolera, los sostiene y los defiende.

El propio Cuitláhuac García ha llegado a convivir públicamente con sendos malosos como Francisco Navarrete Serna, quien fue jefe de una célula delictiva en la Cuenca del Papaloapan, asesinado por un grupo mafioso contrario, y Fabián Cárdenas Sosa, alcalde electo de Lerdo de Tejada hoy detenido por liderar una banda de secuestradores. Hay registros fotográficos de esos episodios. Así, la mala noticia para los veracruzanos es que García Jiménez, Cisneros Burgos, Gutiérrez Maldonado y Hernández Giadáns quienes se supone deberían protegerlos de la maldad estarían tiznados de eso mismo.