Texto Irreverente/ ANDRÉS TIMOTEO

Por Andrés Timoteo

LOS ANIMATRÓNICOS

Parece un cuento de terror para estos días de muertos. Es como la trama de una película ‘gore’ por la saña empleada contra las víctimas, igual que en Five Nights at Freddy’s, la cinta de moda en los cines -la que ya fue a ver Lalo y su banda matutina de Bachilleres Veracruz (Alfonso, Derek, Bernardo, Jesús, María, Fanny y Miranda).


En Veracruz hay una leyenda tan tétrica como real: se matan niños con alevosía y sus verdugos están plenamente identificados aunque siguen impunes e imparables en su masacre. 

Son funcionarios malvados y metódicos que se ensañan con los pequeños que caen en sus dominios y se comportan igual que los ‘animatrónicos’ del famoso juego de video ahora llevado a la pantalla grande,

¿Quiénes son esos ‘animatrónicos’? Unos de bata y oficina liderados por Hugo Reyes Devesa y Guadalupe Díaz del Castillo. 

El primero es director general del Hospital Regional de Veracruz -llamado eufemísticamente de “Alta Especialidad”, risas por ese nombre que le solo le acomoda si se entiende que son especialistas en negligencia y corrupción–.

La segunda es la secretaria de Salud del estado.

Ese par colecciona víctimas que llegan a la Torre Pediátrica para ser tratadas de cáncer y otras enfermedades agresivas, y que fallecieron por la falta de medicinas, tratamientos, quimioterapias y médicos. 

El caso más reciente es el de Karla Angélica, de 14 años, quien pereció por una neumonía mal atendida.

Estaba internada en dicho centro, que depende del Hospital General, y perdió la vida por la negligencia criminal. 

A ella le diagnosticaron tardíamente tuberculosis a pesar de que fue ingresada con días de anticipación por la infección pulmonar grave que presentaba.

A los padres les dieron tal diagnóstico cuando Karla ya agonizaba. 

Pero lo más infame y que se encuadra en el delito es que nunca la atendió un pediatra neumólogo, y negaron el ingreso de un especialista externo que la familia iba a contratar. 

O sea que hubo un conjuro contra la salud y la sobrevivencia de Karlita.

Entonces, en ese hospital deberían colgar un letrero de advertencia: “Aquí se matan niños”. 

Lo que en su interior sucede es exactamente como una historia de horror con el agregado de que no es ficción. 

Ese nosocomio, manejado por ‘animatrónicos’ o animales de felpa asesinos, produce víctimas como para espantar a cualquiera y en cualquier época del año, no solo en Halloween.

Claro, habrá que decir que los líderes actuales de la pandilla de ‘animatrónicos’ solo son continuadores de una larga matanza. 

Reyes y Díaz fueron nombrados en este año, uno en mayo y la otra en agosto, al frente de dichas instituciones, pero sus predecesores ya se cebaban con los pequeños. 

Tan matones los de antes como lo de ahora.

LA TORRE MACABRA

Karla apenas fue la víctima más reciente, pero son decenas. 

Según la asociación de los padres de niños atendidos en la Torre Pediátrica, han perecido 30 pequeños, y la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (Amanc) ha documentado 35 fallecimientos desde el 2020. (https://goo.su/JMcK93).

La mayoría de estos decesos están relacionados con actos de negligencia, desabasto de medicamentos, escasez de galenos especialistas, equipo médico obsoleto, faltante o descompuesto, y carencia de quimioterapias así como de otros tratamientos complementarios.

Los mismos padres han contado a la opinión pública cada deceso de sus hijos en esta Macabra Torre y otros hospitales de la entidad. 

Han dado cuenta de nombres y pormenores de los crímenes perpetrados por los ‘animatrónicos’ cuitlahuistas. 

No de ahora sino desde el 2019 cuando los guindas llegaron al poder estatal y tomaron el control de los servicios de salud.

Y los crímenes no solo se comente en la Torre Pediátrica del puerto sino en todos los nosocomios estatales. 

Hay historias de miedo supremo como la de David Alejandro, un pequeño de tan solo dos años y once meses, quien murió en julio del 2020 porque se infectó de la Covid-19 en el Hospital Regional de Río Blanco.

El niño recibía tratamiento contra el cáncer, pero contrajo la gripe mortal por la falta de medidas profilácticas en ese hospital. 

David fue llevado al nosocomio para recibir su terapia y ya no salió, debido a su organismo deprimido por los medicamentos oncológicos, el coronavirus lo diezmó en unas horas.

No fue la única víctima de ese cóctel fatal -cáncer, coronavirus y falta de higiene- pues en junio del 2021 se informó que diez menores se infectaron con la gripe en la Torre Pediátrica y uno falleció. 

Era un adolescente de 17 años que luchaba contra la leucemia linfoblástica y se infectó con el virus a causa de la falta de aseo y medidas precautorias en dicho centro hospitalario.

Con este historial nadie puede negar que los hospitales bajo el control de los ‘animatrónicos’ del régimen son mataderos de niños. 

Y en el último crimen, el de Karla, hay un agregado execrable: los de la Secretaría de Salud llegaron al extremo de amenazar a los deudos y otros padres de los niños enfermos por denunciar la negligencia y reclamar justicia.

JIGSAW, EL INGENIERO

El viernes, ocho días después de la muerte de Karlita -acontecida el sábado 21-, los padres realizaron una protesta frente a la Torre Pediátrica y, ante eso, los funcionarios expidieron un comunicado -mal redactado para no variar- en el que los responsabilizan de la suerte de otros internos e implícitamente advierten sobre procesos penales en su contra.

Vaya juego siniestro de estos sociópatas que ahora culpan a la víctimas de la penuria y exterminio que campean en la Torre Macabra. 

¿A poco no es una historia de terror ‘gore’ que da más miedo que lo que pasan en el cine?

Ah, y si Reyes Devesa y Díaz del Castillo son unos ‘animatrónicos’ despiadados, su jefe Cuitláhuac García, el gobernante en turno, es el Jigsaw de esta trama. 

Se comporta igual que el sádico protagonista de la saga Saw o El juego del miedo. 

Jigsaw también es un ingeniero que se volvió loco y se lanzó a torturar gente, además de que le gusta pedalear la bicicleta como al jalapeño.

*Envoyé depuis Paris, France.