ANDRÉS TIMOTEO
PASADA PRESENTE
Si en la actual administración estatal hay una persona que represente al pasado que está co-gobernando con la “cuarta transformación” esa es la señora Namiko Matzumoto, presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Sus raíces políticas se prolongan hasta la fidelidad pero comenzó a ‘florecer’ en el duartismo. Tía del exsecretario de Gobierno durante el duartismo, Erick Lagos , la señora escaló en la burocracia universitaria hasta pasar a los organismos dependientes del Ejecutivo estatal.
Por los frutos se juzga el árbol, dicta una sentencia bíblica y esta aplica a Matzumoto que ha convertido a la CEDH en un tapete del gobernante en turno. Ella fue la primera secretaria ejecutiva de la paquidérmica Comisión Estatal para la Protección -risas – de Periodistas, entuerto ideado por la errática exvocera del duartismo Gina Domínguez para lavarle la cara al Javier Duarte ante la masacre de reporteros.
Del 2012 al 2015, Matzumoto tuvo esa tarea -la misma que ahora hace un tal Israel Hernández – de arropar a Duarte cada vez que mataban a un periodista. A la señora le tocaron los años más sangrientos contra la comunidad reporteril pero ni se inmutaba pese al reguero de muertos. Cada vez que un colega acudía a la CEAP lo engañaba, lo entrampaba en burocracia y finalmente le negaba todo apoyo. Esa es su tarjeta de presentación.
Por esos méritos, Duarte la hizo presidenta de la CEDH en el 2016 y desde entonces está sentada en esa silla. A pesar de que el morenista Cuitláhuac García tuvo la oportunidad de quitarla en enero del 2021 cuando se renovó el organismo, los diputados morenistas la eligieron para un segundo periodo. No podían echarla pues era parte de los pagos de facturas a los duartistas que ayudaron a ganar la elección del 2018.
Hoy Matzumoto sigue oronda sirviendo al gobernante, callando ante las tragedias humanitarias y obstaculizando a las víctimas. Ayer compareció en el congreso local donde hizo un espectáculo circense que cualquier malabarista envidiaría a fin de sacudirse el cuestionamiento más recurrente: su silencio ante los abusos policíacos con el famoso delito de “ultrajes a la autoridad”.
No obstante, pese a las maromas de alto grado de dificultad, Matzumoto no pudo ocultar lo que está a la vista de todos. Recurrió a dos argumentos pueriles: que la ley le impide pronunciarse al respecto y que hay una treintena recomendaciones por ser emitidas contra la Secretaría de Seguridad Pública. Falso, la legislación vigente no amordaza al ombudsman.
La ley número 483 que regula a la CEDH establece en su artículo 5 que la comisión no puede interpretar la ley pues eso le corresponde únicamente a los magistrados y ministros ni tampoco es competente para conocer asuntos electorales, laborales, agrarios y jurisdiccionales “en cuanto al fondo” . Eso significa que no está facultada para realizar una valoración técnica de la legislación, pero nunca señala que esté impedida a hacer un pronunciamiento ante la vulneración de las garantías individuales al aplicar una norma de forma abusiva.
Mucho menos que le impida iniciar procesos para emitir recomendaciones ante la violación de los derechos humanos. Sin embargo, bajo ese argumento de la “prohibición taxativa” -eso se lo inventó ella porque no aparece en la Ley 483 – Matzumoto le mintió a los legisladores. Igualmente falseó eso de que tiene ha atendido a las víctimas de los abusos de autoridad por la aplicación del citado delito.
Dice, por ejemplo, que tiene 31 quejas “en proceso”, pero la reforma al código penal ya está por cumplir once meses y en la cárcel hay entre 2 mil 400 y 3 mil 600 encarcelados. Ni en el tiempo ni en los números encaja ese argumento. Mucho menos hablar de una recomendación emitida. Vaya, fue primero la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) la que intervino que la CEDH por los atropellos derivados de los “ultrajes a la autoridad” contra los seis jóvenes jalapeños que fueron encarcelados ilegalmente en Jalapa.
La recomendación CNDH/2/2021/10689/Q se integró y expidió en 27 días. La queja fue recibida el 24 de noviembre y el 21 de diciembre ya estaba liberada la recomendación. O sea, el ombudsman nacional ocupó solo 27 días para valorar y comprobar que la policía estatal atropelló los derechos constitucionales de los chavos, y en emitir una recomendación dirigida al gobernante García Jiménez y a su fiscala, Verónica Hernández.
Eso en menos de un mes, ¿por qué en estos casi once meses la señora Matzumoto apenas tiene 31 quejas “en curso”? Respuesta: porque, como siempre acostumbra, hace todo lo posible por dilatar los expedientes y no molestar a sus patrones. La presidenta de la CEDH “calla como momia” y “miente como respira”, diría el caudillo tabasqueño. ¿Qué no es delito emitir pronunciamientos falsos al Poder Legislativo? Pues la señora lo hizo a gusto en su comparecencia.
EL SASQUATCH
Namiko Matzumoto tampoco ver ni documenta lo que sucede con los otros abusos de autoridad cometidos por la policía cuitlahuista. A la fecha no hay recomendación alguna por la ejecución extrajudicial de los niños Jonathan y Eduardo en La Patrona, Amatlán de los Reyes. Tampoco por las miles de personas desaparecidas y sus familiares que los buscan en las fosas clandestinas.
En el predio Campo Grande de Ixtaczoquitlán donde se han extraído 53 cadáveres, la CEDH está ausente. Ni coadyuva ni atiende a los quejosos. Ahora, el Colectivo de Desaparecidos Orizaba-Córdoba suspendió la búsqueda -es la cuarta vez que lo hace – porque la Fiscalía General retiró a los forenses por decisión unilateral bajo el alegato de que no tiene personal suficiente para seguir excavando la tierra. Y Namiko silenciosa.
Por cierto, hay un documental llamado “Sasquatch” de David Holthouse que aborda la leyenda urbana de Pie Grande en las montañas de California, monstruo que en los noventa habría asesinado y descuartizado a tres migrantes mexicanos. Pero no fue esa bestia mítica la que mató a los jornaleros -cuyas tumbas nunca se encontraron- sino sus empleadores, cultivadores de mariguana. Los monstruos se inventan para cubrir nuestras propias atrocidades, dice un investigador. Cuando abundan los afiches de búsqueda de personas desaparecidas es un indicador que entre nosotros hay bestias peores que el Sasquatch. En Veracruz ya son manada.