TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

SUBE LA PUJA

Un buen ‘golpe’ no se aclara, reza un dicho que aplica al periodismo y también a la política. Una información dada al garete y sin sustento siempre requerirá acotaciones y hasta el clásico “malinterpretaron lo que dije”. Eso le sucede al gobernante en turno, Cuitláhuac García quien tuvo que salir a la palestra para aclarar sus propias afirmaciones de que si se deroga el delito de “ultrajes a la autoridad” saldrían de la cárcel cuarenta “jefes de plaza”.

Ante la polémica -bueno más bien frente a las carcajadas que levantó esa declaración y a la exhibida que puso al sistema de procuración de justicia-  García Jiménez corrige y asegura, palabras más, palabras menos, que no saldrían inmediatamente porque están sujetos a otros procesos judiciales.  Él mismo desactiva la bomba que pretendió detonar contra el Movimiento por la Justicia que lidera el senador Dante Delgado Rannauro.

Pero como ‘la lengua no tiene hueso’, dirían en el pueblo, el gobernante elevó la puja aunque con la misma mentira pues afirmó que si se suspende ese delito del código penal además  “525 lugartenientes” del crimen organizado tendrían que ser liberados. Vaya, como si no tuvieran otros señalamientos y no si no hubiera la obligación de la Fiscalía del estado de ponerlos a disposición de un juez federal, como marca la ley, por dedicarse a la delincuencia organizada.

Sean “jefes de plaza” o “lugartenientes”, si cometieron delitos del orden federal, en este caso relativos al crimen organizado, esos detenidos ya no son sujetos que dependan del código penal de la entidad. Nuevamente agita ‘el petate del muerto’.  Y no paró allí pues además de atacar  los personajes que integran el Movimiento por la Justicia ahora sumó nuevos conspiradores de los que dijo defienden a los criminales: abogados y familiares de detenidos.

De los primeros dice que seguramente prestarán sus servicios para defender a los detenidos. ¿Pues que no hacen eso lo que estudiaron para ser litigantes? Risas. Sin embargo, lo más lamentable es que demonizó a madres y padres que claman porque sus hijos están encarcelados injustamente. “Defienden criminales”, les reprocha el gobernante otra vez anticipándose a un juicio que demuestre si en realidad lo son.

El gobernante en turno anda histérico lanzando improperios y de paso  ayer en su conferencia en Jalapa de paso se desquitó con una reportera a la que quiso exhibir como mentirosa por una nimiedad: el nombre de algún abogado o algún colegio de litigantes que hayan declarado contra su delito de “ultrajes a la autoridad”. Hay que reconocer que la colega increpada tiene parte de culpa por preguntar sin documentarse y por no saber formularle el cuestionamiento  ni revirar la discusión con los elementos periodísticos de una entrevista.

Ya para que un personaje tan baldado lingüística y analíticamente como García Jiménez te zarandee en público y no puedas debatirle sus pobres argumentos es como para correr de regreso a la universidad a repasar las enseñanzas sobre comunicación y a desempolvar todos los manuales de periodismo, ¿no creen? Moraleja: los obtusos se ceban con los impreparados, aplica siempre en este quehacer.

EL ARTE DE PREGUNTAR

El preguntar es un arte en periodismo. Hay que recordar la obra “Ejercicio periodístico” de Manuel Buendía que comienza con la anécdota de una conferencia de prensa del exsecretario de Estado de la Casa Blanca, Alexander Haig en la que fue acorralado por la reportera mexicana, la querida Blanche Petrich, quien escribe para La Jornada, con una sola pregunta que fue tan certera como un celada de la que no tuvo escapatoria. 

“Me di cuenta de que si la contestaba se metería en un lío y si no, también. Era una de esas trampas perfectas con que el buen cazador suele atrapar a su animal grande, aunque solo sea por el tiempo suficiente para poner en ridículo su ferocidad, Y Haig, provocado, cayó redondo. Inició una vehemente respuesta y a la mitad se detuvo, iracundo, turbado, encendido el rostro, fulgurantes los ojos que parecen acero pavonado. Tardíamente había recapacitado acerca de que avanzaba más y más no por un túnel sino hacia el fondo del agujero abierto con la inteligencia y habilidad por aquella mujercita”.

¿Qué le quedó hacer al funcionario norteamericano que cayó en la “trampa perfecta” colocada por la reportera con su requerimiento? Aplicar la retirada militar que conocía muy bien -era general de ejército gringo-. “Abruptamente calificó de impropia la pregunta y cedió la palabra a otro periodista”, relata Buendía. Con esa cátedra de una buena cazadora de la noticia cuyas flechas son las preguntas certeras, documentadas, precisas, que no dan lugar para que el cuestionado se mueva para un lado u otro, Buendía abre su manual.

Ah y los desocupados de la paquidérmica Comisión de Protección -risas – a Periodistas sacaron un boletín exhortando a García Jiménez que no se exceda en exabruptos como lo hizo con la reportera jalapeña. Nuevamente se avocan a nimiedades para no ocuparse de los asesinatos y agresiones reales contra los comunicadores. Y además no le atinan: la compañera, con todo respeto, lo que necesita es un libro no un boletín. Si no quieren gastar, el manual de Buendía están en línea. Hay leerlo y releerlo.

EL CONVERSO

El Monero Rapé, así se hace llamar, es un caricaturista veracruzano. Vivió en Jalapa y hace años huyó del estado y del país durante un tiempo por amenazas que recibió del duartismo. A la distancia se convirtió en el monstruo que combatía, pero todavía peor porque ahora agrede a sus propios congéneres en ese tipo de canibalismo que caracteriza a los conversos. Acaba de publicar un caricatura en la que  pinta a los reporteros como buitres y la mano del presidente encendiendo la mecha de un cañón que les apunta para asesinarlos.

No tiene vergüenza pues, ahora cargado hacía el régimen gobernante, pide para otros lo que en algún momento le quisieron hacer a él. Por la polémica generada ante los deseos del dibujante para con los colegas, éste recorre algunos medios informativos afirmando que malentendieron su caricatura y que le faltó agregar elementos a la misma para precisar la idea. Se repite, un buen ‘golpe’ en periodismo no necesita aclaraciones.