TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

BALAS, CUCHILLOS, MACHETES…

A Guadalupe la mató su esposo a puñaladas durante una discusión. Fue el resultado de un largo periodo de maltrato y pleitos. En la víspera, había sacado a sus hijos del domicilio familiar como si presintiera lo que se venía. Con ello evitó, tal vez, que los niños vieran su asesinato de manos del padre. Su cuerpo lo encontraron el sábado pasado en Medellín de Bravo.

Lo mismo le pasó a Miriam, una trabajadora de la Secretaría de Seguridad Pública de Jalapa, a la que su pareja sentimental coció a puñaladas. Fue acuchillada catorce veces en plena calle donde la atacó su novio en venganza por haber roto su relación. Antes de morir, Miriam logró decirle a sus vecinos, quienes acudieron a ayudarla, el nombre de su victimario.

Un ataque más cruel tuvo Rosalba quien vivía en la poblado La Barranca en Chinameca pues su marido la asesinó a  machetazo limpio. Le cortó la espalda, casi le cercena una mano y le abrió el cráneo, todo después de la ‘convivencia’ de Nochevieja y frente a sus propios hijos. El de Rosalba fue el primer feminicidio del año en Veracruz y en el país. Sucedió en los primeros minutos del primero de enero.

Un día después, el 2 de enero, en Orizaba falleció Lizbeth. La mató a balazos su esposo luego de que le dijo que quería divorciarse. Fue, también, el desenlace de un maltrato prolongado. Igualmente a balazos fue atacada Ana Marilyn en Playa Vicente el 29 de enero por un hombre del que rechazó sus avances amorosos. Ella agonizó seis días en un hospital y el viernes 4 de febrero falleció.

Pero el horror de los feminicidios en Veracruz se agrava pues en otros tres las víctimas fueron menores de edad.  Flor Areli, de 14 años, fue  ahorcada con una sábana por su novio en Teocelo y su cuerpo se localizó el lunes de la semana pasada en una de las calles del poblado Las Cañadas. El asesino la arrojó a la vía pública como si se tratara de un bulto de basura.

Flor tenía seis meses de embarazo, su bebé era una niña. Fue el feminicidio doble que incluyó una víctima no-nata. Tres días después, el 3 de febrero, a María Alejandra y su hija Lizini las encontraron muertas en su domicilio de Coatzacoalcos.  Ambas fueron estranguladas y la niña de 9 años sufrió abuso sexual de su o sus atacantes. La última víctima de la seguidilla  de feminicidios fue una “NN”, las siglas tomadas de la expresión inglesa ‘No Name’ o ‘Nombre Desconocido’.

Ayer domingo en Acultzingo, a las orillas de la carretera Orizaba-Tehuacán fue localizado en cuerpo de una mujer con heridas de bala. Los informes policíacos dicen que tiene entre 25 y 30 años, la tez morena y que vestía pantalón de mezclilla azul, chamara y botas en color negro, pero hasta anoche no había sido identificada.

Son en total nueve feminicidios en los primeros 36 días del año, a razón de uno cada cuatro días y la mitad de ellos se cometió en la última semana. Por esos nueve casos, solo hay dos detenidos, es decir únicamente en el 20 por ciento hay expectativa real de castigo y -se presume- que el resto de los crímenes quedaría en la impunidad a pesar de que se conoce la identidad de casi todos los victimarios.

La cabañuela feminicida hace suponer que si se mantiene ese ritmo, Veracruz romperá su propio récord en este 2022 y sumaría más de noventa las mujeres asesinadas al finalizar el año. En el 2021, la entidad acumuló 69 feminicidios ocupando el segundo sitio nacional por este delito solo debajo del Estado de México que tiene el doble de población.

Balas, cuchillos, machetes, cuerdas, golpes…todo para castigar, lastimar, exterminar. Así tratan a las mujeres en Veracruz, no importa que sean niñas o que ni siquiera hayan nacido. No han servido de nada las dos alertas por violencia de género y que se esté preparando una tercera.

LAS ‘EMPODERADAS’

De los  69 feminicidios cometidos en el 2021, el 94 por ciento sigue en la impunidad lo que es una paradoja pues la titular de la Fiscalía General es una mujer. Eso tumba las tesis del secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros quien afirma que el régimen cuitlahuista combate eficazmente  la violencia contra las mujeres y pone como ejemplo que “la Fiscalía está en manos de una mujer, el Poder Judicial en manos de una mujer, el empoderamiento de la mujer es muy importante cosa que antes no existía”.

En ninguna de las ‘empoderadas’, Verónica Hernández  e Isabel Romero , titulares de la Fiscalía y del Tribunal Superior de Justicia, respectivamente, se ha visto eficiencia ni voluntad para procurar e impartir justicia a las mujeres agredidas o asesinadas ni siquiera por sororidad. Al contrario, Hernández Giadáns “reclasificó”  el delito de feminicidio por el de homicidio doloso para recortar por mitad la estadística de crímenes contra mujeres

A finales de noviembre pasado cuando le preguntaron por los feminicidios, el gobernante Cuitláhuac García aseguró que todos “se han esclarecido durante mi administración, aquí está la fiscal y ha tenido un compromiso muy claro de ir tras los responsables, están detenidos todos”.  Poco antes, el 9 de noviembre, en la Mesa de Seguridad realizada en Nogales, García señaló que los feminicidios -incluidos los cometidos durante su administración- eran culpa del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares porque había solapado a los agresores de mujeres como Rogelio Franco.

Sin embargo, Franco está encarcelado -durante su gestión- por el delito de “ultrajes a la autoridad” y no por violencia contra las mujeres. Ya en octubre del 2019 cuando los reporteros lo cuestionaron porque Veracruz estaba en los primeros lugares de ese delito, el gobernante les dijo socarronamente: “no exageren, el problema va para abajo”, y en febrero del año siguiente aseguró que éste había descendido en un 70 por ciento. De esa declaración a la fecha ha matado a más de cien mujeres y este 2022 apunta para ser el más letal para la población femenina.

Por cierto, durante el año pasado destacó mediáticamente el feminicidio de Montserrat Bendimes golpeada salvajemente por su novio Marlon Botas el 17 de abril pasado. Ella pereció en un hospital tras seis días de agonía.  Es cierto, los padres de Botas fueron detenidos siete meses después por complicidad en el crimen, pero el perpetrador intelectual y material continúa prófugo y gozando de impunidad pagada con fuertes sumas de dinero, según fuentes de la propia fiscalía.