ANDRÉS TIMOTEO
SE METIÓ EL LOBO
“Dejamos entrar al lobo en el corral”, se lamentaron, el martes pasado, ante un juez Eddy et Anne-Laure, dos jóvenes que se casaron hace cinco años en el sur de Francia pues en plena fiesta de bodas uno de los invitados se llevó a una niña de ocho años, la violó, la mató a golpes y escondió su cadáver en un bosque. El cuerpo de la pequeña no fue encontrado sino hasta seis meses después y solo cuando el pedófilo confesó el feminicidio.
No fue el único ataque pues el tipo era un depredador sexual y asesino en serie. Se le señala de al menos una docena crímenes sexuales, en ellos seis las víctimas terminaron asesinadas. Otras dos pequeñas atacadas sexualmente -hace años- fueron sus primas de 6 y 4 años, aunque a ellas no las asesinó. El país galo está pasmado con la historia. “Es un diablo”, dicen unos. “Un monstruo”, acusan otros. “Es el lobo del cuento que se come a la niña”, comentan espantados.
Es más, en la Francia humanista, progresista y que pregona la fraternidad en su lema nacional algunos ya claman por la pena de muerte para delincuentes como Nordahl Lelandais. Este tipo de 34 años, exmilitar, desempleado y ‘dealer’ ocasional -vendedor de droga al menudeo- burló a todos: se robó a la pequeña Maëlys de Araujo frente a todos. Bastaron unos cuantos minutos de descuido de sus padres y abuelos para que la sustrajera, la subiera a su automóvil y condujera hasta un pueblo cercano para cometer la violación y el homicidio.
Y se dio tiempo para regresar una hora después a la fiesta y seguir divirtiéndose. “En menos de 15 minutos el diablo se la llevó”, cuenta llorando la abuela de la pequeña pues ella fue la última en hablar con Maëlys. Hubo una señal de alerta en la misma fiesta que notaron pero no tomaron medidas de protección. La madre sorprendió a Lelandais a solas con la niña mostrándole videos de perros que tenía en su teléfono móvil -ella amaba los cachorros – y le reclamó por considerarlo inapropiado. No lo conocían y se había acercado a la pequeña con ese señuelo.
A la distancia, los padres se lamentan no haber encendido las alarmas y guarecer a su hija del depredador. El lobo se robó y devoró a la Caperucita de Pont-de-Beauvoisin, el poblado donde se realizaron los esponsales el 26 de agosto del 2017. Tras su detención y ante las pruebas reunidas por la policía -entre ellas restos de sangre en su coche e imágenes de las cámaras de tráfico vial en el que se le veía acompañado de la pequeña – Nordahl Lelandais confesó el crimen pero medio año después.
Durante todo ese tiempo cientos buscaron a Maëlys: padres, abuelos, primos, tíos, amigos, vecinos, los desposados y sus conocidos. Más de 2 mil personas, entre civiles y policías con perros entrenados para localizar cadáveres. También la rastrearon guardabosques y la Gendarmería Francesa desde helicópteros, pero nunca la encontraron. Fue hasta el 14 de febrero, Día del Amor, del 2018 cuando hallaron los restos cerca de una cascada, dentro de un bosque de hayas en los alrededores de Domessin, pueblo ubicado a solo nueve minutos en automóvil del lugar donde se cometió el rapto.
Lo que hallaron tras la confesión del asesino fue el cráneo, dos huesos: un fémur y un húmero -de la pierna y el brazo- y algunos retazos de la ropa. Los animales del bosque se comieron y dispersaron el resto del cuerpo mientras que el ambiente húmedo terminó por desintegrar los despojos de la pequeña que no pesaba más de 25 kilogramos. Eso sí, los forenses determinaron que murió por una golpiza salvaje pues tenía la mandíbula partida partida en dos y eso lo sufrió estando viva.
Por el estado de lo encontrado no se pudo comprobar si hubo ataque sexual. El asesino lo negó, aseguró que solo la golpeó porque “comenzó a gritar”, pero un compañero de celda testificó ante el tribunal que Lelandais le contó que la había violado y “disfrutó mucho”. También le confesó otros crímenes, entre ellos el de un jovencito que subió a su automóvil cuando hacia ‘auto-stop’ y que se resistió a sostener relaciones sexuales. Fue el mismo modo de asesinato: lo golpeó hasta matarlo y luego escondió el cuerpo. Sucedió en el mismo 2017, semanas antes de atacar a la pequeña Maëlys.
Hay una docena de expedientes abiertos con seis casos de niños y jóvenes, hombres y mujeres, desaparecidos, en los que Nordahl Lelandais estaría involucrado. Es un depredador y un asesino serial que espanta a la civilizada Francia. Ante la Corte de Isère, Eddy el novio de aquella boda que terminó en pesadilla, reconoció que carga “una culpa enorme que le pesa como una roca” por haber invitado al pederasta a su fiesta. “No imaginamos que él (el asesino) tenía toda esa oscuridad dentro, no sabíamos que dejamos entrar al lobo en el corral”, dijo llorando Anne-Laure, su esposa.
NUNCA ES SUFICIENTE
El testimonio del matrimonio ante el juez de Isère es parte del proceso contra el depredador y que a cinco años vuelve a remover el horror entre los franceses. Sin embargo, no es el único ni el último feminicidio que ha ocurrido, aunque si uno de los más atroces. El mundo está lleno de cánidos que se cuelan en los rediles de ovejas y engullen a las más jóvenes. México y Veracruz está atestado de estos depredadores que pululan a sus anchas porque son paraísos para los feminicidas.
No, la tragedia de la boda en Pont-de-Beauvoisin no es algo novedoso pero sirve para recordar que los depredadores están en las puertas de todos, deambulan por los lugares menos imaginados. Lo sucedido en el sur de Francia terminó con un asesino serial en las rejas, un juicio en ciernes y pesquisas concatenadas de los casos de otras víctimas, pero hay lugares -como Veracruz- donde la impunidad es el premio para los agresores de niñas y mujeres.
Vaya, en Veracruz se acaba de conocer una historia de horror muy parecida: la violación y feminicidio de Fanny, hija del alcalde saliente de Xoxocotla, en las sierra de Zongolica, el pasado 29 de diciembre. La pequeña de doce años fue sacada de una fiesta popular que se realizaba en el pueblo y su cadáver se localizó la mañana siguiente cerca de un riachuelo. A Fanny la violaron y después la mataron a golpes. A la fecha no hay ningún detenido a pesar de que su padre, Magdaleno Juárez Pérez, es integrante de Morena, el partido en el poder.
La enseñanza y alerta para todos es la que dijo Cory Lambert a su esposa Jane luego de que a su hija adolescente la violaron, asesinaron y abandonaron su cuerpo en una bosque nevado de Wyoming, Estados Unidos en la película Wind River: cuidar a los hijos nunca es suficiente, los lobos saltan de cualquier parte, de donde menos te lo esperas.