TEXTO IRREVERENTE

ANDRÉS TIMOTEO

OTOÑO COVIDOSO

En esa locomotora lingüística empujada por la pandemia de Covid-19, la Real Academia de la Lengua Española ya incluyó en su diccionario la palabra “convidoso (a)” como adjetivo y cuyo significado es “que tiene o padece Covid”. Es una aportación de América Latina pues los primeros que la acuñaron fueron articulistas -científicos principalmente- y periodistas en la revista Gente de Buenos Aires y los diarios Eje Central de México, Las Dos Orillas de Bogotá, El Universo de Guayaquil y La República de Lima.

Después el adjetivo fue retomado en publicaciones españolas. La contribución mexicana se dio hace exactamente un año, el 5 de noviembre del 2020 en la nota titulada “Covidoso, la nueva forma de discriminación” firmada por Norma Montiel y Elizabeth Hernández en la que se cita que pese a que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) emitió un catálogo de recomendaciones para la convivencia social durante la pandemia a fin de evitar la exclusión, ésta surgió por todos lados.

“Pronto términos como ‘Covidoso’ -que se asemeja a la forma despectiva para tratar a los pacientes con SIDA-, ‘Coronoso’ o ‘Covidpositivo’ comenzaron a usarse con más frecuencia entre la población”, expone el artículo que también da cuenta de las agresiones sufridas por personal sanitario y pacientes o sus familiares en diferentes puntos del país al verlos como potenciales difusores de la plaga.

Así, ‘covidoso’ ya se puede usar, aunque la referencia en este texto solo es meramente ilustrativa. El título de otoño covidoso es porque la pandemia amenaza con una quinta ola en Europa a pesar de que ya se creía superada la etapa crítica tras la cuarta que azotó durante la primera mitad de este 2021 y que fue agravada por las mutaciones del Coronavirus.

Las que atacaron a los europeos fueron principalmente las variantes británica e india que, precisamente para evitar la discriminación por la alusión al país donde se originaron, se renombraron como Alfa y Delta Hay que agregar que la Beta es la sudafricana y la Gamma es la brasileña que poco han impactado en Europa pero que existen en el registro virológico mundial.

Además están las variantes menores o que se han extendido poco como “Kappa” que es un sublinaje de la Delta, Lambda de Perú, Iota de Nueva York, Zeta de Río de Janeiro -también emparentada con la Gamma – Épsilon de California y la B.1.621 de Colombia. Esas han afectado a regiones muy determinadas del planeta pero son escasas en el continente europeo.

Pues bien, retomando el hilo, cuando todos pensaban que Europa ya había llegado a la ‘normalidad’ el virus dio una vuelta más a la hilacha y está de regreso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que el continente tiene cifras en ascenso de infectados que podrían empeorar cuando se intensifiquen las bajas temperaturas, especialmente en el invierno que comienza en poco más de seis semanas. Actualmente ya el frío ya castiga a buena parte del continente, incluido París.

El repunte de la Covid-19 encendió las alarmas. Ayer, el primer ministro francés, Jean Castex lo reconoció públicamente: “el país está en un rebrote epidémico” al visitar el Hospital de Montpellier, al sur del territorio. Alertó que la mejoría en la situación hospitalaria se detuvo a pesar de que el 88.5 por ciento de la población ya está vacunada.

Las últimas tres semanas aumentaron los contagios en un rango de 9 por ciento. El último reporte, del jueves, fue de 9 mil 500 nuevos casos. Por eso, entre las medidas sanitarias que se anunciaron para impedir una quinta ola pandémica está regresar al uso obligado de mascarilla en escuelas de 39 departamentos, y en breve el presidente Emmanuel Macron dirigirá un mensaje a la nación con nuevas instrucciones, entre las cuales podría estar una tercera dosis a todos los ya vacunados.

EL LOCO DEL BONGÓ

Si Francia está en alerta, la vecina Alemania raya la emergencia porque de Europa es la más tocada en este otoño covidoso. El jueves reportó 2 mil 226 pacientes en cuidados intensivos, 33 mil 700 nuevos casos y 165 decesos, cifras que no se daban desde noviembre del año pasado. En tanto, países del este como Rumanía, Hungría, Bulgaria, Eslovenia, Chequia, Letonia, Lituania y Croacia están en peores condiciones y si la pandemia se sale de control en ellos el rebrote podría extenderse por toda la Unión Europea, advierten.

¿Las causas de tal repunte pandémico? Son tres principalmente: la lentitud en la vacunación, la relajación de medias sanitarias como el uso de mascarillas y a distancia social evitando las aglomeraciones, y el negacionismo de algunos sectores de la población. El resumen es que el Coronavirus no se ha ido y el que se le haya vencido con la vacuna es, por decirlo de algún modo, una sensación engañosa. Por eso, si en este otoño ya las luces de la alarma vírica están encendidas cuando llegue el invierno las sirenas podría ulular por doquier sino se retoman las precauciones.

¿Y México? Bueno, ahí se vive -o se sobrevive para ser más claros- gracias a la Divina Providencia. Las palabras pandemia y peligro de muerte ya fueron borradas del lenguaje de los funcionarios tanto federales como locales, la vacunación va más lenta que nunca mientras que la gente sigue enfermando y falleciendo en la oscuridad, en el subregistro, porque ya no se cuentan ni a los enfermos ni a los muertos. Eso dejó de hacerse hace tiempo.

Vaya, el colmo de los colmos es que según la Auditoria Superior de la Federación en la cuenta pública del 2020 hay 66 millones de pesos extraviados del fondo destinado para la compra de las vacunas y eso el reporte comprende únicamente el mes de diciembre cuando se comenzaron a adquirir las dosis, chinas y rusas principalmente. ¿Se imaginan cuánto dinero se robaron en este 2021 con el pretexto de invertir en las inyecciones?

En Veracruz, el retrato inmejorable de que ya no existe la Covid-19 por decreto y conveniencia del gobierno es el baile popular que organizó hace unos días el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, en las instalaciones de la dependencia, en Jalapa, donde él mismo tocó los bongós y bailó junto a decenas de empleados sin mascarilla ni la distancia prudente. Y que el encargado de las cuestiones sanitarias haga tal sainete cuando la peste sigue imbatible rebasa lo hilarante, lo irresponsable y lo anecdótico. Es la insania.